Olga Ché, el rostro de la resistencia Maya Q’eqchi’ en El Estor

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Créditos: Francisco Simón
Tiempo de lectura: 7 minutos

Por Paolina Albani

Esta es Olga Marina Ché. Hace 19 días que su foto circula por internet. Una foto en la que se le ve encarar con valentía a decenas de policías mientras les muestra los cartuchos de bombas lacrimógenas que lanzaron en contra de una protesta pacífica. Esta imagen sintetiza de manera perfecta, los cinco años de resistencia que las comunidades Maya Q’eqchi´ han mantenido en contra de la minera de níquel que opera con impunidad en el territorio de El Estor, Izabal.

El 6 de noviembre, sentada en una casa que no es la suya, cuenta cómo fue que los Cuatro Consejos Ancestrales y la Gremial de Pescadores Artesanales, conformada por 365 pescadores, se organizaron para tomar la carretera y parar a los camiones de la mina. Esta es la historia de la resistencia Q’eqchi´, que también es la de Olga Ché, la de su hija y de las demás mujeres que defienden el territorio y cuya lucha es ser escuchadas.

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Olga Ché, de 40 años, es de origen Maya Q’eqchi´, tesorera de la Gremial de Pescadores Artesanales e integrante del Consejo de Autoridades Ancestrales Q’eqchi´. Además es madre de una niña y dos niños quienes la observan de cerca mientras es entrevistada por periodistas. Ven la situación con extrañeza y desconfianza. Y no es para menos, tan solo una semana antes, mientras dormían, la policía entró de manera violenta en la casa.

El Gobierno la persigue y vigila por haber participado en una manifestación pacífica que tomó la carretera de entrada al municipio de El Estor, en la que no se dejaba pasar solamente a los camiones que llevan y traen materiales para la mina. El objetivo era exigir ser parte del proceso de preconsulta, un espacio en donde las comunidades afectadas y algunas instituciones de Gobierno crearían el instrumento para decidir si la mina debía de seguir o no funcionando.

Con un poco de nerviosismo, Ché contó por qué nació la resistencia, de la cual derivó la Gremial de Pescadores.

Todo inicia en 2005, cuando el Gobierno de Óscar Berger le otorga una licencia para operar a la minera “Fénix”, entonces de capital canadiense. El conflicto se recrudece en 2017, tras el asesinato de Carlos Maas a manos de la policía, un pescador de El Estor que no pedía otra cosa que se esclareciera el origen de una mancha roja, que había aparecido en el lago de Izabal.

Su muerte y otras violaciones de derechos humanos dieron paso a que algunas asociaciones de pescadores se organizaran bajo la figura de la Gremial de Pescadores Artesanales. La mancha roja y los largos tiempos de veda, les hacía sentir que perdían su medio de vida, la pesca.

Ruda: ¿Por qué defienden el territorio?

Olga Ché: “Como pescadores que somos… por el Lago de Izabal tenemos la obligación. De allí sale nuestro sustento diario para darle estudios a nuestros hijos. En 2017, apareció una mancha roja en el lago. Allí es cuando inicia la lucha de la gremial. Llevamos cinco años en la defensa del lago y de la Madre Tierra, para que dejen de contaminar y que dejen de sacar la riqueza de nuestro pueblo. Sin el agua no podemos vivir”.

La resistencia también defiende a las montañas y al bosque de El Estor. Ché sabe que si no lo hacen ellos, nadie más lo hará. Su objetivo es velar por “lo poco que queda” de estos recursos y la manera de hacerlo es visibilizando los abusos de la mina y la deliberada decisión del Gobierno Central de excluirlos de la toma de decisiones, pese a que se trata de territorios ancestrales.

“Tenemos el derecho de defender nuestra tierra y nuestro lago. Si nos llegan a contaminar todo eso, entonces el trabajo de la pesca ya no será un bien para la comunidad”, afirmó.

“No son guatemaltecos los que están explotando las tierras. Son de otros países. Nos van a dejar un desierto en lugar de riqueza y se van a llevar todo lo que van a sacar. Nosotros vamos a ser afectados después, más que todo con los niños, los animales y el medio ambiente. Las cosechas ya no producen bien.

