La creatividad de dos tejedoras K’iche, de Totonicapán, encuentra nuevos mercados

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Créditos: Nelson Chen
Tiempo de lectura: 6 minutos

 

Lesly Jeaneth Batz García y Marina Tax encontraron la forma de combinar la modernidad con los tejidos tradicionales de Guatemala: la indumentaria tradicional combinada con diseños y productos modernos han obtenido mercado en diferentes puntos del país, incluso en Estados Unidos; dos historias de creatividad y arduo trabajo.

 

Por Imelda Tax y Juan Calles

Los güipiles tejidos en Guatemala son una tradición ancestral que antecede la época colonial. En la antigüedad los pueblos mayas confeccionaban prendas tejidas, utilizando piedras de colores, plumas y pieles de animales.

Para el tejido de ropa, el telar de cintura también es un elemento primordial que se utiliza desde tiempos precolombinos, de hecho, en algunas comunidades la tradición es enseñar a las niñas a usar el telar desde los 10 años.

En los tejidos se guarda y se cuenta la cosmovisión de las diferentes comunidades. Los diferentes pueblos indígenas se distinguen entre sí por los diseños y colores utilizados en ellos; además, transmiten a las nuevas generaciones la cultura y la identidad indígena, especialmente a las mujeres.

Las formas de tejer y los diseños se han conservado a través de los años gracias a la tradición oral, a los sueños y principalmente por la memoria de las abuelas que han sabido transmitir a las nuevas generaciones su conocimiento y experiencia.

Los tejidos se utilizan en güipiles, cortes, sandalias, fajas para las mujeres y en los hombres en pantalones, sacos, entre otros, pero con la llegada de la modernidad, la tradición se ha ido transformando y, en algunos pueblos ya se pueden ver tejidos elaborados con máquinas modernas.

Sin embargo, en Totonicapán, a 200 kilómetros de la ciudad capital, en el occidente guatemalteco, dos mujeres han logrado combinar la modernidad con la tradición y elaboran prendas que confeccionan artesanalmente para venderlas por medio de las redes sociales o en mercados locales. Las prendas se han hecho conocidas y han trascendido las fronteras, encontrando mercado en algunas ciudades de los Estados Unidos, donde las guatemaltecas que viven en ese país compran sus prendas.

De Nimasac a Los Ángeles, California

Lesly Jeaneth Batz García, tiene 36 años y nació en Totonicapán, en la aldea Nimasac. Antes de la llegada de la COVID-19 se dedicaba a cuidar a su familia, sin embargo, al llegar la emergencia que produjo la pandemia y al verse obligada a estar en su casa sin salir, por las restricciones gubernamentales, se dedicó a profundizar su conocimiento y destreza con el tejido.

Anteriormente, confeccionaba prendas y accesorios con la técnica del croché, gorras para bebés, diademas para niñas, y otras piezas. “Después una persona me dijo que intentara hacer un par de zapatos grandes, intente y lo logre”, cuenta Lesly, quien al ver que podía hacer calzado continuó investigando sobre técnicas y a practicar nuevas posibilidades.

Foto: Facebook de doña Lesly

“Me llamó la atención, investigué más y logré aprender la técnica del macramé; empecé a practicar porque no sabía; a mí nadie me enseñó. El primer par lo hice en una semana, intentaba y no me salía, hasta que lo logré. Fui a comprar suelas y me hice mi primer par de sandalias”.

Toma al menos un día para elaborar el tejido de 4 pares, ya colocando las suelas y dejar el producto terminado le toma unas horas más, narró Lesly, pero la producción de sus sandalias no se detiene desde hace algún tiempo, pues a pesar de los obstáculos a los que se ha enfrentado las ventas van en aumento.

Por el momento ha necesitado el apoyo de su hermana y dos personas más porque la demanda del producto se ha incrementado, después de crear diseños propios ahora también le hacen pedidos personalizados.

Foto: de Facebook de doña Lesly

Entre las redes sociales y las estafas

Además de su historia de crecimiento, Lesly cuenta que ha enfrentado dificultades, incluso, estafas, sin embargo, continuó con su trabajo y hasta hoy sigue cosechando el resultado de su trabajo.

“En Totonicapán casi no me compraban, pero empecé con pedidos de mis vecinos y conocidos y de allí me fui a San Francisco, no hay tanta demanda por el precio, por eso decidí a intentar venderlos en las redes sociales”, cuenta Lesly

“Después tuve un fracaso, porque hubo una persona con la que trabajamos juntas y se llevó mi trabajo a Quiché, Cobán y otros departamentos; trabajamos muy bonito por tres meses, por lo que confié y un día se llevó el calzado con un valor aproximado de Q4 000, y ya no regresó”.

