Créditos: Nelson Chen
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En la primera entrega nos referimos a algunas de las acciones tomadas por el gobierno del dictador Ubico. En esta continuaremos con ese relato al mismo tiempo de finalizar con la caída de su régimen y su exilio a New Orleans donde muere.

Por Gilberto Morales

La todopoderosa UFCO

A pesar de estos rasgos ideológicos y de su delirio de grandeza como émulo de Napoleón, se decía que por su parecido físico su casa estaba decorada con bustos y retratos de este militar y político francés, que vendrían a apoyar el supuesto liderazgo nacional como la reproducción a escala mínima de los liderazgos de Mussolini y de Hitler. Cuando fue requerida su adhesión a la lucha en contra de Japón tuvo que alinearse con los EEUU, dada la influencia de la United Fruit Company, UFCO, y del poder mismo de ese país.

La empresa se tomaba con largueza los acuerdos que suscribía ante el temible dictador de provincia, y con gobiernos anteriores que se suponían compromisos de Estado. Su complacencia hacia las empresas estadounidenses era completamente servil, de esta forma, de acuerdo con Piero Gleijeses en su libro, La Esperanza Rota, en 1930, apenas un año antes de que tomara posesión como presidente de la República, la UFCO suscribió el compromiso de construir un puerto en el Océano Pacifico en un plazo de 7 años a cambio de la concesión de 200 000 hectáreas de tierra en Tiquisate.

Esta obra, según la oferta y en los hechos, hubiera venido a beneficiar a los terratenientes nacionales cultivadores de café al transportarlo a grandes costos en los trenes de la International Railways of Central América (IRCA).

De esta condición del transporte la IRCA, sacó durante años cuantiosos beneficios. La reducción de los costos de traslado del producto hubiera redundado en un significativo déficit de esta empresa, si la UFCO hubiera cumplido con su compromiso. Para esos momentos la empresa frutera, que ya poseía el 17%, las que elevó a 46.68% de las acciones de la IRCA por lo que ambas empresas llegaron al acuerdo en septiembre de 1936, de no construir el mencionado puerto. Y el todopoderoso y autoritario Ubico Castañeda hubo de tragarse el resultado de esas manipulaciones empresariales norteamericanas.

De esa forma los bananos de la Frutera obtuvieron el descuento del precio del transporte a Puerto Barrios en menos de la mitad de su costo, beneficio que no alcanzó al café de los terratenientes nacionales de la Boca Costa del Pacifico. Y para terminar de ponerle la tapa al pomo, en marzo de 1936, Guatemala, es decir el omnímodo Ubico había liberado a la UFCO, de su compromiso de construir el puerto.

La autodonación de US $200 mil y su “espontánea” reelección

Como evidencia de su poder, por medio de debatidas consideraciones sobre el buen gobierno del dictador, la Asamblea Nacional Legislativa decidió por votación democrática regalarle al señor presidente de la República, don Jorge Ubico Castañeda, la pequeña cantidad – hay que imaginar cuánto compraba esa suma en el año 1940 – de US$ 200 000. No mediaba nada relevante sino el mero hecho de demostrar sumisión al gobernante.

De esa misma forma unos años antes, en 1937, mediante la recogida de doscientas mil firmas, a través de su instrumento político el Partido Liberal Progresista, se le solicita reelegirse en el cargo que desempeñaba desde el 14 de febrero de 1931, a lo que después de hacer consideraciones sobre el sacrificio que su aceptación conllevaba y en beneficio de la patria, don Jorge acepta la propuesta.

Otra manifestación que venía arrastrándose desde los tiempos de quien fuera su jefe y mentor, Manuel Estrada Cabrera, era la celebración de su cumpleaños como una fiesta de rango nacional. No costó mucho la readecuación del llamado campo de la feria, hoy zona 13, en el área actual de los museos, para darle continuidad a esta actividad.

La Ley de la vagancia y el derecho de vialidad

Entre las múltiples medidas dictatoriales por las que es recordado el dictador de los trece años y medio, además de su combate en contra de los comunistas, los intelectuales y los delincuentes, a quienes se les aplicaba la ley fuga, está la creación de la ley en contra de la vagancia y el derecho de vialidad.

En la mencionada ley se consideraba vagancia, entre otras cosas: “Los jornaleros que no tengan comprometidos sus servicios en fincas, ni cultiven, con su trabajo personal, por lo menos tres manzanas de café, caña o tabaco, en cualquier zona; cuatro manzanas de maíz en tierra fría; o cuatro manzanas de trigo, patatas, hortalizas u otros productos, en cualquier zona”, como se lee en la compilación de leyes “Legislación indigenista de Guatemala” de Jorge Skinner Klée.

Como se puede ver una buena parte de esta ley estaba dedicada al campesinado indígena sin tierras para cultivarlas. El Derecho de Vialidad, por otro lado, establecía la obligación a trabajar en la construcción y mantenimiento de los caminos nacionales si no se comprobaba por parte de la población campesina indígena, haber trabajado durante cien días continuos en alguna de las fincas de los terratenientes, al mencionado trabajo sin recibir paga alguna. O al pago de un quetzal semestral para ser eximido de esta obligación, cosa que no estaba al alcance de la capacidad financiera del grueso de la población campesina indígena en especial.

El control del cumplimiento de este requerimiento era llevado por los mismos propietarios de fincas mediante una boleta que se conoció por ello como el “boleto de vialidad.” Ese empoderamiento todavía mayor a los empresarios agrícolas permitía llevar el “control” de manera arbitraria y bajo el interés del cumplimiento de sus intereses.

