Créditos: GAFAS VIOLETAS DEFENSORAs.
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Defender derechos humanos en Nicaragua, a tres años del estallido social de 2018, ha sido causa de exilio para muchas defensoras y activistas; y las que aún residen o regresaron al país, están sujetas a la represión del Estado o son sometidas a acoso y asedio hacia ellas y sus familias.

La Iniciativa de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos emitió un comunicado el pasado 19 de agosto sobre cómo el Estado nicaragüense hostiga, criminaliza, agrede, encarcela y manda al exilio a las mujeres que luchan por un país mejor, en el cual expresan que han “documentado decenas de casos de defensoras quienes, tras sufrir meses de hostigamiento policial permanente, criminalización, amenazas, campañas de descrédito, insultos, agresiones o limitación a derechos básicos como el de la movilidad o el derecho al trabajo, han tenido que abandonar su tierra, sus hogares e incluso a sus familias y salir del país hacia un exilio siempre doloroso en el cual, en muchos casos, enfrentan actitudes racista, xenófobas y situaciones de precariedad y alto riesgo. Muchas otras siguen en Nicaragua viviendo hostigamiento a diario, violencia parapolicial, señalamientos, amenazas y limitaciones al ejercicio de los derechos más básicos”.

Este incremento de la violencia hacia las defensorAs ejercida por el Estado de Nicaragua, ha sido la principal razón por la que registramos en este reportaje multimedia las experiencias de Pájara, Luna y Arcilla, mujeres nicaragüenses defensoras de derechos humanos, quienes en esta ocasión solicitaron utilizar seudónimos por seguridad. Y  también, nos unimos a observar este próximo 29 de noviembre: el Día Internacional de las Defensoras de Derechos Humanos, para reconocer la gran labor que estas mujeres ejercen en su ejercicio cívico de defensoría de los Derechos Humanos.  

Poner la cuerpa 

 Tomado de la página web de las Naciones Unidas

Segun la ONU, “las mujeres defensoras de los derechos humanos se enfrentan a desafíos únicos, impulsados ​​por una profunda discriminación contra las mujeres y estereotipos sobre su supuesto papel apropiado en la sociedad”. Por esta razón, la Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidos, luego de haberse creado en 1998, ha encontrado necesario plantear la problemática que las mujeres defensoras de DDHH enfrentan y es el 21 de marzo de 2013, que el Consejo de Derechos Humanos aprueba la resolución para Promover y Proteger los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales Universalmente Reconocidos: protección de las defensoras de los derechos humanos.

Tomado de la página web de las Naciones Unidas

Si bien los organismos de derechos humanos, dan cuenta de la violencia letal y de la criminalización  del Estado frente a los actos de protesta de la población durante abril 2018, las defensoras de derechos humanos y feministas del país, desde hace algunos años venían denunciando activamente  las injusticias y las violencias estructurales sostenidas en los cuerpos de mujeres y hombres (Enma, 2021).

En el caso de las defensoras de DDHH que realizan un trabajo de campo en el territorio nicaragüense, así como las defensoras que han estado en el exilio narrando los hechos ocurridos en la reciente crisis sociopolítica a partir del 2018, desde afuera como dentro del territorio, han abogado para que en Nicaragua haya justicia para lxs asesinadxs y la liberación de los prisioneros políticos, aun cuando las mismas defensoras han sufrido discriminaciones y obstáculos específicos por ser mujeres.

Las violencias ejercidas en los cuerpos de las mujeres como el maltrato, el acoso, la sexualización de nuestros cuerpos, los abusos sexuales, las violaciones, y los  femicidios, entre otras, pero todas ellas amparadas en el sustrato social, institucional y estatal de un sistema patriarcal (Enma, 2021). 

Poner la cuerpa para las Defensoras de DDHH, desde donde guardan las memorias de lo vivido, donde se sitúan y ejercen sus funciones como defensoras creando informes, tomando denuncias, acompañando a las personas en procesos judiciales y en otras ocasiones brindando instrucciones de seguridad individual, transporte e inclusive acompañando hasta reunir a personas vulnerables con sus familiares. Para Luna es un trabajo que realiza “las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana”, nos relata que en Navidad y Año Nuevo de 2018 esperaba junto a otras defensoras, la liberación de algunos de las y los presos políticos de la cárcel El Chipote, con el objetivo de trasladarles de manera segura hasta sus lugares de residencia y finalmente reunirles con sus familiares. 

