Guatebelga entrega Premio Quetzal a AMDE por su lucha en la búsqueda de desaparecidos

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Créditos: AMDE es una organización con sede en Santa Lucía Cotzumalguapa, que se dedica a la búsqueda de desaparecidos durante el conflicto armado interno en la Costa Sur. Foto Regina Pérez
Tiempo de lectura: 7 minutos

Por Regina Pérez

Guatebelga, una organización sin fines de lucro, fundada en 2001, entregó el Premio Quetzal por los Derechos Humanos y la Democracia en Guatemala a la Asociación Memoria, Dignificación y Esperanza (AMDE), con sede en Santa Lucía Cotzumalguapa, que realiza una importante labor en la recuperación de la memoria histórica, la búsqueda de sus familiares desaparecidos y la lucha por la justicia. El reconocimiento fue recibido en la ciudad de Guatemala por Viviana Sarmientos, presidenta de la organización.

Sarmientos indicó que para ellos es un honor recibir este Premio. “Nos damos cuenta de que hemos avanzado mucho en dar a conocer la historia, quizá no en encontrarlos (a los desaparecidos) ni en el proceso de justicia, pero sí nos motiva tener ese encuentro con organizaciones y tener ese apoyo”, señaló.

Durante su intervención, la presidenta de AMDE indicó que en los años 80 se violentaron los derechos humanos a campesinos, catequistas y grupos organizados. Como familiares de víctimas de desaparición forzada, los unió la lucha por la búsqueda y dignificación de sus parientes, tras lo cual legalizaron la asociación en 2014.

Entrega de Premio Quetzal a Viviana Sarmientos, presidenta de AMDE.

Sarmientos se involucró en la agrupación a raíz de la desaparición de su abuelo, Albino Ajú Cumar, quien era un catequista de la Iglesia Católica. Fue desaparecido el 2 de abril de 1981 cuando se organizó para exigir sus derechos, especialmente el de un salario justo en las fincas de la costa sur.

A raíz de lograr que se les aumentara el salario mínimo a Q3.20 en la década de los 80, los campesinos fueron reprimidos y víctimas de desaparición forzada. “Hasta hoy no sabemos nada de ellos” dijo la presidenta de AMDE.

“Yo me involucré porque mi mamá participaba en el grupo de AMDE, yo la acompañaba, me gustó mucho el trabajo y la lucha que ellos están haciendo”, manifestó.

Inge Hatse, de Guatebelga, señaló que el premio se otorga cada dos años en la tercera semana de octubre en Bélgica. Con anterioridad han recibido este premio Yolanda Oquelí, defensora del territorio en La Puya, en San José del Golfo, Guatemala; el sacerdote jesuita Ricardo Falla y Bernardo Caal, defensor del agua, quien está encarcelado desde 2018 en Alta Verapaz.

Hatse destacó que un jurado internacional seleccionó a AMDE como ganadora del Premio en 2021, en una lista de nominados, entre lo que figuraron el Procurador de Derechos Humanos, Jordán Rodas y la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI).  “Con esto expresamos nuestra confianza en las organizaciones de base y creemos en el impacto de una iniciativa cuando existe la solidaridad a nivel nacional e internacional”, dijo.

Carlos Colson, sobrino del padre Walter Voldeckers, el sacerdote belga asesinado en Santa Lucía Cotzumalguapa el 12 de mayo de 1980 y uno de los fundadores de Guatebelga, dijo sentirse satisfecho de que la galardonada en esta oportunidad sea una organización de mujeres “las mujeres son el motor de nuestra sociedad y poco a poco toman el lugar que merecen”. Además, todo ello ocurre en el lugar donde mi tío perdió la vida, agregó.

Entre las actividades que realiza AMDE está el apoyo a las familias de las víctimas de desaparición forzada y dos celebraciones al año, una de ellas para conmemorar de la vida y obra del padre Walter Voldeckers y la segunda, el último domingo de septiembre, para recordar a sus familiares desaparecidos.

Integrante de AMDE relata secuestro de su padre y su tía en 1983

A más de 37 años de lo ocurrido, algunos de los integrantes de AMDE aún lloran cuando recuerdan a sus familiares desaparecidos, tal es el caso de María de los Ángeles Loch, cuyo padre, Isidro Loch, quien era catequista de la iglesia católica de Santa Lucía Cotzumalguapa, fue secuestrado el 27 de septiembre de 1983 en una panel blanca y nunca volvieron a saber de él.

María de los Ángeles Loch, asociada de AMDE, su padre y su tía Isidro y María Victoria Loch, fueron secuestrados y desaparecidos en 1983. Foto Regina Pérez

De Los Ángeles Loch recibió en Bélgica el Premio Quetzal el 21 de octubre pasado en representación de AMDE. Ella se involucró en la organización siguiendo los pasos de su madre, Alejandra Ramírez, en la búsqueda de su esposo.

“Mi papá fue secuestrado el 27 de septiembre de 1983 junto con su hermana María Victoria Loch, ellos eran catequistas, y mi mamá también”. Según relató, cuando esto ocurrió ella tenía cuatro años y todo se lo contó su madre.

