Créditos: CEJIL
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Por Francisco Simón Francisco

En el marco del Día Mundial del Refugiado, que se conmemora cada 20 de junio, el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) publica los resultados de un proyecto de investigación denominado: “Clima en movimiento”. Prensa Comunitaria participó en este proyecto, junto a 6 medios de comunicación y 11 periodistas de Centroamérica y México.

Durante cuatro semanas, entre octubre y noviembre de 2021, los periodistas, junto a expertos sobre cambio climático, migración y periodismo, trabajaron siete reportajes, uno por cada país. Prensa Comunitaria realizó tres de ellos.

Desde Panamá hasta México, estas investigaciones periodísticas muestran la realidad de las personas que han sido obligadas a dejar sus hogares como consecuencia del cambio climático, las dificultades de desplazamiento y la invisibilización de esta problemática en el ámbito del derecho internacional por los Estados que enfrentan el fenómeno de la migración.

Con estas investigaciones, CEJIL busca visibilizar la movilidad humana producida por el cambio climático. Principalmente, para que las historias, vivencias y voces de las personas afectadas, lleguen directamente a las tomadoras de decisión, dicho de otro modo, a organismos internacionales de derechos humanos, autoridades a nivel nacional y local de cada país, entre otros; y que visibilizarlas pueda resultar en rutas para su adecuado abordaje.

Entre los principales hallazgos se encuentra: que, en Guatemala, Honduras y Nicaragua, en noviembre de 2020, las tormentas Eta y Iota desplazaron a más de 225 mil personas. La destrucción de sus viviendas y la dificultad para acceder a los alimentos suficientes o agua potable, son las causas más relevantes.

Además, se describe cómo el desplazamiento está relacionado con la falta de seguridad alimentaria, especialmente por los ciclos de agudas sequías y lluvias que han impactado el Corredor Seco Centroamericano (CSC), una zona que inicia en Chiapas, México, cubre parte de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, en la que habitan más de 10 millones de personas.

Entre otros aportes, las investigaciones concluyen que las personas que huyen de sus comunidades por razones climáticas se enfrentan con el poco reconocimiento en el Derecho Internacional Público, como una causa para la migración o el refugio, al igual que en el marco legal interno de estos países. Por lo tanto, quienes se han visto forzadas a desplazarse, se enfrentan a una situación de profunda invisibilización y desprotección.

 

Prensa Comunitaria: dos comunidades migran por impactos de hidroeléctricas

En Guatemala, Prensa Comunitaria investigó cómo dos comunidades indígenas, situadas en una región fronteriza de Huehuetenango con México, se enfrentan y buscan la manera de sobrevivir ante los impactos ambientales que provocaron dos hidroeléctricas en sus territorios.

El caso de la comunidad de Yulch´en Frontera, una comunidad maya Chuj, del municipio de San Mateo Ixtatán, la construcción de dos hidroeléctricas de la empresa Energía y Renovación, S.A., provocó transformaciones y cambios en el medio ambiente, que hasta hoy afectan las dinámicas de vida. Estos cambios se constatan en la contaminación de los ríos e impacto en el hábitat de los animales. Según los pobladores, el trabajo de la empresa, además de generar un ambiente de criminalización en el lugar, también afectó las actividades de subsistencia, que son la producción de maíz y frijol; las cosechas de café y cardamomo se están acabando.

Estos cambios han generado nuevas rupturas entre las personas y su entorno ambiental, puesto que las pérdidas de cultivos, que se agravaron con el paso de las tormentas en noviembre de 2020, están incentivando la salida de al menos 2 personas por cada 10 habitantes, quienes migran a Estados Unidos y México.

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https://climaenmovimiento.org/guatemala-2/

Bella Linda, otra comunidad de San Mateo Ixtatán, enfrenta el incremento de la migración juvenil y el desgaste del ecosistema, que continúa afectando sus cosechas y su consumo de agua.

La gente de allí, tiene ahora un motivo más para migrar: el desgaste de su hábitat y con ello la pérdida de sus cosechas, sumándose a los factores de pobreza y falta de oportunidades en salud y educación, provocó la expulsión de un sector de la juventud de la comunidad. Los jóvenes tienen que migrar, porque su única fuente de ingresos la están perdiendo y ahora su esperanza está puesta en migrar hacia Estados Unidos.

El paisaje verde, que aún se observa en Bella Linda, se ha empezado a transformar por la sequía. Para llegar a esta comunidad se deben recorrer más de 180 kilómetros desde la cabecera departamental de Huehuetenango, que incluyen caminos en mal estado o de difícil acceso que requieren de vehículos especiales para terracería. En el trayecto se pueden observar montañas perforadas por los trabajos de las hidroeléctricas y cerros derrumbados, represas abandonadas, materiales de construcción y maquinaria oxidada y olvidada, todo lo que ha dejado huellas, principalmente en los ríos.

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Bella Linda, la comunidad fronteriza donde migran personas y animales por el impacto ambiental de hidroeléctricas

Entre otros trabajos publicados por CEJIL, en México se cita la historia de Ricarda Flores, del estado de Tabasco. Ella recuerda que hace 10 años tuvo que dejar su casa, situada a unos 150 metros de la costa, porque el mar se la comió. Desde entonces, ha recorrido tierra adentro, pero su única alternativa ha sido mantenerse a la orilla de esta playa en Sánchez Magallanes, un rincón de Tabasco donde los efectos de la crisis climática no han dejado de sentirse.

Además, debe enfrentar y superar la muerte de su esposo, Carlos Córdova, quien murió en 2020 por COVID-19. Ricarda ha tenido que trabajar en la desconcha de ostión, para sacar adelante a su hijo menor de edad y a su tío, quien vive con discapacidad.

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México

En El Salvador, el Corredor Seco, es una realidad con la que tienen que lidiar los pobladores del cantón El Aceituno de La Unión. Hace que la vida de 12 mujeres agricultoras sea insostenible. Dicen que no tienen otra opción. Están obligadas a abandonar por un rato la parcela comunitaria en la que cultivan maíz, maicillo y sandías. Su verdugo es el sol del mediodía, que les quema la piel. Por eso, actualmente están huyendo del campo y siguen la ruta migratoria para encontrar mejores oportunidades para sus familias en Estados.

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El Salvador

En Honduras, las comunidades del municipio de Marcovia, al sur del país, que habitan en la franja del Corredor Seco, en los últimos años han visto cómo el mar va comiéndose las comunidades; en la comunidad de Cedeño, la erosión costera se ha convertido en un problema grave para los pobladores.

En ese pueblo, la migración es la segunda opción para sobrevivir. Manuel y Adriana tuvieron tres hijos: Marvin Manuel, José Luis y Walter. Todos intentaron irse del país. Uno incluso lo logró y pasó la frontera de México-Estados Unidos: Marvin Manuel, quien hace cuatro años fue deportado. Antes de migrar, Marvin era pescador —de los mejores según cuentan en su comunidad—, pero para lograr la subsistencia también trabajaba, en lo que saliera: pintura, construcción o soldadura.

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Honduras

Mientras en Nicaragua, además de la violencia política con la que deben lidiar, en noviembre de 2020, los miskitu, una población indígena, tuvieron que enfrentarse a un segundo enemigo. Las tormentas Eta y Iota, cambiaron para siempre las vidas de cientos de personas en los territorios indígenas de la Costa Caribe Norte de Nicaragua. Decenas tuvieron que salir de sus tierras y migrar a Costa Rica, en donde casi nadie habla su idioma ni consiguen empleo.

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Nicaragua

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