Créditos: Afuera de Tribunales, familiares de desaparecidos exigen saber donde están sus seres queridos. Foto FAMDEGUA
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Por Regina Pérez

Querellantes que son hijas y familiares de las y los detenidos-desaparecidos que aparecen en el Diario Militar, también conocido como Dossier de la Muerte, señalan que la búsqueda por la justicia en este caso inició hace 38 años, liderada por las mujeres que protestaban cada viernes frente al Palacio Nacional, en la capital de Guatemala, para exigir que sus familiares aparecieran con vida.

Alejandra Cabrera, hija de Leopoldo Cabrera, quien aparece en el Diario Militar bajo la ficha número 72, señaló que quienes empezaron la lucha de la búsqueda de las personas detenidas desaparecidas “fueron madres, hermanas, esposas, que empezaron a exigir, se enfrentaron incluso a Mejía Víctores, fueron a pedir que les devolvieran a sus familiares”.

Según Cabrera, más allá de trazar el sendero de la búsqueda de la verdad y la justicia, es importante porque sienta un precedente de que los tenían detenidos-desaparecidos “porque las autoridades negaron la existencia de estos hechos y eso sentó las bases, en este caso hay más de 90 habeas corpus que se presentaron entre 1983-1985, es un gran legado, además de su gran valor, de esa dignidad con que ellas luchaban y buscaban que sus familiares fueran devueltos, además nos dieron ese legado de la constancia, así que la lucha de ellas es sumamente importante”.

Alejandra Cabrera y Elisa Meza, en una de las audiencias del Diario Militar. Foto Nelton Rivera

Elisa Meza Paniagua, querellante en el caso, es hija del médico Gustavo Meza Soberanis, que aparece en el Dossier de la Muerte. Meza Paniagua tenía 6 meses de nacida cuando su padre fue detenido el 7 de septiembre de 1986. Su madre, Ana Elizabeth Paniagua fue secuestrada y asesinada en 1988, estando embarazada.

Meza Paniagua indicó que para ella, como hija de las víctimas, es importante que la sociedad guatemalteca sepa que el Diario Militar es una prueba de cómo operaba el ejército “cómo secuestraban, torturaban, masacraban y desaparecían”.

La querellante resaltó que las operaciones no solo se dirigían contra personas organizadas -muchas de las víctimas eran militantes de la guerrilla- sino también contra madres, hijas, hijos, que incluso violaban frente a los detenidos para que dieran información de otras personas que estaban organizadas.

“Queremos que la ciudadanía sepa que estar organizado y querer un bien común no es malo, no era una causa por la cual el ejército tenía que trabajar de esa forma, porque querer algo bueno para todas y todos no es algo malo, no estaban metidos en babosadas como dice mucha gente, se atrevieron a buscar un cambio, a querer cambiar el sistema”, señaló Meza, quien dice sentir orgullo al poder decir que sus padres eran militantes.

El asesinato de sus padres por parte del ejército cambió la vida de Meza Paniagua, quien era hija única. Ella tuvo que involucrarse en la búsqueda de justicia sin el apoyo de su familia consanguínea, “talvez por el miedo”, dijo. Sin embargo, manifestó que este caminar lo ha hecho con su familia escogida, que es la gente que la acompaña durante las audiencias. Ahora tengo tías, tíos, hermanas, que me acompañan, que tienen el mismo sentimiento de la falta, de la rabia, de la rebeldía, de todo lo que nos mueve como hijas de la guerra, porque eso somos, indicó.

Si bien su niñez fue dura por la ausencia de sus padres, ella refiere que acompañarse de otras personas en este proceso, es una de las formas en que busca lidiar con lo que le pasó. “Una nunca va a estar bien, pero hay que seguir caminando en esta lucha”, dijo.