Luego de este episodio, Lesly decidió modernizar su forma de venta, abrió una cuenta en Facebook y otra en Tik Tok, pues le urgía saldar la deuda que tenía por el robo; además, otros pares de sandalias le regresaron, pues no se vendieron, era diciembre y debía pagar las deudas.

“Mi hermano me dijo que fuéramos al parque de Totonicapán y vendí solo un par, después decidí irme a otro lado, acá mismo en Totonicapán, vendí ocho pares. Para el 28 de diciembre me fui sola, llevé mi costal, vendí aproximadamente 35 pares y me di cuenta que se vendió y seguí luchando y estuvo bonito, porque a la gente le gustaba mi producto”, relató.

Actualmente, hizo alianza con una de sus clientas, ella hace pedidos grandes, pues revende las sandalias, cada pedido es de 25 a 30 pares, con lo que su producción ha llegado a Quetzaltenango, Quiché, Esquipulas, Todos Santos, Huehuetenango, Carchá, Alta Verapaz, Cuyotenango, Panajachel y Estados Unidos.

“Ya tengo registrado mi producto con el nombre Esclixer, “Creaciones Yanneth, la elegancia a tus pies”, también los vendo en Facebook, me encuentran como “Lesly Hernández” y en Tik Tok como Creaciones Yanneth.

Afirma que le gustaría dedicar más tiempo a la promoción de su calzado, por ejemplo, ir a las exposiciones en el parque de Totonicapán, pero además de su trabajo como productora de calzado, atiende las tareas de su casa y las tareas escolares de sus hijos por lo que el tiempo no le es suficiente.

Su calzado se vende desde los Q90 00 hasta los Q115 00

Foto: Imelda Tax

“Experimentando con la máquina, llegué a hacer diseños exclusivos, llevo 20 años en esto”

El caso de Marina Tax es similar al anterior. Originaria del centro de Totonicapán, unió sus conocimientos ancestrales del tejido con la moderna máquina de coser que su madre le enseñó a usar.

“Trabajo por mi cuenta. Experimentando en la máquina descubrí que podía hacer diseños propios, ahora hago delantales, blusas, güipiles, blusas quichelenses y también hago para niñas. Para hacer un delantal bien emperlado o decorado me lleva día y medio sin descansar”.

La técnica de trabajo de Marina es artesanal, como la artista que es, piensa detalladamente como realizará el diseño, hace moldes, dibuja y elabora su pieza: cada una es un diseño único y original.

Foto: de Imelda Tax

“Busco perfectamente cómo ubicar las figuras, porque no es solo de hacerlo; yo hago mis moldes de los dibujos, del tamaño que las personas me pidan. Allí también tiene que tener creatividad para dibujar las piezas que van en el delantal o güipil”, dice Marina.

Entre los materiales que usa y la tecnología para elaborar cada prenda va incluida la tradición. Marina encontró una forma particular de unir su conocimiento ancestral con lo que hoy en día quieren usar las mujeres de la región; al mencionar los materiales se nota la dedicación y el empeño que pone a su trabajo.

Foto: RRSS de doña Marina

“La tela, el forro, la entre-tela embutido/adorno, blonda, y tapa costura, que es un adorno que va a darle forma especial, para que no se mire el pliego de la blonda. En las blusas de cruceta es forro de tela y dibujo y luego se va bordando, luego se deshila todo lo que es el dibujo; me tardo hora y media o dos en deshilar si me dedico solo a eso”, explica emocionada y con orgullo.

Su forma de vender el producto también se ha diversificado. Al preguntarle: ¿Usted hace las costuras, las vende? ¿O solo las realiza bajo pedido? Responde muy segura: “en mi tiempo libre busco la forma de hacer algunos y ofrecerlos;  hago lo que me piden. Tengo mi cuenta en Tik Tok y, en Facebook, me encuentran como: “Confecciones Mary” y allí subo los diseños que realizo y de esta forma también las personas me buscan”.

El trabajo de Marina es conocido en distintos departamentos de Guatemala, pero también personas migrantes guatemaltecas lo han llevado a diferentes ciudades de Estados Unidos; el precio de las prendas oscila entre los Q300 y Q1 000.

Al finalizar la charla con Marina Tax dice: “hago delantales emperlados, bordados en cruceta, para el bordado en cruceta me tardo un mes o mes y medio. La verdad es cansado estar sentada por varias horas, duele la espalda y los ojos, pero me gusta hacer mi trabajo”.

Foto: de Imelda Tax

 

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