El Estor: Historia de criminalización, resistencia y rebeldía. Parte I

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Créditos: Kajkoj Máximo Ba Tiul
Tiempo de lectura: 5 minutos

Kajkoj Máximo Bá Tiul[1]

¿Cuándo dejaremos de regar nuestra sangre, para que unos pocos holgazanes, ladrones, usurpadores y corruptos, se enriquezcan con nuestros recursos? Mientras los pueblos riegan su sangre para defender el país, gobiernos corruptos, como el de Giammattei, se ponen como alfombra ante el capital transnacional.  Lo han hecho todos los gobiernos, desde el gobierno de Gálvez hasta el de hoy, siempre han servido a ese capital, desfavoreciendo a las comunidades indígenas que viven en los territorios.

El Golfo Dulce, como se conoció lo que después se llamó Río Dulce y Lago de Izabal, fue apetecido primero por los españoles que llegaban de México para invadir Guatemala, la región centroamericana y América del Sur.  Por ese puerto pasaron los españoles en barcos, para seguir con su ambicionada conquista por todo el continente de América Latina.  Por ese puerto salieron las embarcaciones de madera preciosa que fueron a parar a iglesias, mansiones, teatros, palacios de España, Portugal, Inglaterra, Holanda.  Por allí, embarcaron recursos de nuestros territorios para fortalecer la riqueza de Europa.

Las crónicas de la colonia, dicen que ese lugar era territorio de Ch’oles y Lakandones en un primer momento y posteriormente territorio Q’eqchi’.  Como es común en todo ese territorio, que está rodeado de la Sierra de las Minas y la Sierra de Santa Cruz, fue refugio de comunidades de pueblos originarios que venían huyendo de la represión española y luego de la evangelización dominica. Por lo tanto, desde su origen es territorio de pueblos originarios a quienes el Estado desde su creación los ha invisibilizado.

Los pueblos originarios, desde la instalación del Estado Colonial en Guatemala, trataron de entender su dinámica y utilizando los mecanismos impuestos por el mismo Estado y su sistema de gobierno, trataron de incorporar ciertos elementos de su vida originaria, para defender su vida y su territorio.  Pero ha podido más el Estado como aparato represor, que las buenas intenciones de los pueblos.

Solo basta ver el archivo de Centroamérica y otros archivos a nivel nacional y del mundo, para saber cómo los pueblos han reclamado y vuelto a comprar lo que es históricamente suyo, si enumeramos las múltiples veces que los pueblos han comprado sus tierras y territorios para evitar el derramamiento de sangre. Pero compra que hacen, despojo que construye el Estado.

Ha podido más la ambición y el salvajismo del capitalismo y del neoliberalismo, que teniendo como valor la corrupción y el crimen, no le importa derramar sangre indígena.  Para los indígenas este sistema es de muerte y por eso se le rechaza.

“La voracidad del capitalismo por despojo deja por detrás un ambiente de destrucción, pobreza, enfermedades, desplazamientos forzados y migración hacia el norte. La experiencia de este cuarto de siglo deja en claro que la paz no se logra únicamente con el diálogo, las negociaciones y los acuerdos. Tampoco se alcanza realizando reformas blandas. Los movimientos sociales señalan que hacen falta cambios estructurales y para ello es preciso acabar con el colonialismo”[2].  Como dice Leonardo Boff, “embriagados por su ignorancia y su codicia ilimitada (greed is good), nos llevarán como inocentes corderos al matadero”[3].

En el marco de este capitalismo salvaje y de muerte, nace la revolución industrial desarrollada en Inglaterra entre los años de 1760 y 1840.  Hoy esta industrialización fortalecida con el neoliberalismo, está haciendo cada vez más estragos en territorios indígenas.  Cuántas comunidades de pueblos originarios han desaparecido, en todo el mundo, la Amazonía como uno de los ejemplos más sonado. Con la supuesta idea del “desarrollo verde”, que no es más que un distractor, y con el desarrollo de energías renovables y en armonía con la naturaleza, los grandes dueños y señores del capitalismo, como los “jinetes del apocalipsis”, siguen arremetiendo en contra de comunidades pobres en todo el mundo, incluyendo Guatemala.

Hoy es “práctica común que los países y las transnacionales imperialistas echen mano de los recursos humanos y naturales de los países débiles y económicamente atrasados sin reparar en los medios, haciendo uso de la fuerza y la ocupación militar, especialmente cuando aquéllos son de primera importancia y de valor estratégico para la economía y el sustento de la gran industria, en especial la bélica” (Vargas Foronda; 1984:41).

Por los recursos que hay en nuestro territorio, nos coloca en la mira de cualquier imperialismo.  “Guatemala, país potencialmente rico, tiene en sus entrañas las siguientes materias primas: níquel, petróleo, hierro, plomo, cinc, cromo, cobre, antimonio, tugsteno, yeso, oro, plata, manganeso, mercurio, titanio, cadmio, asbesto, baritina, bentonia, roca de carbonatos, cal, arcilla, mica, cristal de cuarzo, sal, mineral y azufre” (Ibidem;1984:42).

