¿Cómo les vamos a responder?

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Tiempo de lectura: 3 minutos

“El pensamiento nace de la ira,

no de la quietud de la razón; no nace

del hecho de sentarse, razonar y reflexionar

sobre los misterios de la existencia, hecho que

constituye la imagen convencional de lo

que es ‘el pensador’”

(Holloway, 2005)

 

Por Kajkoj Máximo Ba Tiul[1]

 

Vemos caer a pedazos nuestro país y no hacemos nada. Un día nuestros hijos y nuestras hijas nos preguntarán: ¿y ustedes qué hicieron para detener tanta destrucción? ¿qué hicieron para detener la corrupción y la impunidad? ¿Salimos a manifestar en contra de este pequeño grupo de criminales que se han adueñado de todo? ¿Supimos que el CACIF, los militares, los narcotraficantes, políticos, algunas iglesias, algunos medios de comunicación son quienes controlan el poder?

También preguntarán; ¿Por qué les estamos entregando un país y un Estado totalmente destruido?  ¿Qué les vamos a responder? Les responderemos como cuando nos hacían sus preguntas de niños y niñas ¿Los vamos a callar?  ¿Vamos a fortalecer el espíritu del miedo, de la represión en ellos?  O los enviaremos de nuevo a sus cuartos, para que no sigan con sus preguntas.

Nuestros hijos y nuestras hijas un día nos reclamarán, por qué los corruptos y corruptores, están contentos y vitoreando a los cuatro puntos cardinales; ¡que están logrando con paso firme su proyecto de restauración! y nosotros no hacemos nada.  Nuestros hijos e hijas reclamarán por qué les tuvimos o les tenemos miedo. Por qué nos estamos dejando que hagan lo que quieran con nosotros.

Nos dirán que no aprendimos nada de quienes dieron su vida por un mejor país. Reclamaran que fuimos unos cobardes, porque pareciera que no nos importa que la corrupción y la impunidad está creando pobreza, migración, desnutrición, analfabetismo, etc.

Reclamarán que los corruptos están obligando a jueces a exiliarse, a encarcelar a periodistas, a criminalizar a líderes y lideresas comunitarias. Que los corruptos están entregando a las empresas internacionales nuestros recursos. Que los ricos, sobre todo quienes están en el CACIF, son cómplices de tanta cochinada. Que las iglesias han convertido a dios en un fetiche para ser cómplices de la corrupción.  Que a Dios lo han encarcelado en palacios de mármol (iglesias, juzgados, congreso, casa presidencial, zonas militares, mansiones de narcos), en donde los criminales se santiguan, rezan, oran, antes de emitir una sentencia o aprobar una ley en contra del pueblo.

Nuestro país se cae a pedazos. Los corruptos y corruptores están a la orden del día.  No tienen vergüenza. Andan por todos lados. Empresarios, políticos, militares, religiosos, algunos líderes sociales, con discursos demagógicos, universidades, académicos, intelectuales, profesionales, profesores, etc., andan coqueteando con la sarta de criminales. De esto no se salva la USAC, que está en manos de mafiosos y si se consolida el pacto criminal que ha hecho de esta casa de estudios, una de sus trincheras para mantener y fortalecer el crimen organizado, podría seguir bajo su control.

Hoy se hace pertinente inculcar en la juventud la conciencia de no olvidar.  De no callar. La conciencia de entender y comprender nuestra realidad. De saber las causas de nuestros principales problemas. Ellas y ellos tienen derecho a que conozcan nuestra verdad.  Como dice nuestro amigo Sergio Godoy: “No debemos olvidar ni acallar el clamor por la justicia, por el bien de las futuras generaciones y por la paz de nuestra conciencia”[2].

Hoy se manifiesta imprescindible que transmitamos a las próximas generaciones que no deben callar, que deben gritar, que expresen lo que sienten. Que deben saber que no es este el lugar que les queremos dejar. Compartir nuestra historia, sus historias. Hablarles de angustias y esperanzas. Hablar de compromiso. Para que exijan en sus centros educativos que les hablen con objetividad, sin racismo, sin exclusión.  Que no les enseñen solo deberes sino también derechos. Que les digan que la causa de la pobreza, la extrema pobreza, la desnutrición y otros problemas de nuestros pueblos, no son por la pereza, es por el sistema económico y político.

Les tenemos que contar por qué la estatua de Justo Rufino Barrios en los parques.  La de Cristóbal Colon, de Bartolomé de las Casas. Por qué en muchos parques está la estatua de Ubico, de Estrada Cabrera.  Por qué en la avenida reforma está representada la Guatemala criolla, oligárquica, corrupta, mezquina, criminal. Digámosle por qué nosotros tenemos miedo, porque crecimos con él, por qué nos da miedo gritar, disentir. Por qué no nos dejaron gritar, disentir.  Nos enseñaron a decir siempre si, aunque fuera no.

En fin, digámosle que este mundo tiene que cambiar. Habría que preguntarles ¿Cómo podemos hacerlo? y ¿qué podemos hacerlo junto a ellos? Búsquenos con ellos el camino hacia la libertad, hablémosles de libertad y de rebeldía. Caminemos hacia ella, con rebeldía. Gritemos, que otro mundo puede ser posible, si caminamos juntos.

[1] Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo, teólogo, investigador, profesor universitario.

[2] https://twitter.com/comunesperanza

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