Así defienden sus derechos las mujeres en territorios mayas

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Créditos: Cortesía
Tiempo de lectura: 7 minutos

Por: Regina Pérez

Guatemala es uno de los países con los índices más altos de agresiones contra defensoras y defensores de derechos humanos que se han incrementado en los últimos dos años. En las áreas rurales, las niñas y las mujeres siguen siendo uno de los grupos más vulnerables a la violación de sus derechos. Es ahí donde las defensoras juegan un rol importante para prevenir la violencia contra la mujer que tiene varios orígenes, desde el machismo hasta la presencia de empresas extractivas en sus territorios.

Según la Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos en Guatemala (UDEFEGUA), en 2021 se registraron 1002 denuncias de agresiones por defender derechos humanos, de las cuales 348 fueron en contra de mujeres. Asimismo, se registraron 3 asesinatos de defensoras y un intento de asesinato, según datos de UDEFEGUA.

A pesar de estos números desalentadores, desde San Marcos hasta el área ixil, en Quiché, hay historias de mujeres que defienden sus derechos, el territorio y acompañan a otras defensoras cuando son violentadas.
Roselia de León, integrante de Fundebase y de la Coordinadora de Organizaciones Ixiles, en Nebaj y Margarita Sebastiana Mejía, del Consejo Mam en su pueblo de San Miguel Ixtahuacán, San Marcos, son muestra de que en todos los territorios las mujeres mayas saben defender sus derechos.

Ellas son parte del proyecto “Mujeres defensoras exigiendo sus derechos en tres territorios mayas” impulsado por Protección Internacional (PI), una organización sin fines de lucro que apoya a defensoras y defensores, con el apoyo de la Unión Europea.

Las dos viven en territorios diferentes pero sus luchas son similares. En el área ixil, Roselia de León ha dado acompañamiento a una alcaldesa ancestral de Chajul, municipio de Quiché, quien por ejercer su derecho a la participación política y exigir el cumplimiento de sus derechos fue criminalizada y denunciada por la misma municipalidad de Chajul.

Roselia de León, integrante de Fundebase y de la Coordinadora de Organizaciones Ixiles, en Nebaj. Foto: archivo personal

La alcaldesa, de quien se omite su nombre por no tener autorización para difundirlo, fue intimidada por su liderazgo, controlada e incluso hubo un allanamiento en su casa, relató De León en una entrevista. Otra compañera, indicó, fue golpeada por un maestro porque empezó a expresar su sentir sobre lo que no le parecía bien. “Lamentablemente el sistema patriarcal ahí está, la reacción de ellos va más allá de la violencia” expresó la defensora ixil.

Anabella Sibrián, directora regional de PI, señaló que las defensoras de derechos humanos requieren de una atención particular porque hay impactos diferenciados en las represalias que sufren por ejercer ese derecho de defensa. PI trabaja para fortalecer las capacidades de las defensoras con un enfoque de género, un enfoque psicosocial y de derechos humanos, pero no empiezan de cero porque esto es algo que ellas ya realizan en sus comunidades y que ya está en sus prácticas culturales.

Anabella Sibrián. Foto: PWS

“La realidad de los pueblos guatemaltecos, sobre todo los pueblos indígenas, ha sido que han resistido por años, por siglos y lo que han hecho es defender sus derechos, su territorio, la reivindicación de sus autonomías” señaló Sibrián.

En San Miguel Ixtahuacán, San Marcos, Margarita Mejía, del Consejo Mam, se involucró en la defensa de las mujeres cuando vio que los habitantes de su comunidad sufrían amenazas cuando comenzaron a protestar por la presencia de la mina Marlin. A los que vivían cerca de la mina, refiere, querían sacarlos de su territorio. La gente tenía miedo y nadie los defendía. “Las casas se hundieron y los nacimientos se secaron” relató.

Ella comenzó a involucrarse poco a poco, consciente de que sus derechos tenían que ser respetados porque “somos seres humanos, tenemos vida, tenemos hijos, nietos”. Así fue como empezó a formarse en capacitaciones y talleres donde aprendió más sobre sus derechos los cuales afirma no son aplicados “dicen que estamos en contra del desarrollo, pero no es así, sino que nuestra vida tiene que ser respetada”.

Paula Martínez, encargada del área de Género de PI, dijo que las defensoras tienen un posicionamiento político pero descuidan la parte personal y por un mandato patriarcal cuidan de los demás pero el autocuidado se queda en último plano.

Martínez indicó que según investigaciones que la organización ha realizado, las defensoras, en los territorios han sufrido violaciones a sus derechos humanos, ya sea violencia sexual o la falta de acceso a salud y educación.
Y a pesar de que apenas un 45 por ciento ha tenido acceso a educación media, y el restante apenas culminó la primaria o no saben leer y escribir el liderazgo que ejercen es fidedigno, como el que Martínez ha podido observar en las defensoras de San Marcos, por la convicción y la claridad en la que se involucran en el tema de la defensa de los derechos humanos.

Asociación de Mujeres Ixqik. Foto: Prensa Comunitaria

Del autocuidado a la denuncia

Roselia de León señaló que como defensora ha sido intimidada y ha sido discriminada en diferentes espacios por ser mujer, pues todavía persiste la costumbre de que ellas únicamente tienen que recibir órdenes. “Son cosas que todavía existen en la sociedad, empezando por las instituciones del Estado y muchas veces dentro de las organizaciones, que todavía no han cambiado las actitudes machistas” reconoció.