Nuestro país tiene muchas limitaciones para el manejo de estos recursos, no tiene la capacidad de orientarlos para el beneficio de los guatemaltecos. Ya Alfredo Guerra Borges, citado por Vargas Foronda, decía, que “es lamentable el estado que tiene los conocimientos biológicos… pero no ha habido ningún gobierno que haya tenido una orientación definida sobre el particular, y que haya decidido poner los recursos necesarios a disposición de programas de investigación geológica en nuestro país” (Ibidem;1984:42).  Sobre este último es importante, porque se ha denunciado muchas veces; el Centro Universitario del Norte de la USAC (CUNOR) tiene la escuela de Geología, pero no se les enseña a los estudiantes hacer investigaciones para el beneficio del país, sino para el gran capital y para insertar al país, mediante la explotación de minas, en el mundo globalizado, sin tomar en cuenta las decisiones de las comunidades indígenas.

Para 1945, ya había interés de los países imperialistas por la explotación de recursos naturales en el país.  En ese año la Foreign Economic Administration, elabora un informe poniendo énfasis en el estudio de minerales a ser explotados.  “Los resultados de esta investigación como las otra subsiguientes nunca se han conocido a profundidad ni por los gobiernos ni por los ciudadanos” (Ibidem; 1984:43).  Desde esa fecha hasta acá, los sucesivos gobiernos de Guatemala, cuentan con información ilimitada de los recursos que contamos, pero los países imperialistas, sí tienen buena información y saben que es lo que pueden explotar. Además, teniendo de su lado leyes muy frágiles como las nuestras y con gobiernos totalmente controlado por un grupo de criminales y corruptos, que, junto al narcotráfico, solo les interesa el enriquecimiento ilícito, y a cambio de prebendas, regalan y negocian los territorios de los pueblos indígenas, violando toda clase de normas, como el Convenio 169 de la OIT.

La extracción de níquel en El Estor comenzó en la década de 1950 cuando un ganadero local envió muestras de suelo muy prometedoras a Hanna Mining Company. Después de permitir que los ejecutivos mineros reescribieran virtualmente el código minero nacional en 1965, el gobierno de Guatemala otorgó una concesión minera de níquel por 40 años a EXMIBAL, una subsidiaria de Canadian International Nickel Company (INCO Limited of Canada)[4].

“EXMIBAL, se constituyó en julio de 1960 y en un 80 por ciento pertenecía a la International Nickel Company of Canada Limited (INCOP) y en un 20 por ciento a la Hanna Mining Company.  Es necesario aclarar que desde 1956, durante el gobierno inconstitucional de Castillo Armas, la Hanna Mining Company y la International Nickel Company habían adquirido, a través de distintas concesiones, licencias de exploración sobre una extensión de 385 kilómetros cuadrados” (Ibidem; 1984:44).

“En los años de la guerra, EXMIBAL anunció la suspensión de las actividades por el nivel en el que estaba la guerra, además se encontraba con un escenario político inestable propio de la corrupción y el robo de elecciones entre Kjel Eugenio Laugerud García y Rios Montt. Aunque igual EXMIBAL había participado en la campaña de pacificación impulsada por Méndez Montenegro y no se había decidido a apoyar una nueva campaña de pacificación, entendida como campaña militar, como la encabezada por Carlos Arana Osorio” (Ibidem; 1984:45), en toda la región nor oriental, sobre todo en la Sierra de Las Minas.

“Tan pronto como el general Carlos Arana Osorio inició su gestión el 1.º de julio de 1970, reabrió el caso de EXMIBAL y empezó a trabajar para cederle la concesión; pero numerosos sectores sociales se opusieron a la misma, ya que argumentaban que resultaría muy onerosa para el país. Uno de los principales opositores fue la Comisión que la Universidad de San Carlos creó para analizar el asunto; entre los miembros de la comisión estaba el licenciado Oscar Adolfo Mijangos López, para entonces diputado en el Congreso, el respetado guatemalteco Alfonso Bauer Paiz, reconocido intelectual y exmiembro de los gobiernos de Juan José Arévalo Bermejo y de Jacobo Árbenz Guzmán, y Julio Camey Herrera. ​ Camey Herrera y Bauer Paiz fueron atacados a tiros en noviembre de 1970: Camey murió a consecuencia de sus heridas, y Bauer Paz, herido, tuvo que salir al exilio”[5]. (Continuará)​

[1] Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo, teólogo, profesor universitario.

[2] https://rebelion.org/militares-asaltan-el-congreso-exigiendo-indemnizacion/, visto ultima vez el 25 de octubre de 2021.

[3] https://amerindiaenlared.org/contenido/20504/el-gran-senuelo-el-capitalismo-verde/%22/

[4] https://web.archive.org/web/20141006082651/http://www.minesandcommunities.org/article.php?a=7057

[5] https://es.wikipedia.org/wiki/EXMIBAL#CITAREFComisi%C3%B3n_de_Derechos_Humanos_del_Arzobispado1999

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