Las emociones y sentimientos no solamente transitan en la corporalidad de las defensoras, sino que, se reconocen y experimentan en un cuerpo colectivo centrado en un contexto sociocultural-político-espacio-temporal específico (Damasio, 2006, en Poncela 2011), en el que vamos diseñando marcos de acción colectiva que nos activan en la empatía y el compromiso de sostenernos, es el anhelo de recuperarnos y con ello recuperar la dignidad, quizás ese sentido de pertenencia es lo que evoca la recuperación de “algo” perdido (Enma, 2021). 

DefensorA

Por un lado, algunas mujeres defensoras nicaragüenses se han interesado por este quehacer a través del activismo feminista; por otro lado, se adhieren a las filas de las Defensoras de DDHH por ética y conviccion propia, desde sus profesiones y su quehacer ciudadano. Tanto las defensoras de derechos humanos y feministas del país, ya venían realizando denuncias acerca de las violencias que el Estado de Nicaragua ejerce antes de la crisis sociopolítica de abril 2018. 

Ellas se nombran defensoras y activistas feministas, pero también reivindican aspectos diversos de sus identidades en relación con sus vínculos familiares como hijas, madres y hermanas, mujeres jóvenes movidas desde su compromiso y convicción por la garantía plena de derechos individuales y colectivos (Enma, 2021).

Luna tiene 41 años, es abogada y notaria pública, con experiencia en derecho procesal, y realizó posgrados en derechos de la mujer y derecho registral. Ella es Defensora de DDHH y nos comenta que para ella serlo es “ser una promotora de paz, ser aquella persona que genera un cambio en la vida de las personas. Es crear una chispa, un motivo, una esperanza para los ciudadanos que realmente están sufriendo embates, sobre todo los que son víctimas de violaciones de derechos humanos y que no encuentran un refugio, no encuentran un lugar donde poder decir, mire esto es lo que está pasando”.

En el caso de Arcilla de 36 años, también Defensora de DDHH y habitante de la Costa Caribe Sur de Nicaragua, todes los seres humanxs somos sujetos y sujetas de derecho, los derechos humanos no solo los defienden las entidades o instituciones, si no que cada una de nosotras podemos demandar la restitución de nuestros derechos y recalca que “un derecho que no se defiende es un derecho que se pierde”.

Pájara tiene 23 años, es estudiante, activista feminista, inició su labor como Defensora a raíz de la crisis del 2018. Ella cree que el significado de ser Defensora es “reconocer y conocer no solo mis propios derechos desde lo individual, sino que tener un conocimiento más amplio, de lo que implica la defensa de derechos humanos y más allá del llamado a la defensa es como la práctica del 

día a día y también como las cargas políticas y sociales que llevan a asumirse desde esa categoría”.

Esta joven considera que a su corta edad esta experiencia en relación a los derechos humanos, implica también asumir las consecuencias de tener presencia activa en espacios públicos que no son comúnmente ocupados por otras mujeres de su edad, por miedo a las represalias y violencias a las que puede ser sometida como sujeta política y contestataria en contra de abusos de los poderes políticos y del Estado. 

Existir es Resistir

La represión y acoso sostenido en Nicaragua viene sucediendo desde antes de abril 2018 hacia individuos y colectivas, esto ha sido ampliamente documentado por las defensoras de DDHH. Existe, también, la resistencia pacífica seguidas a consecuencia de ese momento álgido de la represión vivida en el espacio público y en la colectividad en el 2018. 

