Créditos: Nelton Rivera
Tiempo de lectura: 4 minutos

Se conmemora este 15 de septiembre el bicentenario de la declaración de la independencia centroamericana del dominio colonial de España. Sin embargo un sentimiento extendido en la sociedad, en medio de la crisis sanitaria, social y política que vive el país, especialmente entre los pueblos indígenas cuyos derechos más elementales son violentados, es que no hay nada que celebrar. En cambio, es un momento propicio para reflexionar, actuar y articular hacia un futuro distinto.

Durante estos 200 años se ha tratado de ocultar que la independencia se declaró “para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. En esa reveladora expresión del acta del 15 de septiembre de 1821 se condensa una de las causas fundamentales del fracaso, de ese y otros muchos actos políticos constitutivos realizados en Guatemala: fueron hechos para evitar que los decidiese el pueblo, la sociedad en su conjunto.

Actas, normas constituyentes, estatutos de gobierno o constituciones de la República, casi sin excepción, han sido excluyentes; se idearon principalmente “para evitar’ la participación popular y no para construir el bienestar, la justicia y la equidad para todos los habitantes.

En este largo período, la sociedad guatemalteca tuvo dos momentos históricos en los que pudo haberse cambiado el rumbo del país. El primero de ellos fue el de la primavera democrática, de 1944 a 1954. La segunda oportunidad tuvo lugar a finales del siglo XX, con los acuerdos de paz refrendados el 29 de diciembre de 1996. Sin embargo, los herederos económicos, sociales y políticos de las elites que firmaron la independencia hace 200 años, impidieron la realización de ambos procesos.

La actual Constitución Política de la República de Guatemala no es la excepción de esa intención excluyente. El régimen constitucional vigente desde 1986 está agotado, ha sido insuficiente para otorgar satisfactores de bienestar a la población del país. Su promesa de primacía del bien común ha sido crecientemente incumplida, hasta convertirse en lo que es hoy: un régimen capturado, funcional para élites políticas, económicas y militares, indiferente al sentir y a las necesidades de los pueblos indígenas, de la población trabajadora empobrecida y de otros sectores sociales mayoritarios.

El Estado, que debiese ser el fiel de la balanza, ha sido instrumentalizado en favor de grupos de poder, que han atrofiado el sistema democrático de gobierno para sostener una estructura económica injusta, racista, expoliadora y depredadora. Guatemala tiene un Estado en permanente crisis cuya consecuencia central es la ausencia de vida digna para hombres y mujeres, indígenas y mestizos, en muchísimos casos forzados a emigrar en busca de una vida mejor.

Por estas razones es necesario un nuevo Estado. Para lograrlo se requiere promover un ejercicio constituyente con la participación de los pueblos indígenas, las mujeres, los trabajadores y las juventudes, es decir, las. mayorías que durante 200 años han sido excluidas por la persistencia del lastre colonial. La conciencia de esa necesidad está cada vez más extendida y es el momento de emprender el camino hacia una Guatemala distinta y posible.

Es creciente el consenso de la necesidad de un nuevo pacto social, en el cual se garantice que el pueblo sea el verdadero soberano y protagonista. Un pacto constitucional incluyente para construir un Estado de todas y todos, distinto a la fracasada patria del criollo. Una sociedad libre de racismo, discriminación y explotación humanas, respetuosa de la madre tierra y propicia para el buen vivir, sin violencia, con prosperidad, en la convivencia solidaria y pacífica de una verdadera democracia, como la perfilaron Ios Acuerdos de Paz.

Quienes suscribimos este documento nos dirigimos a los cuatro pueblos que conforman la sociedad guatemalteca, a las mayorías excluidas, a las mujeres ya los hombres de buena voluntad, a quienes la falta de oportunidades les llevó a vivir en otros países, a quienes sueñan con una patria grande, libre y digna, a todas y todos les llamamos a unir fuerzas y articular juntos los cambios necesarios que permitan florecer la primavera que Guatemala merece.

Guatemala, septiembre de 2021.

