“Antes de la pandemia no teníamos ni siquiera la capacidad para responder a los problemas regulares de salud”

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Créditos: Diputada Lucrecia Hernández Mack, bancada partido Semilla. Foto Javier Arango
Tiempo de lectura: 8 minutos

“La pandemia desveló aún más nuestro precario sistema de salud”

Por Héctor Silva Ávalos

Prensa Comunitaria conversó con la diputada y exministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, a finales de 2021 para evaluar todo lo que la pandemia de la COVID-19 ha dejado a Guatemala, a las víctimas de la enfermedad, al personal sanitario, a su sistema de salud. La diputada de Semilla está convencida de que la pandemia desveló de una forma más cruda todas las carencias históricas del sistema público guatemalteco y cree que el país está perdiendo una oportunidad de oro para descentralizar, desde lo público, sus servicios sanitarios. Hoy, a inicios de 2022, a casi dos años de haber cerrado el país por el coronavirus, Guatemala se enfrenta a la variante ómicron, cuya presencia ya el gobierno de Alejandro Giammattei confirmó, con un sistema diezmado y un buen porcentaje de la población reacia a vacunarse. Estas son las reflexiones de la diputada Hernández Mack.

Guatemala ha pasado mucho tiempo sin saber exactamente cómo la golpeó esta pandemia, en lo sanitario, en lo económico, en lo humano. Cuando ves para atrás, ¿cómo ves al país que hoy se sigue enfrentando a esta pandemia que parece no terminar nunca?

La pandemia se ha convertido parte de la nueva normalidad. Regresemos un poquito al 2020. Las primeras medidas que se toman para contener la pandemia impactan fuertemente. Y no estamos hablando de los grandes sectores económicos del CACIF y de los empresarios de siempre; estamos hablando de más del 80% de la población que vive en informalidad y que definitivamente tiene que salir a trabajar día a día para ganarse los frijoles que se van a comer en la tarde. A estas alturas tener encerrada a la población es imposible, verdad. Lo que hemos visto en otros países es que estos confinamientos son viables en la medida que existen sistemas de protección social que asegura a la población que, aunque no salga a trabajar, va a tener ingresos.  Aquí no. Aquí el Estado fue completamente incapaz de llevar esos apoyos a la gente…

¿Por incapacidad o por corrupción? ¿o por ambas?

Primero incapacidad y después corrupción. Aquí se incluye una visión muy “hospitalocéntrica”, un abordaje muy “hospitalocéntrico” de la enfermedad. La gente se preocupó más por crear los hospitales y comprar respiradores, que era importante, pero se preocupó mucho menos por las pruebas, por la vigilancia tecnológica, la atención a los casos leves, que se lleva a cabo en el primer y segundo nivel de atención. No se puso atención a esos servicios en donde tendría que estar el inspector de saneamiento ambiental, verificadores de cumplimiento de las medidas, sobre materiales para la gente que se vacuna, la gente que rastrea los contactos y los contagios, Entonces no podés venir y decir: “¡Qué barbaridad! La gente está saliendo a trabajar”. Nadie les está pagando. Nadie le está asegurando ingresos.

¿Ves inviable otro encierro?

Nos quedó la lección de que no nos podemos quedar encerrados en nuestra casa. Este gobierno no nos va a asegurar los frijoles del día a día y por eso es muy difícil venir y plantear confinamientos. En agosto y septiembre (de 2021) veíamos que los casos iban hacia arriba de forma acelerada, que los hospitales estaban llenos, todos decíamos: “sí, se necesita toques de queda, cierres”; un poco eso para poder controlar algo, darle un respiro a los hospitales que estaban saturados y el personal de salud ya quemado. Pero no es responsable venir y decir a la gente que se encierre y dejar a los restauranteros, todas estas empresas que trabajan de noche. Estos sectores de servicios, el turismo. Los toques de queda empezaban hasta las 7 de la noche, entonces no afectaban las principales jornadas laborales, pero si dejaban muchos sectores bien fregados, sectores que están fregados desde el 2020 y es que nadie les echaba la mano: gente que tuvo que cerrar, gente que se quedó endeudada y, de nuevo, no estoy hablando siquiera de los grandes ricos, estamos hablando de los micro, pequeños, medianos empresarios.

