Javier Bauluz: el fotoperiodismo debe llegar al corazón y a la cabeza, no al estómago

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Créditos: Juan Calles
Tiempo de lectura: 6 minutos

 

Una charla con el multipremiado fotoperiodista Javier Bauluz, quien estuvo en Guatemala como tallerista en el 12 Foro Centroamericano de Periodismo, realizado entre el 3 y el 6 de noviembre, en la Antigua Guatemala. Fotoperiodistas de toda Centroamérica asistieron a dicho taller impartido por el premio Pulitzer.

Por Juan Calles

Un referente del fotoperiodismo mundial estuvo en Antigua Guatemala en un taller titulado “Fotografiando a los invisibles”. Javier Bauluz compartió su experiencia con un grupo de fotoperiodistas de la subregión, en el marco del 12 Foro Centroamericano de Periodistas (CAP).

Javier Bauluz ha recorrido miles de kilómetros, caminando las rutas migratorias en diferentes países de dos continentes, ha captado con su cámara tragedias terribles,  el drama humano de la guerra, la indiferencia ante el dolor ajeno y el despojo que sufren las personas migrantes.

En medio de una revolución digital, Bauluz habló sobre la importancia del fotoperiodismo en un mundo en el que parece que cualquiera que pueda tomar una foto con su celular y, subirla a una red social, puede “influenciar” a cientos de personas. “Allí radica la importancia del fotoperiodismo, con su rigor, con su mirada, con su estética”.

Bauluz además de ser el único español que ha ganado el premio Pulitzer, el premio fue otorgado en 1995 por su trabajo periodístico en el genocidio ocurrido en Ruanda, es fundador del medio de comunicación “Periodismo Humano”. También le han otorgado los premios “Godó”, de fotoperiodismo; Libertad de Periodismo; Internacional de Periodismo “Julio Fuentes”; el Foto Pres y el premio Periodismo y Derechos Humanos.

Entre su ocupación como fotógrafo, Javier encuentra tiempo para ser profesor universitario de periodismo, como profesor asociado en IE University, en la universidad Pompeu Fabra en Barcelona, y como profesor invitado en universidades de Washington, Holanda, Madrid, Cádiz, La Coruña, Sevilla, Córdoba, Alicante y Bilbao.

En sus cátedras suele hablar de sus tiempos como reportero de guerra en Centroamérica, Los Balcanes y Oriente Medio; acompañó por meses a migrantes de la ruta que va desde Grecia hasta Alemania, de las fotografías de ese acompañamiento nació el reportaje: “Buscando refugio para mis hijos”, la caminata duró desde agosto 2015 hasta abril de 2016.

En uno de los descansos entre taller y taller, la jornada de encuentro y aprendizaje duró 4 días en la Antigua Guatemala; encontré a Bauluz sentado en una banca de madera y hierro forjado, la banca estaba en un amplio patio lleno de plantas verdes y flores de colores encendidos; me senté a su lado y con exceso de confianza le pregunté si podía hacerle una entrevista.

Me vio con cara de enojo, pensé que había cometido una imprudencia interrumpiendo un momento importante, Bauluz parecía querer morder el celular que estaba en sus manos; “Dame dos minutos que estoy arreglando algo con la línea aérea”, me dijo y espere mientras el parecía enfrentar una batalla con molinos de viento.

Un tanto molesto criticó los precios de los vuelos: “Mil pavos, están locos”, gesticulando con los brazos en alto. Dejó el teléfono a un lado y empezamos la conversación mientras Bauluz armaba un cigarrillo de tabaco rubio.

Como introducción me habló sobre sus años en la Nicaragua sandinista, la revolución apenas llegaba a sus primeros diez años y los sandinistas dirigían la revolución mientras intentaban ganar la guerra a los contras que eran financiados por Estados Unidos, que intentaba derrocar a los sandinistas.

Foto: Juan Calles

Allí un joven Bauluz fotografió la Revolución pero también la violencia de la guerra “En Nicaragua vi a los sandinistas intentando encontrar otro mundo en su propio país, hoy no puedes ondear una bandera en la calle porque te meten preso, eso no es sandinismo”.

Bauluz, en su papel de facilitador de taller , abrió la discusión con periodistas de toda Centroamérica sobre cómo hacer un fotoperiodismo humano y con un principio: el respeto por la tragedia ajena; la discusión seria fue aderezada con anécdotas sobre su cobertura en la guerra de los Balcanes, en donde fotografió una de las más cruentas guerras del sur de Europa de nuestros tiempos.

