Hasta pronto Caronte. Réquiem por Gilberto Morales

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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por Fabián Campos

Hace unas horas falleció Gilberto Morales, militante revolucionario. Esas palabras simples describen el hecho concreto, pero jamás harán justicia. Algo con lo que Gil, ese historiador del tiempo presente guatemalteco, estaría de acuerdo, para inmediatamente empezar a discutirlo.

Tuve la fortuna de conocer a Gil hace más de una década. Lo conocí rebelde, bebedor, decidor, golpeado, pero nunca derrotado. A través de incontables horas, que se diluían más rápido que el transcurso del reloj, Gil me llevó por sus recuerdos, sus lecturas y sus ácidas reflexiones sobre la guerra civil guatemalteca. Fue, en muchos sentidos, mi Caronte por Guatemala y su historia.

Como verdadero militante revolucionario prefería intentar diluir su lugar en la historia para poner en primer plano el proceso. Crítico lapidario de los ‘traiditos de la lica”, lo mismo lanzaba sus misiles contra la dirigencia que contra los historiadores.

Poseedor de una memoria vivida y leída difícilmente encontrada en otros “historiadores del tiempo presente guatemalteco”.  (Las comillas son algo que le sacarían esa sonrisa tan suya, y después empezaría a criticar) Esta virtud hacía de una charla con Gil una clase magistral de historia de la guerrilla guatemalteca.

Ese también era su principal defecto. A quienes tuvimos la oportunidad de oírlo, solamente una pregunta nos asaltaba, ¿por qué no escribes tú esta historia? Su respuesta era siempre la misma, me falta un documento, me falta una entrevista.

Durante los últimos años, cada vez que nos escribíamos o podíamos hablar por teléfono, nuestras conversaciones siempre terminaban igual: ¡ya escribe, Gil! Su respuesta era, como pueden imaginar, “es que acaba de salir tal libro y necesito leerlo”. O, “salió tal cosa y necesito hacer una nueva entrevista”.

Hoy descansa de esa hambre insaciable del dato y la confirmación, única cura a esa enfermedad que lo consumía, entender los motivos estructurales, comprender la “nariz de Cleopatra” que llevaron a que en Guatemala no triunfara el proyecto político por el que Gil entregó su vida.

Hoy las guatemaltecas y los guatemaltecos han perdido a Gil. Su memoria y su historia hoy son más pobres. Pará aquellos que no conocieron a Gilberto Morales Trujillo estas palabras no podrán significar nada. Por eso su pobreza es aún mayor.

Para los que lo conocimos nos dejó menos pobres pero con más dolores. Y con mayores consuelos. El “contemporáneo de la perra Laika” descansa en paz. El militante revolucionario descansa en paz. A Gil solamente le podemos decir: !hasta siempre!

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