Parece que este virus se va a quedar un buen rato entre nosotros. ¿Cómo enfrenta esa cualidad endémica del virus un país como Guatemala, con un gobierno tan poco preparado?

Primero, no es responsable solo decretar medidas de cierre si no tenés acompañamiento, digamos de apoyos económicos. En ese aspecto estábamos increíblemente indignados porque el Ministro de Economía no ha hecho absolutamente nada para tener un paquete listo de apoyos complementarios en momentos que fuera necesario. Es cierto, el COVID va a ser endémico, la misma OMS lo ha planteado. Además, la vacunación en este momento está topando porque ha habido mucha renuncia a la vacunación, entonces no solo va a ser endémico, sino que además van a estar generándose nuevas variantes, mientras más contactos más contagios, más mutaciones, más variantes. Esto es así. Lo más seguro que tengamos picos, así como (la variante delta) cada cierto tiempo. Y cada vez que tengamos picos deberíamos de tener medidas de emergencia de cierres, de toques de queda, de confinamiento o de restricciones de movilidad, pero tendría que haber preparado ya un paquete de apoyo económico a los sectores que se vieron más afectados por estas medidas.

¿Y cómo se enfrenta esto con un sistema de salud tan precario como este?

Con la salud aquí siempre hemos estado bien fregados. La OMS utiliza un concepto que es la “resiliencia de los sistemas de salud”, que se refiere a la capacidad de los sistemas de salud de continuar con sus servicios regulares al mismo tiempo que haya una epidemia o pandemia o casos de emergencia, desastres naturales. Nosotros no teníamos ni siquiera la capacidad para responder a los problemas regulares de salud, mucho menos para hacer las mismas dos cosas al mismo tiempo. Con COVID, lo primero que ocurre en los hospitales fue cerrar las consultas externas, cancelar las cirugías selectivas, etc. Los hospitales se convierten casi en hospitales COVID y se van acumulando un montón de problemas de salud: diabetes que no se identifica, hipertensión arterial, cáncer. A mí me dio cáncer y yo retrasé la búsqueda por la pandemia, el mío es un caso entre miles. Cánceres que se podrían haber detectado previamente y que hubieran tenido un mejor pronóstico con detección temprana. Lo que pasa es que justamente no tenemos un sistema resiliente. La pandemia lo que viene a desnudar a revelar y profundizar son las brechas que ya sabíamos que teníamos: poca cobertura, nula atención materno infantil. Es un sistema precario, con un desfinanciamiento crónico, poco acceso, hospitalocéntrico, biomédico, curativo nada más.

¿Cuál fue el rol del sistema privado de salud?

Yo hubiera jurado que esta pandemia era como la oportunidad de oro para que como sociedad aceptemos que necesitamos un sistema público de salud. También quedo revelado que no vas a resolver una pandemia, problemas de esta magnitud con el mercado de la salud en el sector privado. Tendría que haber sido la oportunidad de tomar una decisión política de aumentar la cobertura, fortalecer la prevención, entrarle al tema de educación además de todo el tema hospitalario curativo. Pero nadie hace caso por parte del gobierno, pero tampoco es una demanda. Estamos peor incluso que antes: el presupuesto recomendado para el 2022 es mejor al del 2021 y al del 2020, pero también es que en el 2020 – 2021 tenemos presupuestos altos por COVID para vacunas y para medicamento en los hospitales, pero casi no hay aumento de personal de salud, por lo menos no desde el servicio civil sino más como contratista.

¿Cómo jugó en el caso de Guatemala la brecha histórica entre lo rural y lo urbano?

Jugó para bien y para mal, en el sentido que definitivamente el virus se transmite cuando hay más densidad poblacional. En áreas más dispersas rurales puede ser que ese contagio se ralentice, que no sea tan rápido como acá en las ciudades, en los ámbitos urbanos. Ese podría haber sido un factor protector en esta epidemia, pero juega siempre en contra, en el sentido que hay menos información; el subregistro es mayor en esos espacios rurales.

¿En lo rural se habrán sentido más las brechas de las que hablábamos antes, la precariedad?

