A los cristianos y no cristianos

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Tiempo de lectura: 4 minutos

Por Kajkoj Máximo Ba Tiul1

En tiempos de incertidumbre y de angustia, también puede aparecer un sentimiento de esperanza. No todo es tan oscuro, si tan siquiera nos detuviéramos a reflexionar sobre nuestro caminar. Algunos afirman, que desde que se formó el Homo Sapiens, también comenzó la destrucción. Por eso, es que algunos dicen que “el hombre es el mismo lobo del hombre”, otros que así apareció “la explotación del hombre por el hombre”.

A pesar de eso, como lo dirá Bloch, las preguntas más importantes que se hace el ser humano son: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? Y al tratar de responderlas, entra en angustia, desesperación y miedo. Pero es la esperanza quien le da sentido a su estar, su pensar y su ser. Es la esperanza quien le da vida a su camino por estas tierras. Andando entre luces y sombras, el ser humano encuentra en la esperanza la posibilidad de encontrar un rumbo y sentido a todo.

La esperanza, permite sentirnos acompañados de otros y juntos tratamos de encontrarle una salida al fracaso o a la angustia. La esperanza hace posible que los sueños sean compartidos. Porque todos soñamos, todos queremos lograr algo. Todos queremos que todo cambie o por lo menos que cambie en algo la situación. Todos soñamos que termine la corrupción y la impunidad, que acaben las muertes, que las guerras terminen. Si muchos queremos eso, porque no nos unimos para emprender el camino, con la esperanza de cambiar.

Desde la tradición cristiana, el camino para encontrar al hombre y la mujer para la sociedad nueva, lo inició hace muchos años un “pequeño niño que nació en situación de mucha pobreza, entre desplazamiento y migración”. Acompañado de su madre, una mujer joven, como muchas mujeres de nuestras comunidades y de un padre ya adulto, salieron de su tierra con el fin de lograr que su hijo, naciera sin problemas, porque lo querían matar, así como los grupos de poder matan y siguen matando a quienes buscan un futuro mejor para todos y todas, como han asesinado a quienes intentan emprender el camino para la liberación.

Ese niño, por quien ahora celebran, unas semanas antes de nacer, ya se había convertido junto a su padre y madre en los primeros migrantes, los primeros desplazados, perseguidos, criminalizados del imperialismo romano, posteriormente asesinado por oponerse al poder salvaje y bárbaro.

Ese tal Jesús2, desde muy niño, optó por la humanidad, y por los más pobres y extremadamente pobres. No nació bajo un árbol, adornado de lucecitas de colores. Nació en un establo, con olor a vacas, bueyes y otros animales, porque ese fue el único lugar que pudieron encontrar. No nació con regalos ni lujos.

Desde su gestación, este niño que ahora le celebran su cumpleaños, interpela a todos, principalmente a los cristianos. A aquellos que con tacuche y corbata van a la misa o al culto de media noche, a quienes comen tamales o los mejores manjares y se toman tragos de los mejores licores. A quienes, se golpean el pecho, y que forman parte del grupo que tiene sumido al mundo en la miseria. Interpela, a quienes no lo ven en el prójimo que exige derechos y libertad total.

Este, que un día fue niño y luego un hombre convertido en Cristo, como dice Jon Sobrino3, sigue preguntando ¿Quién dicen ustedes que soy yo?, una pregunta, para pensar, sobre la situación de América Latina y en particular Guatemala, donde hay muchos Cristos que nacen, viven y mueren en la pobreza. Una pobreza, que no es por la pereza o por el conformismo. Es una situación de vida generada por el capitalismo neoliberal.

Invita a vivir con esperanza que se puede cambiar esa realidad. Si América Latina sigue sufriendo, el nacimiento de este niño, se debe ver como un reto, para que unidos comencemos a cambiar esta situación de muchos. Su mensaje y su vida es buen noticia y se convierte en buena noticia, cuando todos nos comprometemos y asumimos el reto de desmontar el capitalismo, el neoliberalismo que solo trae egoísmo e individualismo.

En el caso de nuestra América Latina y Guatemala, esta fecha no debe quedarse en un pesebre construido con luces, musgo y arbolitos o en regalo y las comidas que brindaran en las casas. Nos debe llevar a pensar en tantos hombres y mujeres que también dieron esperanza y que, por eso, fueron desaparecidos, torturados y asesinados, por complacer al imperialismo y a burgueses. Hombres y mujeres que optaron por los más pobres y anunciaron la “libertad”.

Entonces, ese tal Jesús, en su cumpleaños, interpela a cristianos y a no cristianos a caminar rumbo a la liberación. A explicarles a niños y niñas, jóvenes y señoritas, a pensar sobre su realidad y como dice la canción de Carlos Mejía: “Cuando desempaques tus regalos, niño de lujosa vecindad, piensa en aquello niños que no saben para qué es la navidad”. Ahora que lo sabes, que no es una mera celebración, sino un compromiso, un reto, para desterrar el egoísmo, el individualismo, la corrupción, la impunidad. Ahora que sabes que es para seguir haciendo lo que este niño y después hombre enseñó e hizo. Como limitar el avance del imperialismo y ahora del imperialismo capitalista. Este niño y después joven y ahora presente en cada hombre y mujer que lucha, nos está llamando a comprometernos radicalmente a construir nuestra liberación.

*Centro de Reflexiones Nim Poqom.

1 Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo y teólogo, profesor universitario.

2 Palabra utilizada por los hermanos López Vigilo, para presentarnos un mensaje real, objetivo, claro e histórico sobre la vida de Jesús.

3 Sobrino, Jon, Jesucristo Liberado, Lectura histórica-teológica de Jesús de Nazareth, UCA, Editores, San Salvador, 1991.

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