Créditos: Daniel Caal.
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Por Daniel Caal y Francisco Simón

Fotografías: Daniel Caal

La historia de la masacre ocurrida en el municipio de Panzós, hace 44 años, persiste en la memoria de los pobladores del pueblo Q´eqchi´. El crimen contra mujeres y campesinos ocurrió el 29 de mayo en 1978; las personas presentes en aquella ocasión, solo esperaban una respuesta del alcalde municipal, Walter Overdick García, ante el despojo de sus tierras en manos de terratenientes. No obstante, fueron atacados por el Ejército bajo el mando del militar y presidente en aquel entonces, Kjell Eugenio Laugerud García.

Ante esa masacre, la más cruenta que se vivió en Panzós, situado en Alta Verapaz sobre la Franja Transversal del Norte (FTN), este 30 de mayo más 600 personas revivieron la memoria de sus ancestros y recorrieron las principales calles del municipio para exigir justicia.

El recorrido comenzó a las 9 horas en la aldea Soledad -un lugar familiarizado con la masacre-, porque fue esa tierra en esa época, sobre la cual reclamaban sus derechos de propiedad. Mientras avanzaba la marcha, liderada por cuatro organizaciones, entre estas la Asociación de Viudas y Huérfanos (AVIDESMI), se destacó la consigna: “Panzós hoy, mañana y siempre”.

La multitud de mujeres, niñez y personas adultas provenientes de El Estor, Izabal; y de los municipios de Senahú, Tucurú, Tamahú, Tactic y pobladores de Panzós, del mismo departamento. También pasaron frente a la sede municipal del Ministerio Público, luego al Juzgado de Paz en donde a todo pulmón gritaron: “¡Justicia para Panzós!”.

Foto: Daniel Caal.
Foto: Daniel Caal.

Finalmente, llegaron al parque central del municipio para cerrar la jornada, en donde dieron lectura a un comunicado que elaboró el Comité de Unidad Campesina (CUC).

“El 29 de mayo de 1978, el parque de Panzós, Alta Verapaz, una lucha legítima de campesinas y campesinos, en contra del despojo de la madre tierra, se tiñó de rojo con la muerte de centenares de hombres y mujeres que reivindicaban su derecho a la propiedad de la tierra”, cita el comunicado.

El documento también destaca que “la masacre de Panzós, no solo significó la pérdida de muchas y valiosas vidas humanas, sino que fue la primera masacre efectuada pública e impunemente en la plaza del pueblo; el Ejército apostado en lugares estratégicos disparó indiscriminadamente contra hombres, mujeres y niños; tal hecho, está presente en la memoria de los sobrevivientes de las y los habitantes de Panzós”.

Cuatro murales en memoria de los masacrados

Cada cuatro años, estas organizaciones convergen en el mismo lugar y en la misma fecha para reivindicar la memoria de los masacrados por el Ejército de Guatemala.

Pero destaca en estos 44 años del hecho ocurrido, la publicación de un documental llamado “Memoria por la Tierra”, elaborado por la Fundación Toriello, que narra la historia de lo que se vivió en Panzós el 29 de mayo de 1978.

Entre otras actividades, un grupo de jóvenes, mujeres y autoridades comunitarias de esa región de las Verapaces, elaboraron cuatro murales el pasado sábado 28 de mayo, en conmemoración de la masacre.

Estos murales fueron llamados: Panzós resiste, Juventud Q´eqchi´ resiste, Sierra de las Minas resiste y Pueblo Q´eqchi´ resiste”. De los cuales, uno fue pintado en el parque central de Panzós y tres en lugares con mayor circulación, en donde las comunidades pueden verlos.

Foto: Daniel Caal.

Los que participaron llenaron de colores las paredes del municipio y con trazos fueron reconstruyendo rostros e imágenes que dan cuenta de lo ocurrido en 1978, de sus demandas históricas y de las presentes como la recuperación de la tierra y la expulsión de la empresa minera Compañía Guatemalteca de Níquel CGN y la transnacional ruso-suiza Solway.

Una masacre que no se olvida

El 29 de mayo de 1978 decenas de mujeres y campesinos estaban frente a la Municipalidad de Panzós, Alta Verapaz, esperaban una respuesta del alcalde de la localidad ante el despojo que sufrían de sus tierras. El complejo minero EXMIBAL, dedicado a la explotación de níquel, ocupaba tierras comunales, que los campesinos usaban para sembrar sus alimentos. Además, quienes impulsaban los megaproyectos de la Franja Transversal del Norte (FTN) y la hidroeléctrica Chixoy amenazaban con expoliar las pocas parcelas que les quedaban.

Como respuesta a sus exigencias fueron reprimidos por el ejército de Guatemala, que desde muy temprano ocupó lugares estratégicos para atacar a la población civil desarmada. Las primeras ráfagas asesinaron a 35 personas. El Ejercito hizo más disparos; hombres, mujeres y niños se abalanzaron a las lanchas que les esperaban sobre el río Polochic, en la carrera por salvar su vida volcaron los aparatos y algunos murieron ahogados.

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De ese 29 de mayo de 1978 persisten acontecimientos, como el reclamo por el despojo de tierras, la lucha histórica del pueblo maya Q’eqchi’, pero también figuras emblemáticas de liderazgo de mujeres, como Adelina Caal, conocida como Mamá Maquín, según la socióloga Ana Silvia Monzón.

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