Créditos: Prensa Comunitaria.
Tiempo de lectura: 2 minutos

Consecuencias de un probable fraude electoral

Por: Edgar Gutiérrez Girón

El Pacto de Corruptos ha roto todos los códigos del orden jurídico-político republicano. Solo le queda destrozar las elecciones generales del próximo año. Sería un punto de inflexión definitivo.
El fraude electoral en la USAC -aupado por el Pacto- puede considerarse un laboratorio. Lo que hemos visto en la Universidad esta semana es cómo empiezan a tomar forma dos tendencias que podrían ser el punto de partida para otra correlación de fuerzas.
Por un lado, las asociaciones estudiantiles han quedado rebasadas. Por otro lado, los campos van delimitándose de manera incontestable. Tristemente las carreras humanísticas han quedado capturadas por el Pacto, mientras las facultades científicas y tecnológicas están surgiendo como la reserva moral.
La organicidad de la USAC, es decir, el tejido social que puede derrotar el fraude, descansa en sus gremios: estudiantes, docentes y profesionistas. Y la derrota real del fraude pasa por hacer crujir el gobierno universitario y otear un horizonte de reforma electoral. No consiste solo en lograr que se convoque a nuevas elecciones.
Si el Pacto no pone sus barbas en remojo a partir de las dinámicas en la Universidad, un escenario plausible en el corto plazo sería el de la revuelta y el aislamiento. Un fraude mediante la exclusión arbitraria de los candidatos de oposición, terminaría de cerrar los poros de la democracia. Difícilmente la población lo toleraría.
La clave es dónde se localiza la organicidad ciudadana. Las clases medias urbanas y rurales jóvenes, aunque son minorías, transmiten signos de constitución de una masa crítica. La incógnita es si los partidos de oposición estarán a la altura o quedarán rebasados.
Asociado a la organicidad social, el impacto con poder desequilibrante ante un fraude electoral tendría lugar en el frente internacional. Si ya comienza a calar el hielo de ser un régimen paria, un fraude le cerraría todas las puertas. Le llovería con granizo. Las sanciones serían mucho más que simbólicas. Con una oposición competente y legítima en la interlocución, el régimen no sobreviviría un invierno crudo sin las provisiones extranjeras.
El Pacto no tiene los recursos naturales de Maduro, ni la experiencia diplomática de Cuba, ni siquiera los amigos de los Ortega-Murillo. Esos regímenes sobreviven hasta ahora gracias a esos capitales acumulados, pero también debido a que no tienen opositores consistentes. Por esa razón Estados Unidos está bajando la presión a cambio de aperturas democráticas y reformas en el sistema de justicia, mientras Maduro, Díaz-Canel y Ortega también están urgidos de un alivio económico. Washington no tiene interés de hacerle el juego a una nueva Guerra Fría en el hemisferio.
Este otro contexto abona al cierre del horizonte a los señores y señoras del famoso Pacto.

Publicado originalmente desde El Periódico

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