El pueblo guatemalteco necesita amor y paz, empecemos dando el ejemplo

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Créditos: Juan Francisco Solórzano
Tiempo de lectura: 4 minutos

Por Juan Francisco Solórzano

En estas últimas semanas he buscado con varios partidos políticos ser un puente para lograr una coalición de verdadera oposición de cara a las siguientes elecciones generales. De esa cuenta me he topado gratamente con una reciente conciencia de que la única vía para alcanzar el poder democráticamente pasa por un verdadero frente de unidad. El problema es que, esa palabra que suena tan bonita (unidad), en la práctica ha sido la raíz de las más duras peleas partidarias en el pasado y la causa de separaciones casi irreconciliables.

¿Por qué entonces es tan difícil lograr esa unidad si hay conciencia de su necesidad? Mi análisis radica en que hoy en día prevalece lo que denomino, la política de la cancelación, versus lo que debería ser la política de la inclusión. Esta política de la cancelación deriva del fenómeno conocido en redes sociales como la “cultura de la cancelación”.

“Pero ¿qué es «la cultura de la cancelación»? Es un concepto de hace un lustro, en realidad, pero básicamente consiste en que un personaje público dice algo inconveniente u ofensivo, y rápidamente desencadena una reacción que busca la «cancelación» de su persona, esto es una serie de boicots a su labor profesional, o a la plataforma que le sirve de altavoz a sus reflexiones, a sus empleadores , etc. En definitiva, supone el fin de su reputación.”[1]

Respecto de la peligrosidad de esta cultura de la cancelación, se pronunciaron en el año 2020 mas de 150 prestigiosos intelectuales, quienes hacen un llamado, sobre todo a la extrema izquierda, a no caer en estas prácticas y permitir la tolerancia y la disidencia, indicando además como esta mala práctica comenzaba a tener eco en la ultraderecha, alimentada sobre todo por el entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Y ciertamente esta cultura de la cancelación se ha convertido en el máximo escollo para alcanzar una verdadera coalición de oposición, pues hoy por hoy, nadie quiere asociarse o ser visto sentado a la par de alguien que ha sido “cancelado”. Tal vez se sentaron a disentir o discutir ideas contrarias y lo más seguro es que no piensan igual en todos los temas, pero la realidad es que la sola idea de que me asocien a alguien cancelado por algún sector se considera hoy, en Guatemala, una muerte política y pocos están dispuestos a correr con ese “desgaste”.

Y es ahí donde radica el mayor miedo a la unidad, el miedo sobre todo a que los rivales políticos sin duda alguna generalizaran, utilizaran frases como: este es guerrillero porque se junta con la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), es delincuente porque se junta con el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), o descalificaran por ser revolucionarios de escritorio o “left Pink”, ni que decir de las recientes alusiones a no me junto con este partido porque es “indigenista” y por ende contrario a los ladinos. Conclusión: nos van a cancelar a todos y por ende saldremos debilitados por una coalición.

Este miedo a la cancelación ha llevado también a que en las campañas políticas los planes de gobierno sean vacíos, ambiguos y con falta de contenidos o de propuestas osadas y atrevidas que puedan cautivar al votante. En realidad, estamos más preocupados porque no nos cancelen que por proponer. Al respecto señalaron estos intelectuales en su carta:

“La manera de vencer a las malas ideas es exponiendo, argumentando y convenciendo, no intentando silenciar o apartando. Rechazamos cualquier falsa elección entre justicia y libertad, que no pueden existir la una sin la otra. Como escritores necesitamos una cultura que nos deje espacio para experimentar, tomar riesgos e incluso cometer errores[2]

La política de la cancelación se basará en el odio, en las campañas de desprestigio personal, en las Fake News, los ataques de bots y netcenters en las redes sociales, inventarse falsas tendencias sexuales, cuestionar la espiritualidad de las personas y acusando de asesino al que no sea “provida”. Y qué decir de la criminalización que comandan desde las instituciones de justicia con denuncias espurias y procesos inventados. Todas esas tácticas sucias, que sabemos desde ya que harán, están basadas en sentimientos negativos que les han funcionado, pues llevamos ya dos campañas electorales donde el “anti-voto” ha determinado al presidente de la república.

Por otro lado, la política de la Inclusión debe estar basada en la idea de que todos somos diferentes, en opiniones, pensamientos, sentimientos y preferencias sexuales, sin embargo, y más importante aún, todos somos iguales en derechos y por ende debemos respetar nuestra dignidad, integridad, espiritualidad y buscar esos aspectos que nos unen en vez de los que nos separan, porque será entonces que podamos construir un plan de nación que beneficie a la mayoría de la población y no a los pocos de siempre. En resumen, la política de la inclusión se basa en el amor, pues toda relación de amor comienza y termina por el respeto.

Debemos tomar en cuenta que el voto es mayoritariamente sentimental. Odio y amor, amor y odio, serán los sentimientos que nos impulsen a votar por algún candidato o partido en las siguientes elecciones. Las experiencias internacionales recientes nos enseñan esta lección: AMLO, Petro, Boric y próximamente Lula, nos ilustran en cuanto a que, solo incluyendo a todos los sectores de la población, se alcanza la victoria. Y más importante aún, se gobierna eficazmente.

Por todo esto, es que considero que tenemos que perder el miedo a la política de la cancelación y debemos desde ya adoptar e implementar la política de la inclusión. La unidad es posible y necesaria, que triunfe el amor por sobre el odio, que triunfe el debate por sobre la cancelación, que triunfen las ideas y las propuestas por sobre el descredito y la mediocridad.

[1] ¿Qué es la «cultura de la cancelación? La práctica de moda en la ultraizquierda (abc.es)

[2] 150 prestigiosos intelectuales firman una carta alertando del auge de la intolerancia en la izquierda (abc.es)

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