Regreso a clases en pandemia: entre desigualdades y retos que permanecen

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Créditos: Escuela Oficial Urbana mixta, jornada matutina Santa Eulalia, Huehuetenango. Febrero 2021. David Diego Marcos
Tiempo de lectura: 5 minutos

 

Persisten marcadas brechas entre la población estudiantil que acude a centros educativos públicos y privados; no obstante, ambas comparten incertidumbres, riesgos y retos para continuar con su educación a dos años de confinamiento por la pandemia de COVID-19. Las dificultades y desigualdad para acceder a la tecnología, los problemas de los padres y madres para apoyar a sus hijos en casa teniendo que trabajar. La desigualdad como causa de la deserción escolar y la migración.

Por Imelda Tax

Editado por Lourdes Álvarez Nájera

Luego de dos años sin un ciclo de clases normales, la niñez y juventud que vive en los departamentos de Guatemala se prepara para regresar a las aulas que dejaron por el confinamiento obligatorio, luego de reportarse el primer caso de COVID-19 en nuestro país, en marzo del 2020.

No obstante, subsisten muchas dudas sobre las condiciones que brindarán tanto los establecimientos públicos como privados, que ya comienzan a implementar modalidades presenciales o híbridas para el ciclo escolar 2022.

Los desafíos que enfrentan las y los estudiantes, padres y madres de familia, y grupos de docentes son más que evidentes. Durante un recorrido realizado en Totonicapán se pudo constatar que algunos establecimientos privados han retomado las clases, mientras los públicos lo harán en febrero, según el cronograma del ministerio de Educación.

Entre “frijolitos” y kit de limpieza

En el Instituto por cooperativa del cantón Xantún, un centro educativo público, la profesora Alejandra Ordóñez, que en años anteriores era la directora, comentó que le ha tocado asumir nuevamente como profesora y dijo que el reto fue encarrilar al resto de docentes para el uso de la tecnología, porque ellos y ellas tenían que costear esos gastos de adaptación.

“Este año me dijeron que iba a impartir clases y dejé el cargo de directora; la mayoría de estudiantes no tienen tecnología. La economía no es la adecuada. El reto más grande hasta la fecha es enseñar a los jóvenes el uso de la tecnología y animarlos, porque algunos trabajan para poder tener un teléfono inteligente”, comentó la profesora.

Ordóñez añadió que la mayoría de jóvenes que acude al instituto cuenta con un teléfono conocido como “frijolito” porque no posee altos niveles de tecnología y solo sirve para recibir llamadas o enviar mensajes de texto. “Los papás no pueden ayudar a sus hijos con los teléfonos o computadoras, por eso los docentes trabajaban cuadernillos, yo estuve visitando algunas casas”.

Esther Castro, de 14 años, y estudiante de ese instituto, indicó que se le ha dificultado tener acceso a la tecnología para complementar su aprendizaje, pero tuvo apoyo de parte de su papá y mamá. Lamentó que algunas de sus compañeras no pudieron finalizar el ciclo escolar.

“Este año me siento capacitada para recibir mis clases virtuales”, dijo Castro con entusiasmo.

Para el estudiante Dany Aguilar, también, de 14 años, la dificultad que tuvo se centró en la señal de internet. “No es tan buena en mi casa, pero cuento con el apoyo de mis papás. Yo prefiero las clases presenciales”.

Juan Pedro García, nuevo director del instituto, señaló que para este ciclo escolar solo tendrán el 45% de estudiantes, porque muchos ya no quieren estudiar y otros migraron debido a la pandemia que les afectó a ellos y sus familias.

El director dijo que “para darles una educación de calidad a los estudiantes, se les capacitó a todos los docentes con apoyo de la maestra del curso de tecnología”.

Y sobre las estrategias o protocolos de bioseguridad que se implementan este año para retomar las clases de forma segura, se pide a las y los estudiantes cargar su “kit de desinfección y mascarilla, igual a los docentes, también se les pide desinfectar a los jóvenes antes de ingresar al salón”.

García dice que los maestros de educación física deben llevar a los estudiantes a espacios libres y también destacó que se mantiene constante comunicación y reuniones con los responsables de las familias. “Esto es lo que nos indica el ministerio de Educación”, concluyó.

Colegio aumentó estudiantes, se modificó reglamento de evaluación

En contraste con el centro educativo público, la directora del colegio Guatemala, en la cabecera de Totonicapán, Keila Baquiax, informó que el porcentaje de estudiantes para el 2022 aumentó. Ese colegio modificó su reglamento de evaluación para las y los estudiantes que reprobaron el año.