Tenemos que continuar la lucha aunque nos están persiguiendo, aunque nos están intimidando, aunque nos pusieron 30 días del estado de Sitio para callarnos, pero nosotros todavía tenemos vida y tenemos que continuar”, refirió Ché.

Ruda: ¿Cómo inicia la manifestación pacífica?

“Estuvimos 21 días en la resistencia pacífica. Dimos la libre locomoción. Solo cerramos el paso a las góndolas de la empresa hasta que no dieran una respuesta positiva -en cuanto a ser incluidos en la preconsulta-. Mientras tanto, no estaremos libres de la mina. La respuesta que nos han dado del Gobierno fueron las bombas lacrimógenas”.

Antes de la manifestación, Ché dijo que buscaron acercamientos con el Alcalde municipal, pero “se cerró y no nos dio una buena respuesta”. Ocurrió lo mismo con el viceministro de energía y minas, Óscar Pérez.

Y el Gobierno no solamente ha fallado en prestar atención, sino en interesarse en la afectación que la comunidad sufre.

“En 2017, el Gobernador ofreció la mesa de diálogo, pero qué clase de mesa no nos dijo. Únicamente que nos quiso llevar a la capital. Esta vez, dijimos que no aceptábamos incluir únicamente a cinco personas en la mesa de diálogo porque ya sabemos que se repetirá la situación de 2017. Alfonso Alonso -entonces viceministro de ambiente- nos ofreció gallina peluca y bolsas por trabajo, pero no estamos pidiendo proyectos. Ni que nos den bolsas porque todo eso se termina. No como el bosque y el lago. No aceptamos el proyecto. Ese viceministro mandó a los antimotines y allí fue asesinado Carlos Maas”.

Ante la apatía del Gobierno y de la mina, la única respuesta disponible fue la que siempre ha incomodado a quienes están en el poder: las manifestaciones y la toma de carreteras.

“Nos reunimos en los concejos ancestrales y con la gremial, como ya nos tienen violados nuestros derechos, la intención que tuvimos fue ya no aceptar a la empresa en el municipio, porque están en nuestro territorio. La empresa no respetó la resolución de la Corte de Constitucionalidad (CC) porque ellos siguen operando. Eso es lo que estamos pidiendo: que nos escuchen, que los mineros regresen a sus países y que nos dejen de dañar en El Estor”, indicó.

Una vez instalado el Estado de Sitio en el municipio, le siguieron días de represión y persecución. La casa de Ché, de otras mujeres de la resistencia y de periodistas comunitarios fueron allanadas por haber participado y dado cobertura a las manifestaciones.

“El Estado de Sitio no es bueno. Vivimos la manifestación y los allanamientos con mucho temor. Al igual que nos ha pasado a nosotras, también entraron en las casas de las compañeras sin permiso a las 9 de la mañana. Estuvieron dos horas y media. Rompieron la puerta y a revolvieron todas las cosas que teníamos. Vinieron a escarbar a nuestra casa. Robaron nuestros alimentos. Me quisieron capturar, pero solo se llevaron mi teléfono. Eso es un robo. A mis hijos los agarraron. No es justo lo que está pasando”, exteriorizó.

“Mis hijos gritaron porque oyeron que me llevarían”, agregó.

Los primeros días del Estado de Sitio, la policía y el Ejército realizaron nueve allanamientos a viviendas, 21 personas fueron detenidas y el Gobierno mencionó que ejecutarían 90 órdenes de captura.

En una citación de la bancada Winaq, el general Romeo Flores y el comisario Elías Rodríguez Velásquez revelaron que en el municipio hay 700 militares y 518 policías desplegados. Además, el 11 de noviembre ejecutaron 44 allanamientos y 64 órdenes de captura.

Durante el allanamiento, la policía encontró una copia de la resolución de la CC en la casa de Ché.

