Guatemala: ¿Dictadura nueva o continuación?

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Créditos: Prensa Comunitaria.
Tiempo de lectura: 5 minutos

Kajkoj Maximo Ba Tiul[1]

¿Estamos a las puertas de consolidar una dictadura perfecta?  Algunos piensan que estamos regresando a los años oscuros de la última guerra en nuestro país, pero creo que no es así, es la continuación, de los años oscuros que vivimos en el país (1960-1996).  En este periodo de tiempo, se consolidó al amparo de diferentes gobiernos de Estados Unidos, gobiernos dictatoriales, represivos, militares y corruptos en Guatemala: (Ydigoras Fuentes, Peralta Azurdia, Méndez Montenegro, Arana Osorio, Laugerud García, Lucas García, Mejía Víctores, Cerezo, Serrano Elías, De León Carpio, Arzú Irigoyen, Portillo, Berger, Colom, Pérez Molina, Morales y Giammattei).  Todos estos, absolutamente todos, estuvieron bañados en corrupción y nunca pensaron pasar de un Estado colonial a un Estado más igualitario o por lo menos más incluyente y no solo poniendo a indios y mujeres en puestos de maquila, como se acostumbra a hacer hasta ahora.  Casos hay muchos, como el Consejo de Estado de Ríos Montt o las famosas ventanillas creadas después de la firma de la paz.

En estos años de paz, no se pudo desterrar el militarismo, el autoritarismo, el terrorismo y la dictadura.  Esto, al contrario, se fortaleció con el narcotráfico. La sociedad civil y los movimientos sociales confiaron en el Estado de la “paz”, pero sin desterrar el sometimiento y control que se habían desarrollado y fortalecido durante muchos siglos en contra de la población, sobre todo indígena y pobre.  “La cultura del finquero” más la “cultura militar” y ahora la “cultura del narcotráfico”, no fueron sometidas ni por las consultas comunitarias, ni por las resistencias, ni por la participación de partidos políticos de izquierda o progresistas,  al contrario, pudo más la “cultura de la corrupción y la impunidad”, porque este sirvió de base para que volviera el extractivismo con mucha más fuerza, los finqueros y terratenientes más agresivos, los militares más corruptos y los líderes políticos, sometidos al control del crimen organizado.

Lo que estamos viviendo hoy, pareciera que es nuevo.  Pero no es así, debemos aprender de la historia.  Ella nos puede dar la pauta, hacia donde transitar.  Que Giammattei, pretenda ser un dictador, no es casual.  Tiene muchas aristas que hay que saber analizar y no será objetiva, sí solo, vemos a los alfiles o peones, hay que pensar en el rey y la reina.  La ansiedad dictatorial de Giammattei, es continuación de las dictaduras de antaño, solo que ahora con “cara civil”.  Porque, ¿a quiénes les conviene que estemos así y quienes diseñan estás políticas?  No son solo los tres poderes del Estado.  Pensemos un poco, ¿por qué la alianza Zury y Arzú?  ¿Qué significa la alianza genocidas y oligarquías-criollas, hoy? ¿Por qué entre algunos de los perseguidos, están los peones y alfiles de los Gutiérrez? ¿Por qué las peleas por puestos de los grupos progresistas y de izquierda[2]? ¿Qué podemos decir, de la inclusión de personas de derecha o ligadas a la corrupción en partidos de izquierda y progresistas?

Hay una continuidad de la guerra fría, solo que bajo un modelo neo-contrainsurgente[3] y en este caso el enemigo es quien se opone a la corrupción y la impunidad. El sistema democrático, que también fue analizado como: “democracia decente, democracia tutelada, democracia controlada, democracia neoliberal, democracia cooptada”, siendo la misma democracia, y manejada hoy a su antojo por el crimen organizado.  Cuando se discutía el regreso a la democracia (1985), no nos dimos cuenta, que también comenzaba a restaurarse el poder colonial y se promovería lo que hoy algunos llaman la cooptación del Estado.  Esto mismo sucede con el discurso del Estado fallido, el Estado narco, el Estado capturado, que es el mismo Estado burgués, terrorista, oligárquico, que nunca cambio a un Estado igualitario.