Firmantes:

Rosalina Tuyuc, Felipe Gómez, María Dolores Marroquín, Susan Batres, Pedro Ixchiú, Sandra Morán, Otilia Lux de Cotí, Jiatz Batz, Juan José Hurtado Paz y Paz, Gregorio Chay, Thelma Aldana, Marta Juana López Batzín, María Eugenia Morales Aceña, Jorge Mario García Laguardia , Juan de Dios García, Luis Raúl Salvadó, Raúl Figueroa Sartí, Carlos Alberto Godoy, Raúl Molina Mejía, Edmundo Urrutia, Ricardo Alvarado Ortigoza, José Francisco López Vidaurre, Ricardo Gómez Gálvez, Rafael Arriaga Martínez, Helmer Velásquez, Odra López, Byron Morales, Pablo Celo, Haroldo Sánchez, Mauricio Chaulón, Edgar Celada, Víctor Hugo Godoy, Alfonso Alonso Barillas, Nineth Montenegro, Luis Zurita Tablada, Edeliberto Cifuentes, Carlos Mendoza Alvarado, Walter Valencia, Amílcar Méndez, Benedicto Tenas, AIfredo Trinidad, Alma Gladys Cordero, Rodolfo Rohrmoser Valdeavellano, Ronaldo Galeano, José Alfredo Calderón, Jonathan Menkos Zeissig, Gregorio Canil Grave, Factor Méndez Doninelli, Angelina Aspuac, Jorge Santos, Carlos Barrios, Andrés Cuz Mucú, Maya Q’eqchi’, Luis Crisóstomo, Juana Vásquez Arcón, Santiago Botón, Alejandro Flores, Alejandra Colom, Ovidio Orellana, Mayra Godoy, Silvia Solórzano, Secil De León, Bonifacia Ramírez, Jorge Mario Salazar Monzón, Conrado Martínez Ramírez, Carlos Alberto Sarti Castañeda, Luis Alberto Padilla Menéndez, Manuel Ángel Castillo, Manolo E. Vela Castañeda, Dina Mazariegos, Alejandro Rodríguez Barillas, Luis Rafael Valladares Vielman, Luis Guillermo Velásquez Pérez, Jorge Arriaga Rodríguez, Claudia Inés Barrientos Arana de Arriaga, Virgilio Álvarez Aragón, Sandino Asturias Valenzuela, Rafael Espada, Matilde Terraza, Oscar Clemente Marroquín, Benito Morales, Coordinación Política del CPO, Miguel Ángel Asturias Amado, Luis Compá, Vitalino Similox Salazar, Ruth del Valle Cóbar, Jeanette Asencio Álvarez, Silverio de León López, Arnold Soch Pacheco, Mario Sosa, Adrián Zapata Romero, Carmen Rosa de León-Escribano, Edgar Stuardo Batres, Carmen Yolanda López Téllez, Linsleyd Tillit, Rony Véliz, Mónica Rocío Mazariegos Rodas, Percy Méndez, Luis Humberto Fuentes Morales, Wilson Romero, Enrique Estuardo Maldonado Maldonado, Erick Coyoy Echeverría, Víctor Manuel Mazariegos González, Víctor Manuel Mejía Rodas, Daniel Antonio Domingo Cabrera, Mario Gonzalo Domingo Montejo, Magaly Arrecis, Boris Enríquez, Jaime Barrios Carrillo, Miguel Ángel Balcárcel, Romeo Méndez Zúniga, Haroldo Shetemul, Mario Rodríguez Acosta, Marco Tulio Álvarez Bobadilla, Mario Polanco, Ligia Aldana, Lily Caravantes, Julio Donis, Eddy Armas, Betty Florián, María del Rosario Toj, Anavela Castro, Edgar Escobar, Luis Felipe Iría, José Paz, Marco Fonseca, Jorge Mario Rodríguez, Javier Mendoza, Felipe Sarti Castañeda, Ruth Adriana Tánchez, Irma Violeta Ramírez de Sáenz, Luis Pedro Taracena, Ian de León, Susan Gómez, Herbert Vinicio Negreros Motta, José Cal Montoya, Karin Herrera, Oscar Álvarez Gill, Edgar Barillas, Ricardo Zepeda, Isabel Juárez, Yolanda Estrada, Víctor Hugo Hernández, Gladys Bala, Francisca Ixcol, Emilia Fratta, Miguel Ángel Sandoval, Ángel Valdés, Alba Velásquez Rosales, Danilo Dardón, Ramiro Mac Donald, Gloria Rossi, Edelberto Torres Escobar, Ángel Yobani, Isabel Rodas, Gabriel Moreira Esquivel, Dennis Valvert Gamboa, Rosaura Raguex, Lizeth Gálvez, Brenda Solís, Lidia Danilova Victoria Rabanales Gómez, Marylena Bustamante Ortiz, Percy Aguilar, Salvador Montufar, Elsa Jo, María Eugenia Solís García, Ariel Rivera Irías.

Más adherentes a este documento 

COMPARTE