Para Margarita Sebastiana, en San Marcos, el autocuidado es cuidarse a ellas mismas y aliarse con otras organizaciones, aunque no estén en el mismo lugar.

El fortalecimiento de capacidades para la protección colectiva es uno de los componentes del trabajo de PI, el cual busca no solo un abordaje individual sino que se asemeja a los grupos de ayuda mutua, donde las personas comparten las situaciones que están viviendo y se apoyan unas a otras, indicó Sibrián.

Para llegar a este punto se siguen un proceso acompañado de una profesora de psicodrama que ayuda a que el grupo se vaya apropiando de sus dinámicas colectivas en este abordaje psicosocial.

En este camino también se encuentran dificultades. Martínez indicó que en el área ixil, por ejemplo, existe la limitante del silencio, el trauma transgeneracional por el conflicto armado interno que golpeó con fuerza a esa región. A pesar del miedo, ellas accionan por la defensa de los derechos de las mujeres, por ejemplo, acompañaron el caso de Juana Raymundo, una mujer maya Ixil que fue asesinada por un pastor e integrante de una organización de la sociedad civil en agosto de 2018.

Según la encargada de género de PI, quien también es psicóloga, aunque hablar sea un tema muy trillado, es el primer elemento del paso de liberación de las mujeres y considera que en el momento de articularse en una red, eso les permite a las mujeres ixiles generar otra condición de vida y hacer el ejercicio de denuncia, que es lo más difícil, y también el ejercicio de gestionar espacios públicos, lo que alimenta su autonomía.

Para De León, acompañar a las defensoras que han sido amenazadas o intimidadas, es parte de la protección colectiva que ejercen, “para que no se vea que es solo una organización o persona, tiene más peso cuando se da un acompañamiento colectivamente” indicó.

Margarita Sebastiana señaló que cuando una de sus compañeras es amenazada o intimidada, en lo individual orienta a su compañera o la acompaña para denunciar. En el tema colectivo, lo que hacen es convocar a sus compañeras y se unen, para tener más fuerzas y que las personas que las amenazan se den cuenta de que no están solas.

Desafíos para las defensoras de derechos humanos

Sibrián señala que les preocupa mucho la tendencia creciente de agresiones contra mujeres defensoras, que además tiene una característica de violencia de género.

“Realmente la crueldad con la que se agrede a mujeres defensoras y no me refiero solo a agresiones físicas pero psicológicas, en redes sociales, tienen un fuerte componente de violencia de género, usualmente esas formas de violencia contra las defensoras no se persiguen” indicó.

Lo que se hace en estos casos, según Sibrián, es el que Ministerio Público (MP) desestima los casos o busca otras salidas y no darle continuidad a la persecución penal, tanto en casos de violencia física, así como de violencia psicológica.

Según UDEFEGUA, el aumento de agresiones en contra de defensoras de derechos humanos es por la diversidad de luchas que ellas realizan en la actualidad, desde la defensa de sus derechos sexuales y reproductivos hasta la defensa de la tierra y el territorio.

En 2020, durante la pandemia, dicha organización registró 1055 agresiones, el número más alto desde 2015. En 2021 fueron 1002.

La visión de PI al trabajar con mujeres defensoras, es que ellas ejerzan su derecho a defender derechos humanos en condiciones de equidad, sin riesgo a represalias, lo cual no es tan sencillo en el contexto donde se trabaja, refirió Sibrián.

“Hay grandes desafíos para las mujeres que defienden derechos que incluyen su relación con sus pares, las mujeres defensoras de derechos humanos todavía tienen el desafío, al mismo tiempo que están defendiendo derechos colectivos, del medio ambiente, del territorio, de los pueblos indígenas, muchas veces también tienen que entrar en su propia defensa a la par de sus colegas, que hacen defensa del territorio con ellas y que son hombres pero que en muchas ocasiones se pueden constituir en una amenaza, para ellas por la forma de relación que imperan en un contexto patriarcal como el que se vive en Guatemala” indicó.

Tanto De León como Sebastiana Mejía seguirán su lucha por la defensa de sus derechos, ante los obstáculos que encuentran en sus regiones, el machismo es uno de ellos, que en el área ixil según Roselia, sigue siendo un elemento fuerte, que empieza desde las autoridades municipales y comunitarias y se ve hasta en las organizaciones.

Para Mejía, en San Miguel Ixtahuacán, uno de los retos que tienen las mujeres para que se cumplan sus derechos es continuar con las capacitaciones y talleres, pero reconoce que a veces los esposos pueden ser un obstáculo, ya que ellas tienen que pedirle permiso para participar.

En su comunidad, hay 66 mujeres organizadas, pero aún les cuesta participar “hay mucha discriminación, hay mucho machismo” indicó.

Para Martínez, las defensoras tienen una autonomía genuina y no es por el trabajo que PI hacen que han despertado. “Ellas tienen un liderazgo genuino, lo que nosotros hacemos es dar herramientas para la protección colectiva, la diferencia es que vamos a los territorios a articular todo el fortalecimiento y a partir de ahí se genera toda la protección” refirió.

“Gracias al creador que estamos luchando, pero no es fácil” afirmó Mejía.

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