Mientras los imitadores y seguidores del César, Hitler, Mussolini, Franco, etc., llegaban a la presidencia, los plebeyos, nos quedamos viendo desde lejos, esperando que algo cambiaría.  Algunos se conformaron con el concepto de “integración” y llegaron a ser diputados, ministros, embajadores, directores de algún programa, etc., pero hasta allí.  Para los pueblos, para los pobres, no cambió nada.  Como dicen en las comunidades: “la paz fue una mentira”.  Comenzó la represión por todos lados, desalojos, la oligarquía y los criollos cobraron fuerza, los militares, etc.  Poco a poco, el narcotráfico, el lavado de dinero, la corrupción y la impunidad, se convirtieron en el medio más fácil para hacerse rico y comenzamos otro circulo de represión, criminalización.

Los primeros criminalizados fueron líderes y lideresas comunitarias y a quienes llamamos “presos políticos”, quienes estaban en resistencia contra el extractivismo. Luego los jueces y fiscales que quisieron hacer bien su trabajo, poco a poco periodistas independientes, principalmente de medios alternativos, más recientemente a los periodistas de la prensa corporativa, que casi nunca han pensado en los pobres.  Ahora le toco al exprocurador de los derechos humanos.

Los criminales se tomaron toda la institucionalidad del Estado, ahora a la Universidad, incluso, hasta llegaron a cooptar a organizaciones y movimientos sociales; como el Sindicato de Trabajadores de la Educación (STEG), al Frente Nacional de Lucha (FNL), la Coordinadora de Organización Indígenas y Campesina (CONIC).  Hoy podrían volver a hacerlo, porque estamos a las puertas de las elecciones.  A las comunidades las dividen y han puesto a pelear comunidad contra comunidad, como sucede en los desalojos y con la persecución penal de líderes y lideresas, al comprar testigos para que acusen a los líderes que están en la resistencia. La cooptación también es sinónimo de represión.  Recordemos las palabras de Álvaro Arzú en una reunión con “académicos mayas”, un 9 de agosto, mientras el movimiento maya salía a las calles a manifestar contra el Estado.  “Ustedes que están reunidos conmigo son los que me gustan, pero los que están en las calles no”.

Este modelo dictatorial, no es nada nuevo para quienes vivimos los años de la guerra.  Comienza con persecución selectiva y luego se convierte en persecución colectiva.  También cambian leyes[4], como la “iniciativa 6076 o la ley de Ciberdelito”.  Pueden darle super poder a ministerios que les conviene como los Ministerios de la Defensa, de Gobernación, o como lo que quieren hacer con el ministerio de Ambiente y Recursos naturales, al transformarlo en un “super ministerio de ambiente y recursos naturales”.

Contra todo esto solo hay un camino: “identificar las vías que permitan conquistar, acumular y sostener poder popular real, que permita torcer los destinos y las decisiones políticas.  Empujar los procesos de universalización de la lucha social, política y cultural, tejer en los territorios locales programas de acción que pongan en el centro protagónico de la toma de decisiones a las comunidades para el fortalecimiento de un poder popular que puede investir un carácter “glocal” (de lo local a lo global, de lo global a lo local, pasando por lo regional)”[5].

[1] Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo, teólogo, investigador, profesor universitario.

[2] https://lahora.gt/nacionales/la-hora/2022/08/09/caso-zamora-phillip-chicola-rechaza-senalamientos-en-su-contra-difundidos-por-el-mp/, visto última vez el 22 de agosto de 2022.

[3] Ya no son guerrilleros y comunistas los que se consideran como enemigos internos, sino todos aquellos que se oponen a la corrupción y la impunidad, sin importar si alguna vez fueron del mismo grupo o clase social.

[4] Recordemos la “ley anti-capucha” del criollo “Arzú” o la “Ley Tigo” de Pérez Molina, ambas leyes sirvieron para desmovilizar las luchas sociales. En ese momento muchas comunidades habían instalado barricadas, túmulos y otras formas de denuncia y protección de sus comunidades, para impedir no solo la instalación de torres para celulares, sino para no dejar pasar maquinarias de las empresas extractivas (minería, hidroeléctricas o monocultivos), pero al emitir estas leyes, la gente y las organizaciones se resguardaron en sus “zonas de confort” y comenzó la etapa de extracción de recursos.

[5] Giménez, Paula y Matías Caciabue, El Ciclo Progresista en Debate,  https://rebelion.org/732123-2/, visto última vez el 21 de agosto de 2022

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