“A mi papá lo secuestraron cinco hombres fuertemente armados en la quinta avenida de Santa Lucía Cotzumalguapa, él como se había quedado sin trabajo fabricó una carreta de madera para acarrear bultos de la Terminal hacia el mercado, con eso conseguía algo de dinero para llevarnos comida, ese 27 de septiembre mi mamá le dijo que no fuera porque él estaba un poco malo con gripe, fiebre, pero mi papá le dijo que iba a ir porque necesitaba ganar dinero para comprar aunque sea queso para darle de comer a su nena que era yo”, contó Loch, a quien se le quiebra la voz al contar como sucedió el secuestro.

Los cinco hombres se acercaron a Isidro, según el relato de su hija, quienes le dijeron con palabras soeces que lo andaban buscando, a lo que él preguntó ¿por qué? “Mi papá no estaba involucrado en nada malo, simplemente era catequista de la iglesia católica, él ni siquiera había participado en la huelga que hubo en el 80 y a él lo agarraron”, indicó Loch.

Los hombres golpearon a Isidro Loch y se lo llevaron con rumbo desconocido. Una niña que vendía hojas en el mercado fue a contarle a su esposa lo que había pasado, quien se encaminó hacia la zona militar junto a su hija María de los Ángeles para preguntar por su esposo. “Ella quería morirse, sin mi papá ella creía que no iba a poder con cinco hijos”, contó la entrevistada.

De regreso de la zona militar donde sospechaba que tenían a su esposo, se encontraron con unas maestras que le preguntaron por qué lloraba. Ella les dijo que a mi papá lo habían secuestrado en la mañana, y ellas preguntaron “¿A él también? Porque a María Victoria también la secuestraron al salir de la escuela”.

De acuerdo con el relato, en esta desaparición también estuvo involucrada una panel blanca en el secuestro de su tía. “Ellas iban saliendo de la escuela donde trabajaban, preguntaron por María Victoria y ellas no querían delatarla, entonces les dijeron que si no decían quien era las iban a matar a todas, entonces mi tía se levantó y le dijeron ‘Subite al carro porque ahí va tu novio’, la echaron a la panel y desde ese día nunca supimos nada de ellos”.

La búsqueda de sus familiares se realizó en todas las instancias del sistema de justicia, en los Juzgados y la Policía. Luego de ello, su madre se integró al Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), participando en manifestaciones, en el Congreso, en la catedral y el Palacio.

Debido a que la búsqueda de las y los desaparecidos perdió fuerza, tras la firma de la paz, con ayuda de un misionero holandés se ubicó a cinco mujeres que formaron parte del GAM, entre ellas la madre de María de los Ángeles y así es como surgió lo que ahora es AMDE, aunque en ese tiempo era un grupo donde recibían terapias psicosociales porque para la gente era muy difícil hablar.

Integrantes de la Asociación Memoria, Dignificación y Esperanza recibieron en Guatemala el Premio Quetzal otorgado por Guatebelga. Foto Regina Pérez

“Era todo llorar, no podíamos expresarnos, teníamos miedo, por medio de las terapias empezamos a hablar, a escuchar a las demás, a saber que no solo nosotros habíamos sufrido sino que era una comunidad donde muchas personas sufrieron la guerra y las consecuencias de la guerra”, dijo la entrevistada.

Actualmente AMDE impulsa dos denuncias, una en el Ministerio Público (MP) que aún no avanza, por la desaparición forzada de campesinos, catequistas y extranjeros asesinados o desaparecidos en Santa Lucía Cotzumalguapa y otra en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en contra del Estado guatemalteco.

Loch indicó que por medio de la CIDH esperan tener una respuesta de donde están los restos de sus familiares, que es lo que ellos anhelan, encontrarlos y darles sepultura y que el Estado de Guatemala se haga responsable de los crímenes que cometió.

La muerte de sus familiares, cuenta, les provocó mucho daño. “Al quedarnos sin padres quedamos desprotegidos, la familia nos abandonó, tenían miedo de acercarse a nosotros, pasamos hambre, pasamos miseria, tuvimos muchas necesidad y a consecuencia de eso todos estamos enfermos, padecemos enfermedades, tanto físicas como psicológicas, porque recordar es volver a vivir pero eso no es limitación para que demos a conocer lo que hemos vivido y la lucha que llevamos porque para nosotros es muy importante que se sepa que hubo crímenes en Santa Lucía Cotzumalguapa, no solo en el área ixil, en el altiplano, sino que también en la Costa Sur, aunque ahí fue de modo diferente, porque ahí los secuestraban y asesinaban” señaló la integrante de AMDE.

Por su parte, Sarmientos dijo que las personas que fueron desaparecidas en la década de los 80 en la costa sur, aún no han podido ser localizadas. La situación en la costa sur no ha cambiado mucho en la actualidad, donde persisten las condiciones que dieron origen a las exigencias de los campesinos, quienes en consecuencia fueron desaparecidos y asesinados, dijo.

Actualmente unas 120 familias forman parte de la Asociación, aunque Sarmientos considera que muchas más personas fueron víctimas de desaparición forzada, pero por temor a lo que ocurrió no quieren involucrarse. “Con el dolor que les causa lo que vivieron en el pasado, no quieren recordar”, afirmó.

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