En ese contexto, Ubico Castañeda liberó de toda responsabilidad penal por la muerte de cualquiera que fuera considerado ladrón en los márgenes de la propiedad de los finqueros.

Ubico: lo bueno, lo malo y lo feo

Para la ultraderecha actual, que se empeña en encontrar méritos de esa función gubernamental, de ser parte de señalar como “luces” el hecho de que aún en el marco de la gran depresión provocada por la crisis general del sistema capitalista de finales de los años 20, el dictador hubiera podido alcanzar la estabilización del presupuesto nacional, sin mencionar por supuesto que eso se logró por una baja fuerte a los salarios de los empleados públicos.

Señalan también como un éxito las “luces”, dicen ellos, al referirse a este tipo de acciones, la construcción de los caminos que permitirían un mejor traslado de las mercancías agrícolas, no menciona de igual forma que esto se hizo, como vimos anteriormente, sobre el trabajo esclavo de la población campesina indígena.

Liberó al mozo colono de la fincas y anuló las deudas de las tiendas de raya, esta fue una medida cumplida a medias que sin embargo permitió la contratación “libre” de trabajadores para la explotación de los cultivos. Lo que no se señala es que el mismo Ubico pasaba por una crisis de escases de mano de obra en su finca, “San Agustín”, para resolver el problema de la cosecha de café que se anunciaba como una pérdida irrecuperable.

La II Guerra y el principio del fin

Como se ha dicho, entre lo feo estaba, desde su origen, su reconocimiento por el fascismo, el nazismo y cualquier otra ideología de altos niveles reaccionarios, de allí que su primera manifestación fue el reconocimiento del gobierno de Franco, cuando se estableció en Burgos, luego de su levantamiento que dio origen a la Guerra Civil española.

Como se consignó en el artículo anterior, al iniciarse la II Guerra el dictador retiró al país de la Liga de la Naciones, en una clara muestra de simpatía por el régimen nazi, no obstante tuvo que dar marcha atrás después  del ataque por los japoneses a Pearl Harbor, que le permitió a los EEUU, declararle la guerra al Japón. Así, dada la dependencia de su régimen y, en especial, al papel rector de la política y la economía que perpetraba la UFCO en el país, el dictador ni lento ni perezoso le declaró la guerra a Japón, se dice incluso que esa declaratoria fue antes que la realizada por el país agredido en esa isla del pacifico.

La guerra desarrollada por los Aliados, primero con un carácter defensivo y luego ofensivo en contra de los países del llamado Eje, Italia, Alemania y Japón, permitió un discurso internacional que condenaba el autoritarismo y todo aquello que tuviera muestras de fascismo o nazismo, boleto en el que se incluían las dictaduras.

El papel de la declaración llamada “Carta del Atlántico”, signada por Roosevelt –presidente de los EEUU, en las fechas-, por Winston Churchill primer ministro del Reino Unido jugó un papel estructurador de este discurso democrático.

En uno de sus puntos rezaba, “…Respetan el derecho que tienen todos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir,…” Lo que venía a ser una estocada directa al corazón de la dictadura ubiquista, porque permitía asumirla como un estandarte en la oposición a la tiranía. Otro punto importante era “vivir con seguridad en el interior de sus propias fronteras y que garantice a todos los hombres de todos los países una existencia libre sin miedo ni pobreza”.

La caída del tirano

Ya los estudiantes universitarios estaban descontentos con el régimen, pero ese fastidio no pasaba más de sus comentarios amargos en las tertulias alrededor de las cervezas o de los tragos, algo que exacerbó de manera especial el ánimo de estos conspiradores en cierne fue la segunda reelección del presidente, sobre la base de las razones que llevaron a la reelección de Roosevelt, dadas las condiciones generadas por el desarrollo de la II Guerra. Y así de una forma encubierta se dieron a realizar lo único que les era posible, empezaron por organizar concursos de belleza, para elegir a su reina, lo que abrió la posibilidad de que otras escuelas hicieran lo mismo, como las facultades de Medicina y de Ingeniería, de esa forma inadvertida pasaron a adversar en el escuela de Derecho el nombramiento de un funcionario académico realizado por el dictador, del que salieron triunfantes y envalentonados para ponerse metas con un carácter político más importante.

Y esa oportunidad llegó por la invasión de Francia por los nazis, ante esta situación y tomando en cuenta la situación de guerra que se vivía y de su obligado alineamiento con los Aliados, pidieron y obtuvieron permiso para realizar una manifestación de repulsa del ese hecho, manifestación que derivó en consignas en contra del gobiernos, días después convocaron a plantones frente al edificio de la Empresa Eléctrica y por ese camino llegaron de los vivas a Francia a los mueras a Ubico.

Uno de esos plantones derivó en una manifestación impensada sobre la sexta avenida que a su paso se fueron sumando los mirones y al grito de “cierren”, “cierren” los comercios empezaron a hacerlo, movimiento que llegó a más de 600 manifestantes de acuerdo con el testimonio de José Manuel Fortuny.

En otra manifestación en días posteriores el 25 de junio fue asesinada la profesora María Chinchilla, lo que causó repulsa generalizada; para esos momentos se habían sumado a las protestas otros sectores sociales acomodados financieramente. Ese movimiento se transformó en una huelga general del comercio, la Universidad, los hospitales, escuelas e industrias, presión que desembocó en la petición de renuncia suscrita por trescientos once personalidades de los distintos sectores sociales involucrados, listado que incluía la firma del mismo médico de cabecera del dictador lo que, según afirman diversos autores, fue determinante para que este renunciara a su cargo mantenido a golpes de fusta.

De esa forma se exilia a New Orleans lugar sede de la UFCO, en donde encuentra el final de su vida a consecuencia del cáncer.

 

 

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