Créditos: Marlon García A.
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Por Marlon García 

Hoy (23 de septiembre) recibí la triste noticia de la partida de “Aaron”, Francisco Tumux. Otra excepcional persona que perdemos culpa de las condiciones en que estamos viviendo esta pandemia. Le conocí muy recientemente en el 2018 en las entrevistas que realizará a miembros de la logística FAR. Pero de inmediato su carisma y amor por la naturaleza y la música llamaron mi atención.

Aarón de familia Maya-Cakchiquel era originario de la Finca Rosario, Chimaltenango, nació el 11 de enero de 1943. Con su familia tuvo un largo proceso migratorio, en busca del sueño de la preciada tierra y una mejor calidad de vida, que primero les llevó a Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla. 

Sin embargo en aquel lugar vivieron los efectos de la persecución anticomunista y explotación finquera. Era una tierra que tras la caída de la Revolución no tenía espacio para aquel sueño. De ahí se trasladaron a una lejana comunidad en la selva petenera llevando consigo esa esperanza. Esa comunidad fue Josefinos. 

Que sin saberlo sería una de los nombres que recordamos hoy por la violencia del estado que tuvo como manifiesto su saña el 29 y 30 de abril de 1982 en que ocurriera la masacre de miembros de esa comunidad. Aarón y su familia volvieron a sufrir del desasosiego que sufren los despojados de sus sueños.

Aarón se incorporó a las Fuerzas Armadas Rebeldes en 1982.

De entre todas sus anécdotas de las que con más cariño guardo son las que me contara de su trabajo en la logística. Especialmente la que junto con “Davidcito” realizará al dirigir el área productiva de la unidad agrícola clandestina de Sanbondongo. 

Ahí estuvo al mando de un grupo compuesto por 20 mujeres y 4 hombres, con quienes se dieron a la producción de alimentos para las comunidades refugiadas y combatientes. Aarón era de carácter sereno y pocas palabras. Me identifiqué mucho con él por su amor a las labores manuales. “lo que sale de las manos no puede ser malo” decía. 

En la entrevista nos reíamos cuando nos contaba como con su personalidad recia tuvo que cargar y cuidar a todos los “chirices” de aquellas compañeras. Y también nos sorprendía con su capacidad de improvisar con una hoja la interpretación de una canción. Muchos compas le recuerdan por haberles consolado el alma con aquella habilidad durante la guerra.

Con la firma de los Acuerdos de Paz Aarón se asentó en la comunidad Salvador Fajardo. Allá con su familia encontró el sueño de la tierra… Pero Aarón, como a todos nos tocará algún día, ha dado paso a una migración más esta tarde. Espero que las miles de hojitas que caen con estas lluvias te toquen la melodía más linda. Hasta pronto amigo.

Foto Marlon García

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