De la misma manera se discutió sobre la libertad de expresión y el papel del fotoperiodista para ejercerla, en una de sus coberturas, en puerto de Arguineguín en las islas canarias, Bauluz y otro buen número de fotógrafos se veían restringidos por cintas policiacas que no les permitía acercarse al barco en donde se sabía había cientos de migrantes africanos.

La intención de las autoridades migratorias españolas era que no se conociera de la llegada de estos migrantes, ni de sus condiciones de salud, ni de la forma en que eran tratados.

Sin embargo, al siguiente día, Bauluz llegó mucho más temprano que la policía y antes que acordonaran el lugar se acercó fotografiar al barco en donde cientos de migrantes africanos yacían enfermos y heridos, las autoridades los registraban, los examinaban y algunos eran llevados al hospital y otros deportados a sus países de origen. Bauluz se ganó una bronca con un policía quien lo jaloneo del brazo y una multa de 960 euros por agredir a la autoridad y por su puesto un buen número de fotografías periodísticas reveladoras.

Le pregunté qué pensaba sobre el futuro del fotoperiodismo, y ante mi mal formulada pregunta me respondió que tendrá futuro siempre que haya fotoperiodistas, entonces para no quedarme con las ganas, insistí para hacer correctamente mi pregunta.

¿Qué futuro tiene el fotoperiodismo frente a las redes sociales y sus millones de usuarios?

Bauluz abrió los ojos y entendió de lo que yo quería hablar y opinó que no le parecía que ambas cosas se pudieran mezclar, sin ser un boomer que rechaza las redes sociales, fue enfático en decir que las redes sociales sirven para conversar y para anunciar, no son un sitio para publicar fotoperiodismo.

“Si no es para referenciar un fotorreportaje que publiqué en un medio, yo no veo cómo se podría hacer fotoperiodismo en las redes sociales, por ejemplo, Instagram casi no lo veo porque hay tanta cantidad de fotografías pero que no me cuentan absolutamente nada, millones y millones de fotografías de selfis, de un bonito paisaje turístico pero no lo veo cómo una plataforma para publicar cosas serias”.

Y hablando de cosas serias estábamos, pero un policía se acercó a decirnos que no se podía fumar en ese lugar, Bauluz no había encendido su cigarrillo, “no está encendido compañero”, le dijo mostrándoselo recién forjado.

Después de la interrupción policial, continuó hablando de lo que decía antes con un: “La muerte hay que mostrarla, lamentablemente existe” y es que yo le preguntaba sobre ese famoso dilema que existe entre hacer la foto o ayudar a alguien que está en peligro, entre hacer la foto o respetar el llanto de una madre que llora a su hijo fallecido.

“Hay formas de mostrar la muerte, la tragedia y es apelando a los sentimientos de quien ve la foto, yo no voy a mostrar a una persona destripada, eso no aporta más que el asco, el horror, y ya está, depende cómo la hagas, hay muchas formas de fotografiar la muerte”.

Le pregunté si pensaba que él era un hombre acostumbrado a tener cerca la muerte y fotografiarla, se lo pregunté para saber si se lanzaría a presumir sus aventuras como reportero de guerra, o haría una alegoría sobre el fotoperiodismo, sin embargo, guardó unos segundos de silencio y finalizó la entrevista comentando:

“Yo siempre digo que hago fotos que vayan al corazón y a la cabeza, no al estómago, cada situación es diferente, cada fotografía es diferente, como fotoperiodista tienes que buscar los ángulos, pero no hay una norma que te diga cómo tienes que hacer la fotografía”.

Para finalizar la charla con Bauluz, comentamos sobre política partidaria y cómo son de parecidas las fronteras sin importar en qué lugar del mundo estas, quería seguir charlando con el fotoperiodista pero no quería abusar de su tiempo; el cigarro deseaba ser fumado y la libreta de apuntes escaseaba, nos despedimos contentos, creo yo, después de que un periodista entrevistó a otro periodista, espero que Bauluz piense lo mismo.

¿Qué es el fotoperiodismo?

Además de ser una rama del periodismo que informa a través de las fotografías, es un ejercicio periodístico que tiene su esencia en la actualidad, la estética y la narrativa visual.

En los días que corren los fotoperiodistas tienen una tarea titánica; competir con la inmediatez de las redes sociales y la cultura del inmediatismo, hoy las personas están acostumbradas a pasar el dedo sobre la pantalla y ver cientos de imágenes en el menor tiempo posible; el fotoperiodista está llamado a publicar fotos que detengan el escroleo y obliguen al lector a quedarse observando una imagen, una historia, al fotoperiodismo.

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