“Por la pandemia se modificó el reglamento, pero también por varios motivos”, dijo la directora, quien no profundizó más, pero destacó que a los estudiantes que no contaban con internet se les proporcionó guías y hojas de trabajo.

Ese centro privado implementa un formato híbrido, que, según el ministerio de Educación, para su implementación se debe contar con espacio suficiente y amplio, salones ventilados y no mantener más de diecinueve estudiantes en una misma área, para garantizar “las burbujas” de distanciamiento. Además, los de primaria y diversificado deben estar en horarios diferentes.

El administrador del Instituto Técnico en Computación Totonicapense, Sergio Pérez, dijo que el porcentaje de deserción también les afectó, pero se mantienen en un 90% de asistencia.

Reconoció que las y los estudiantes dejaron de asistir por la economía, la tecnología y otros  migraron.

“El mayor reto para mí como administrador fue implementar tecnología en todos los salones, se tuvo capacitación con todos los docentes y de esta forma también se orientó a los jóvenes para adaptarse a la nueva era de la tecnología. Los jóvenes ya están asistiendo a sus clases”, indicó el administrador.

Entre las medidas de bioseguridad citó el distanciamiento, aplicación del gel, lavado de manos, toma de temperatura, ventilación de salones, y se ha dividido por grupos a la comunidad estudiantil, una semana presencial y otra virtual.

Brechas que permanecen

Para Brayan Cano, de 15 años, y estudiante del nivel básico, fue un reto adaptarse a la tecnología, porque desconocía el manejo de algunas plataformas, aunque la preparación académica que recibió en el 2021 fue muy buena, extrañando siempre la socialización con sus compañeros.

Para Angélica Tzoc, de 21 años, estudiante de la Escuela Normal Rural de Occidente (ENRO), fue muy difícil trabajar y estudiar, algo que no solo sucede en el tiempo de la pandemia. “Siempre nos afecta la economía y también la distancia en la que se encuentra la escuela, tengo que caminar mucho y ahora por la pandemia, tengo que recargar a diario para poder recibir mis clases. No tengo computadora para recibir mis clases, nomás prestaba para poder recibir. Yo prefiero que las clases sean presenciales porque uno entiende mejor y aprende más, virtual se va la señal y no se logra escuchar; es mejor presencial”.

Madres y padres que pasaron a profesores

Bayron García, un padre de familia de Totonicapán, dijo que cada día se esfuerza para dar lo mejor a su familia y mandar a sus hijos a la escuela.

“El COVID-19 vino afectar mucho a los estudiantes como a la economía, ya que nuestros hijos no aprenden bien. Gracias a Dios, con la venta de refacciones estamos saliendo adelante. Mis hijos hacen el esfuerzo, aunque no es lo mismo ir a clases que estar sentados en una computadora, porque hay que estarlo viendo y a veces no da tiempo por el trabajo. A mí me cuesta un poco la tecnología, los maestros gracias a Dios se prepararon para impartir clases virtuales”, agregó García.

Para Aura Rosales, madre de familia, la economía fue lo que más sufrió desde que inició la pandemia. “Cerraron todo y no podía vender mi producto, me afectó en mi familia, pero estoy luchando para darle lo mejor a mi nena. En la escuelita gracias a Dios le dieron víveres, alimentos, cereal y su leche. Cuando los niños dejaron de recibir sus clases, yo si tuve comunicación con las maestras, pero yo no le dedique tiempo por el trabajo y como hay que estar con ellos y yo no podía”, lamentó.

Para este retorno a clases, la situación pareciera ser más compleja para las familias y estudiantes que asisten a centros educativos públicos, ya que en su mayoría dependen de los ingresos diarios que obtienen en trabajos de subsistencia.

Pese a ello, las familias y estudiantes que asisten a centros educativos privados, también se enfrentan al reto de contar con planes educativos adecuados y acordes a las habilidades y competencias que necesitan desarrollar, más allá de únicamente promoverlos de grado por una cuota fija mensual.

Lo que ambos grupos de población comparten es la falta de herramientas tecnológicas y fácil acceso a las mismas, que les complica estudiar, razón por la que muchos ven la necesidad de migrar y abandonar sus aspiraciones. Además, el doble o triple esfuerzo que realizan las madres y padres de familia, que por motivo de trabajo o desconocimiento de la tecnología no pueden apoyarles, sumado a la falta de orientación adecuada por parte de docentes, que no estaban preparados para motivar a la niñez y juventud durante un evento como la pandemia y el confinamiento.

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