“Me dijeron que era un delito tener la sentencia en la mano. Mi hija -de 11 años- escuchó bien lo que decían y gritó que no me llevaran, que yo no era una asesina y que no me sacarían de la casa. Ellos amenazaron con pegarle si no se callaba y la llamaron mentirosa”, recordó. “Todo eso hemos sufrido en el estado de Sitio que está a favor de la empresa. No es para la seguridad del pueblo”, acotó.

¿Cómo afecta a las mujeres el estado de Sitio, pero también la minería?

“Tengo amigas y compañeras que se han resguardado porque pasan los carros con policías vestidos de particular, persiguiendo a la gente. Las compañeras se apartaron de su familia para que estuviesen seguros. Ellas sentían que era lo mejor. Todavía sienten temor. No dejan pasar a los carros particulares. Toman fotos de mi casa. Eso es lo que vivimos”. “Varias compañeras me contaron que hay carros que les persiguen. Aunque ya entraron a mi casa, siguen pasando enfrente”, para controlar lo que hace.

¿Cómo es ser mujer en El Estor y en la resistencia?

“El papel de las mujeres es defender. Nuestra lucha es ser escuchadas. Lo que estamos haciendo es para el bien del pueblo y de los niños. Para que cuando sean grandes tengan agua y alimentos, cosechas… -la gente- no piensa que las cosas se acaban, pero sin todo esto ¿con qué se van a alimentar? Los niños no deben tomar agua contaminada y no podemos tomar agua en bolsa porque no nos alcanza. Si las mujeres no insistimos o no protestamos, nuestros hijos van a sufrir más adelante. Por eso nos animamos y hacemos el esfuerzo. Aunque sentimos miedo, se pierde un poco ante la lucha”, aseguró.

La lucha por el territorio ha continuado sin alcanzar su objetivo. Pues el 4 o 5 de noviembre, el viceministro Pérez anunció que concluiría el proceso de la preconsulta y los representantes de los consejos ancestrales no fueron incluidos.

Un Estado de Sitio que asemeja a la guerra interna

Para Ché y las mujeres de la resistencia, el Estado de Sitio impuesto por el Gobierno tiene paralelismo con otro momento de la historia y es uno de los más cruentos.

“Yo veo que el Estado de Sitio es igual que la historia del conflicto armado interno. Porque llegan, de noche o de día, te agarran en la calle y te matan como a un animal”.

La razón por la que Ché comparó la persecución y hostigamiento actual con la guerra interna se debe a una experiencia personal. De pequeña, perdió a su padre a manos del Ejército. Visiblemente afectada por esta idea, dijo:

“No he conocido a mi padre. Me agarra un dolor de corazón porque crecí sin padre. -A él- lo sacaron de la casa y hasta ahora no se sabe dónde está, si está vivo o muerto. Muchas de las mujeres sentimos miedo, no podemos salir. Nos dicen que tenemos paz, pero no es así. Vienen insultando, rompiendo y robando las cosas. La historia del 80 es lo que se está repitiendo aquí”.

Independientemente del Estado de Sitio, Ché insistió en que los pescadores necesitan saber qué cayó sobre el lago y qué está regando la mina allí.

¿Qué repercusiones ha habido por la contaminación?

“Casi no hay peces. Ahora, hay un pez que no habíamos visto durante el tiempo que hemos sido pescadores. Apareció uno que es muy feo. Le dicen peces del diablo. En 2017 no estaba. Lo vimos hasta este año. Apareció en donde caen los desechos de la mina. Pensamos que por la contaminación de la empresa apareció ese pez que parece tiburón y tiene espinas y escamas que parecen de culebra”, contestó Ché y Antonio Choc, de 52 años, secretario de la gremial.

Además, los pescadores han notado que las máquinas de la empresa desechan agua caliente y con aceites, y creen que eso ha provocado que el producto de la pesca se arruine más rápido de lo acostumbrado.

Ché y las demás mujeres de la resistencia saben que la defensa del territorio que mantienen está legalmente respaldada. Pero en un país en donde la justicia no es independiente y rara vez es eficiente, los únicos que obtienen favores de ella son quienes tienen el dinero suficiente para pagar y ese no es el caso de su comunidad.

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