“Hay un pacto de silencio” de los militares

 Una de las demandas de las y los querellantes en las audiencias es que los militares revelen el paradero de sus familiares. Sin embargo, esto no ha sucedido. Según Cabrera, ellos saben que cometieron estos delitos y es por eso que ocultan la verdad, “ellos tienen un pacto de silencio, que a la vez es un pacto de impunidad que les ha permitido estar en la oscuridad a lo largo de casi cuatro décadas, gracias a ese silencio es que nadie dice donde están, ellos los tienen y saben donde están”, dijo.

Cabrera señaló que la desaparición forzada fue parte de una política de exterminio de personas que disintieron de los gobiernos. “La desaparición busca invisibilizar a la persona en la sociedad, tuvieron mucho éxito porque no se habla de los desaparecidos; Guatemala tiene 45 mil desaparecidos, entre ellos 5 mil niñas y niños, es el objetivo que tenían, la negación de personas que piensan distinto”.

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Manuel Farfán, director de Familiares de Detenidos-Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA), recordó cómo su madre Aura Elena Farfán, fundadora de esa organización, comenzó a buscar a su hermano Rubén Amílcar Farfán, quien fue secuestrado a plena luz del día, el 15 de mayo de 1984 a inmediaciones del Parque Colón, en la zona 1 capitalina.

El Diario Militar es una parte de toda esa información que ha sido escondida, pero que ha aparecido poco a poco y que ha demostrado que las denuncias de nuestras abuelas, madres, abuelos ha sido verídica, las manifestaciones que se hacían todos los viernes enfrente del palacio, me contaba mi madre que llevaban piedras en las bolsas para somatarlas en el piso del parque porque ellas sentían que estaban abajo del palacio (los desaparecidos), ellos tenían que saber que estaban buscándolos, exigiendo que les dijeran donde están, dijo Farfán.

Manuel Farfán, director de Famdegua y querellante en el caso Diario Militar, en una de las audiencias. Foto Nelton Rivera

Actualmente en el Congreso hay dos iniciativas para la búsqueda de los desaparecidos, sin embargo el oficialismo no está interesado en que estas personas aparezcan, porque ellos desaparecieron por políticas de Estado, la responsabilidad es del Estado, dijo Cabrera.

2021, año clave en el Diario Militar

Mayo de 2021 fue un año clave en la búsqueda de la justicia en el caso conocido como Diario Militar, donde aparecen las fichas de 183 opositores políticos que fueron desaparecidas y desaparecidos de 1983 a 1985, en el gobierno de Oscar Humberto Mejía Víctores. Con las capturas de 12 altos mandos militares que se sospecha estuvieron detrás de las desapariciones, detenciones ilegales y ejecuciones extrajudiciales, se abre el camino para no dejar este caso en la impunidad.

No obstante, las y los querellantes destacaron que este proceso comenzó desde hace 38 años, con las primeras acciones de búsqueda que realizaban las madres y otros familiares. En 1999, Kate Doyle, del National Security Archive (NSA) hizo público el Diario Militar, lo cual fue un importante avance para probar que los hechos sí ocurrieron. El caso también fue llevado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2012.

El 27 de mayo se reportaron once capturas, entre ellos altos mandos militares. Según Farfán, en ese momento muchas familias volvieron a sentir miedo porque recordaron los momentos en que ocurrieron los hechos.

Aunque han pasado muchos años desde las desapariciones forzadas, Meza señaló que estas capturas les recordaron a las familias esos horrores que vivieron en los años del conflicto armado interno, donde estudiantes, campesinos y trabajadores fueron desaparecidos en los operativos del ejército.

Siento que ese miedo las paralizó en algún momento, es algo que talvez se logra manejar pero el dolor y la ausencia no se va, eso es algo con lo que tenemos que aprender a vivir para agarrar fuerzas, seguir caminando, reivindicándolos y buscándolos, dijo Meza.

Actualmente han concluido las audiencias de primera declaración y los abogados consideran que hasta el próximo año será la próxima etapa del proceso, en la cual el juez decide si son enviados a juicio o no.

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