Reformar la ley electoral y de partidos políticos ¿urge o no urge?

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Créditos: Prensa Comunitaria.
Tiempo de lectura: 4 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval 

Desde hace algunos años veo que la Lepp se calienta en cada proceso electoral sin jamás llegar a ser una herramienta que agrade a todos los sectores políticos, económicos, sociales, a nadie. Y no entiendo la razón por la cual una herramienta que debiera ser simple se complica en cada ocasión que se discute sobre sus contenidos, sus artículos, su ámbito de competencia o la diferencia que debe existir entre un proceso político y uno judicial. O sea, el reino de los ciudadanos y el de los abogados, peor aún, de los güizaches.

Al día siguiente de la firma de la paz se inició un proceso de discusión de reformas a la ley electoral y de partidos políticos. En esa ocasión creo que estuvo Minugua analizando las propuestas, dando opinión, etc. Finalmente, con el tiempo, ese primer documento se mandó a la basura. Adelante fue el turno de las diferentes mesas de discusión electoral, en particular las que emanaron luego de las jornadas de las plazas en 2015. Todo quedó en nada. Y fue el turno de las reformas de 2016, empujadas por el presidente del congreso de entonces.

En esa ocasión avanzo un poco especialmente con el tema del transfuguismo, los techos de campañas políticas, y otros temas, pero, siempre hay uno, el proceso se atascó con el veto-no veto- del flamante payaso presidente, que en esos días gozaba del beneficio de la duda, lo cual se terminó pronto y finalizó su mandato en la más absoluta soledad y en medio del asco nacional. Resultado de esas reformas, se pudo establecer la melcocha existente entre empresarios y mercaderes de la política, entre cementeros, polleros, licoreros, azucareros, con bandoleros, estafadores, etc. Todo para tener derecho de llave en el presupuesto nacional y en la legislación del país. Por eso las reformas se atascan.

Ahora vuelve la burra al trigo. Hay varios grupos que dicen querer las reformas a la ley electoral y algunos se animan a decir que hay que cambiar el congreso, depurarlo y esas cosas, sin darse cuenta del fondo del asunto: sin partidos políticos reales, el resultado será siempre el mismo. Así en las últimas tres legislaturas hay un recambio del congreso que es en verdad importante.  En esta legislatura que da pena ajena hubo 110 (sobre 160) diputados nuevos. En la anterior fueron 95 y en la otra, 90 (en los dos casos casi la misma relación). Todo por poner en las listas a negociantes y no a políticos con formación. Por inflar las listas de los partidos con gente de pisto, pero no políticos. Y eso no se cambia solo con una ley y sus reformas, que hay que decirlo, urgen.

Cuando vemos la denominación de los partidos y buscamos por su ideología y temas inherentes a un partido político, todo brilla por su ausencia.  Es el reino de las tonterías que ahora se trasmiten por Tik Tok. Según los benevolentes, hay políticos o mercaderes originales, hubo alguien disfrazado de kaibil, uno presenta su imagen en la playa, otro de la mano de alguien, alguien más de cucurucho, otro dice cualquier tontera al ritmo de reguetón, otro más dice como vuela una avioneta, uno más sofisticado saca su foto en el papa…uff, la de nunca terminar.

El vacío de propuesta política. Y por esos se vota y por ello los resultados que vemos. 110 diputados nuevos, 90 o 95 frescos, incluso jovencitos, pero hacen la misma vaina porque no son políticos. Son mercaderes de votos, oportunistas, tránsfugas, etc., menos políticos.  Y por ello los votos disparatados, inexplicables, en leyes que no sirven para nada y que no pasan los filtros mínimos de técnica legislativa. Es para ponerse a llorar.

Y mientras no haya políticos en las listas, estas pueden ser abiertas o cerradas, nominales o lo que sea, pero si no son políticos, el resultado tiene que ser el mismo. Ahora tenemos 25 partidos. Los nombres son realmente ingeniosos. El que me gusta más por ridículo es el elefante. Otros no son menos disparatados. Y como faltan unos 25 más, lo que veremos será para reír a carcajadas. Ni el cartón de lotería es tan chistoso. Pero esto, de nuevo, no es política ni nada que se parezca.

No quiero ni pensar en los nombres de los partidos para el otro proceso con la misma ley…. Pues como dice la ley o así lo interpretan los güizaches, no se puede utilizar el mismo nombre ni el mismo símbolo. Entonces a inventar lo más apegado a las pastas dentales o los detergentes, y cancioncitas estúpidas y desafinadas. Con coritos destemplados con estribillos de acércate, inscríbete, súmate, afíliate, agrégate, conócenos, veinte, y señas con la mano que no alcanza. Menos las usadas con el dedo medio que sería bueno usar para decirle a todos los partidos franquicia, que se lo pongan en donde nadie les vota.

En algún momento he planteado el aggiornamento, refundación, reingeniería del conjunto de partidos que existe en el país. Y en esa refundación exigirles ideología, principios, programa, etc. Y quizás después con las reformas, podríamos esperar resultados más interesantes. Por ahora, las reformas no van a cambiar mucho el cuadro actual. Dicho en otras palabras: hay que hacer de nuevo el sistema de partidos políticos. Una de las medidas principales es dejar de depender de magistrados que de política entienden lo que este escribano entiende de física nuclear. Es algo normal en otros países, en donde hay sociólogos, humanistas, filósofos, abogados, politólogos, integran los institutos electorales, lo que permite una visión global de un proceso electoral, pero no una mirada de códigos y leyes.

Lo demás son pajaritos preñados como ya lo he dicho en varias ocasiones.

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