También igual, en lo rural los servicios de salud que quedan lejos, cuando los usuarios llegan están cerrados o están dedicados al COVID. El problema es que en estos espacios, en los centros de salud, lo que hemos visto es que se ha tenido que utilizar el mismo personal para hacer más cosas, incluso el personal que antes estaba atendiendo mujeres embarazadas, niños, vacunando PTH a los niños menores de 5 años, es el mismo personal que ahorita está haciendo la vigilancia epidemiológica, las pruebas, la vacunación, y con los mismos recursos, con los mismos vehículos, las ambulancias destartaladas, todas esas cosas… Cuando la población necesita atención en estos lugares y necesita lo de siempre: el dolor de cabeza, el parto, problemas dermatológicos o la neumonía, la diarrea, llega y pues hay menos atención. Es por lo que decíamos: no hay resiliencia en el sistema de salud. Es probable que realmente nunca sepamos qué tan grave es el problema porque no hay tanto testeo, el subregistro es mayor en lo rural.

¿Por qué Guatemala lo hizo tan mal en el tema de las vacunas? Más allá del escándalo con las vacunas rusas, Guatemala siempre estuvo por detrás de El Salvador, incluso de Honduras.

Primero hay que hablar de que muchas de las decisiones de política pública no se tomaron con base sociales epidemiológicas o de salud sino con base solo en la disponibilidad de la vacuna. La disponibilidad sí es un factor importante: si no hay vacuna, se vacuna poquito; no se informa para tratar de detener la demanda porque no hay mucha oferta.

 

Eso es algo que depende básicamente de los proveedores de vacunas…

Sí, pero también de las negociaciones o gestiones que pudiera hacer el estado, y también de los proveedores. Lo que vimos por ejemplo con Moderna es que prefiere venderles a los países ricos que darles a los países; es decir, prefiere vender terceras dosis a los países ricos que venderles primeras y segundas dosis a los países pobres. Y todos los productores prefieren cumplirle a los compradores bilaterales. Bueno, sabemos que hubo países como Estados Unidos que compró tres veces más lo que su población necesitaba y por eso hicieron sus donaciones, para que no se les venza la vacuna y porque no quieren que esté migrando gente a infectarles.

Hubo problemas de corrupción y de disponibilidad, pero parece que también falló la logística de la vacunación…

Se les ocurrió que en vez de echar mano a la experiencia y a la tecnología apropiada querían ser muy innovadores entonces diseñaron un plan nacional de vacunación alrededor de la tecnología, alrededor de un sistema de información en donde tenías primero que registrarte en forma electrónica, lo cual implica tener conectividad y un aparato de teléfono inteligente. Te tenían que mandar una cita por mensajito de texto; entonces, tenías que tener un celular. Te das cuenta de que quienes tienen aquí acceso a conectividad es una porción de la población urbana. Además implica que en los servicios de salud haya registradores con conectividad, con impresoras, porque además primero las constancias eran códigos QR. Lo diseñaron como si toda Guatemala fuera la zona 14 o la zona 10 de la capital. El diseño inicial de la vacunación fue una crónica de un desastre anunciado, de un fracaso anunciado. Todo lo que se ha venido desde entonces es ir adaptando al plan nacional de salud haciéndole cambios, incorporando estrategias, abriendo la demanda: ya no tenés que registrarte y las cosas se están haciendo como se habían hecho siempre y que habían funcionado en términos de vacunación.

¿Logró el ministerio de Salud ponerse al día?

Lo que sigue siendo una ausencia importante es el tema de la comunicación. Aunque ahorita el Ministerio de Salud ha ido aumentando su capacidad para vacunar. Lo que tenés es una población renuente y te das cuenta de que casi no pasas del 40% de vacunación en ningún grupo de edad y te estoy hablando de primera dosis, porque esquemas completos yo ni creo que al 30, nos quedamos como al 25% y deberíamos tener 70% de la población con esquema completo para pensar que ya hay una inmunidad colectiva que protege de alguna manera. A pesar de que el Ministerio de Salud ha logrado aumentar sus capacidades de vacunación, la población no lo ve necesario, no lo ve importante.

¿También es justo decir que por razones culturales parte de la población guatemalteca no se ha querido vacunar?

Sí, como no hay imposición o no hay prohibición, pero tampoco tenés información para la decisión. La vacuna es voluntaria y yo creo que debe seguir siendo voluntaria, pero si tiene que haber una campaña de comunicación y educación muy agresiva y con mucha pertinencia cultural para poder, digamos, reducir la resistencia y llegar por lo menos al 70% de población.

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