Créditos: Filóchofo
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Filóchofo 

Estábamos a principios del año 2022. Los tres poderes de Ciudad Guática, se encontraban en manos de los delincuentes más perversos. Actuaban con total impunidad bajo el amparo de la Robatesis, en el Ministerio Púbico, el siniestro Pingüino, en el Congreso; Don Corleone, el italiano, en el Ejecutivo; y en el Judicial, la temible Gataflaca. Todos y todas conformaban una red de corrupción implacable que hundía a Guática en el espanto y miedo…

Muchos de los superhéroes se enfrentaban a ellos con valentía y audacia, pero también eran perseguidos y condenados a las cárceles. Otros tuvieron tenían que salir huyendo a otras dimensiones espaciales como la del País sin Nombre.

La Liga de la Justicia, gravemente amenazada, por otros secuaces como el Payaso, Cocodrilo, la Chichicaste Venenosa, Enigmático, Friolento, Espantapájaros, Dos Jetas y otros  más, todos escondidos en la Cueva de Criminales o CC.

El único héroe que le estaba quedando a ciudad Guática era Sotzman. Conocido también como el Hombre murciélago o el Caballero de la noche oscurecida.  Laboraba en el Elasteroide, uno de los diarios de la ciudad, el mismo donde también trabajaba el reportero Claro Quent y su novia Luisa Laínez.

Claro Quent era otro superhéroe, también conocido como Supersán, el Hombre de hierro oxidado, que ahora se encontraba en una misión intergaláctica, investigando un contrato opaco del Níkel, en la mina del Store e intentando quemar con sus ojos de rayos infrarrojos al país de Rasputín.

La ausencia de Supersán era aprovechada por los archienemigos de ciudad Guática. Pero también por el propio Sotzman, que estaba perdidamente enamorado de Luisa Laínez y esto le causaba una gran debilidad, peor que la criptonita verde, de  la  Unidad No Empollada (UNE), ya que la tal Luisa no le correspondía a sus constantes  invitaciones para echarse un atol de elote en el Parque Central.

Tal era el escenario en que nuestro superhéroe Sotzman sobrevivía, con su doble identidad de reportero en Elasteroide, encargado de escribir el horóscopo, cartas a Mi Querida Putita, el Chirmolero y desde luego reportear en el Conhueso. Toda esta  labor mal pagada, abajo del salario mínimo, apenas le alcanzaba para remendar su máscara y su capa de murciélago.

Uno de esos días, la hermosa Luisa Laínez, fue secuestrada por el Pingüino, el mismo que compraba votos para mantenerse de presidente del Conhueso. El móvil del hecho respondía a un intercambio: que Elasteroide dejara de publicar los hechos de corrupción que ejecutaba el  Pacto de Podridos, a cambio de la vida de la hermosa Pupusera, mote de las reporteras que cubrían la  fuente.

El terror cundió en Ciudad Guática y ante el clamor de toda la población y organizaciones de derechos humanos, menos de los Kakacif, que se mantenían como siempre en silencio cómplice, nuestro héroe hizo un llamado a toda la población para que la plazas de todo el país se llenaran. Que se pararan todas las actividades  económicas, hasta que Don Corleone, el Pingüino y la Gataflaca renunciaran.

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Los que salieron a contradecir este llamado fueron la Fundación del Terrorismo y la Sinvisa, pero el pueblo organizado los ignoró y respondió de una forma multitudinaria jamás vista en la bicentenaria Guática… y luego de una semana de mantenerse las plazas llenas, los archienemigos de Sotzman renunciaron y fueron enviados a la  dimensión desconocida del Mariscal Zavala y Matamoros, cárceles VIP para el Pacto de Podridos.

Después de esto llegó la tranquilidad a ciudad Guática. Sotzman colgó su capa y su máscara, lo echaron del diario Elasteroide, porque se negó a trabajar ad honorem.  El País sin Nombre había dejado de presionar a Rasputín y la paz regresaba nuevamente.

Supersán también estaba de vuelta, los de la Liga de la  Justicia dejaron de ser la Letanía del desterrado de Asturias y… la hermosa Luisa Laínez aceptó la invitación de tomar atol de elote en el parque central.

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