Las defensoras me dicen que las resistencias nos ponen en relación con otras/os, desde intensidades expresiones e impactos diferenciados, pero que todas pasan por la necesidad esencial de existir y de seguir adelante, de mantener en las memorias aquello que nos violenta, indigna y colectiviza para hacer frente a las injusticias, y para ellas es seguir diciendo “no más a los abusos”, y “seguir mostrando el descontento acumulado, en resistencia que desafié al poder estatal”, descontento que desde sus propias  experiencias ha tenido una enorme trascendencia política, que nos atraviesa los cuerpos desde el dolor, y quizás desde una revuelta que es repetición o reapropiación del pasado, pero esta vez dicen ellas, desde acciones pacíficas, cívicas, creativas que las fortalecen y empoderan en tanto reivindicación de las/os sujetas/os que resisten (Enma, 2021). 

Y es que las defensoras han sido claves en promover un activismo cívico, crítico y de no replicar las violencias ejercidas por el Estado, y es que según el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ) “para remediar y prevenir las violaciones más graves de derechos humanos”, existe la Justicia Transicional Integral que “alude a las formas en que países que dejan atrás periodos de conflicto y represión utilizan para enfrentarse a violaciones de derechos humanos masivas o sistemáticas, de tal magnitud y gravedad que el sistema judicial convencional no puede darles una respuesta adecuada”. 

La defensora Arcilla sugiere que “aquí [en Nicaragua] vamos a tener que aplicar una [justicia] transicional [integral] para poder subsanar todas las heridas y que no siga repitiéndose cíclicamente estas dictaduras porque Nicaragua ya está acostumbrada a pasar la hegemonía de poder una bandera partidaria a otra”, sugiere la defensora Arcilla. 

Se ha despertado la memoria colectiva de la guerra y las violencias del Estado a lo largo de la historia de Nicaragua, lo cual hace necesario asumir desde la defensa de los derechos humanos la resolución de conflictos a través de la acción colectiva como espacio de lucha y resistencia histórica, y recopilar en nuestras narrativas las emociones y sentimientos en la colectividad, como parte del proceso de validación de las experiencias multigeneracionales compartidas. 

En las memorias de las mujeres defensoras, abril 2018 podemos advertir una serie de emociones que significan y resignifican viejas y nuevas formas de las violencias, las defensoras entrevistadas coinciden en una certeza: la acumulación del dolor y del uso letal de la fuerza de un Estado hegemónico y patriarcal histórico que les cruza como individuas y como sociedad. Existen emociones constantes, tales como: la  impotencia y la frustración, pero también la compleja decisión de continuar, el deseo del cambio y de seguir alentando a mantenernos de forma colectiva en este despertar (Enma, 2021). 

Juntxs somos un volcán: encarnar libertades y derechos en clave de resistencia

Construir memoria individual y colectiva es fundamental para que no nos “cuenten lo que pasó”, y a futuro podamos construir una historia diferente, una que no venga del dolor y el sacrificio de más ciudadanxs nicaragüenses. Es teniendo conciencia de la importancia de la labor de la promoción de todos los derechos humanos, desde la educación y pensamiento crítico en todo el territorio, así como también reconocer y asumir los desafíos que enfrenta la población afrodescendiente e indígena en la Costa Caribe de Nicaragua. 

Desde el compromiso contínuo e inalterable de resistencia, ganas de vivir, existir, de encarnar derechos y libertades, las defensoras de DDHH en Nicaragua continúan realizando su trabajo y buscando alternativas para resguardar la vida.

Les invitamos a considerar las siguientes claves (Enma, 2021) que las protagonistas de este reportaje han ido formulando para continuar luchando desde la resistencia y la acción colectiva:

Encontrar la importancia de las emociones, sentimientos y de lo que el cuerpo físico nos informa.

Encontrar la importancia de las emociones, sentimientos y de lo que el cuerpo físico nos informa.

Encontrar la importancia de las emociones, sentimientos y de lo que el cuerpo físico nos informa.

Contar con el acompañamiento de redes de apoyo con el objetivo de sostener la vida.

Diferenciar las luchas individuales y colectivas: reconociendo y preparándonos ante futuros retos y riesgos.

Créditos:

Reportaje por Lita Ochomogo, comunicadora feminista

Retomando aspectos del ensayo investigativo: Enma (2021). Memorias, identidades y emociones de defensoras de derechos humanos frente a la violencia estatal en Nicaragua. Managua, Nicaragua.

Ilustraciones e infografías por Axolote

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