COVID-19: ¿Cómo se explica el cambio de semáforo de rojo a naranja en la ciudad capital?

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Créditos: La Hora
Tiempo de lectura: 6 minutos

 

“No importa de qué color estamos, negro, blanco, colorado, lo que vemos es que no hay plan para cambiar nada. El Ministerio anuncia los colores y cambios ¿pero qué plan hay? Si hay rojo, ¿Qué van a hacer? Si es naranja, ¿Qué van a hacer? No hay claridad de las instrucciones”, Rafael Espada

 Por Regina Pérez

El pasado 18 de septiembre, el Ministerio de Salud actualizó el Tablero de Alertas Sanitarias COVID-19, que mostró que 300 municipios del país estaban en alerta roja, 31 en alerta naranja y 9 en alerta amarilla. En el departamento de Guatemala, seis municipios, incluyendo la ciudad capital cambiaron de rojo a naranja.

El Ministerio de Salud maneja parámetros para determinar el nivel de riesgo en cada municipio, con tres indicadores: la incidencia de casos COVID-19 por cada 100 mil habitantes, el porcentaje de positividad y el número de pruebas que se realiza por cada 1000 habitantes, por día, todo esto da una suma que puede ser de 7.5 a 10, con lo que el color de alerta es rojo; de 5 a 7.5 con lo que cambia a naranja; de 2.5 a 5 a 5 puntos, amarillo y de 0.5 a 2.5, verde.

La doctora Nancy Sandoval, presidenta de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (AGEI) señaló que el sistema de alertas cambia en torno a la cantidad de pruebas que se realizan y los casos que se detectan a través de ellas. Debe haber una alta cantidad de pruebas de diagnóstico para que sea más cercano a la realidad, pero sabemos que hay municipios donde la disponibilidad de las mismas sigue siendo débil, indicó.

En algunos casos las personas no acuden a hacerse la prueba pese a ser un caso sospechoso o de alto riesgo y únicamente se aísla o se queda en casa y, aunque sean casos de COVID-19, no se registran por no estar confirmados en la prueba, explicó.

Según Sandoval, un tema que ha sido crítico es el tipo de pruebas que se le ofrece a la población, porque que sigue haciendo la prueba inicial de antígeno, que tiende a ser positivo en los primeros días de la presentación de síntomas, pero puede tener falsos negativos que, ante la sospecha alta de COVID-19 se debe confirmar con una prueba de PCR, que muchas veces no se hace.

Semáforo naranja, más relajación de medidas

 Una consecuencia de los cambios de rojo a naranja en el país es la relajación de restricciones, por ejemplo, en un municipio con semáforo en naranja, se permite la circulación del transporte urbano y extraurbano con el 50 por ciento de ocupación.

Centros comerciales, locales y áreas interiores de restaurantes de comida deben tener un aforo de 6 metros cuadrados por persona y en los bares está permitido el funcionamiento con aforo de 5 metros cuadrados por persona.

En la ciudad capital, ha sido frecuente ver las capturas de decenas de personas que no respetan las medidas sanitarias, como ocurrió el pasado 18 de septiembre cuando 107 personas fueron detenidas en un centro nocturno en la zona 10.

Profesionales de la salud y epidemiólogos han solicitado al Congreso y Ejecutivo acciones más drásticas para aplanar la curva, ya que sin medidas rigurosas o intermedias, se prevé la muerte de 13 mil 525 personas, entre septiembre y noviembre de 2021. Desde que se registró el primer caso de Covid-19 hasta la fecha, han muerto 13 mil 241 personas por coronavirus en Guatemala.

No hay plan para cambiar nada

 Sobre la utilidad de este sistema de alertas, el doctor Rafael Espada, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Mariano Gálvez, manifestó que el semáforo debería de utilizarse bien y ponérsele atención, pero nadie lo hace porque la credibilidad de la población en el gobierno no existe.

“No importa de qué color estamos, negro, blanco, colorado, lo que vemos es que no hay plan para cambiar nada. El Ministerio anuncia los colores y cambios ¿pero qué plan hay? Si hay rojo, ¿Qué van a hacer? Si es naranja, ¿Qué van a hacer? No hay claridad de las instrucciones”, dijo el académico.

De acuerdo con Espada, no existe un instructivo de cada municipalidad, localidad y área designada de qué deben de hacer. “Yo lo entiendo porque soy médico, pero la gente de afuera no sabe. Pasamos de rojo a naranja, ¿qué quiere decir eso? Lo que no ha habido son instrucciones y educación respecto a los cambios y estructuras que detecta el Ministerio y la publicidad es muy escasa”, indicó.

Espada fue uno de los profesionales de la salud convocados por el Ejecutivo en agosto pasado para discutir medidas a tomar para disminuir los contagios por Covid-19. En esa reunión sugirieron medidas más drásticas, incluyendo paros de actividades lo que hasta ahora no se ha implementado por el Ejecutivo.

Por su parte, Sandoval dijo que las autoridades en Guatemala han optado por cegarse ante la ciencia y la evidencia técnica pese a reconocer que ante los insuficientes esfuerzos por fortalecer el sistema de salud sigue siendo incapaz de dar respuesta a la alta demanda de pacientes Covid-19.

Con porcentajes tan bajos de personas con esquemas completos de vacunas COVID-19, que sabemos que son las que funcionan contra variantes como Delta (menor a 15-20 por ciento) es inexplicable cómo no se han tomado medidas drásticas sopesando la salud y vida de la población, indicó.

Según la presidenta de AGEI, “este pasotismo e inacción oportuna se está pagando con muertes prevenibles y mucho daño en la salud, educación y economía”.

¿Por qué la capital está en naranja y la mayoría de municipios no?

 Para María Mosquera, encargada del área de Salud del Instituto de Estudios Interétnicos y Pueblos Indígenas de la Universidad de San Carlos, en el cambio de rojo a naranja en la ciudad capital puede deberse a que hay implementados más puestos de vacunación y la cobertura ha sido exitosa por dos razones: porque la mayoría de personas que viven acá tienen acceso a redes sociales e inscribirse.

No obstante, en las áreas rurales las personas no tienen acceso a las redes sociales. “La forma que ha implementado el Ministerio de Salud para la vacunación es por medio de las redes sociales, pero en el área rural quién tiene acceso, los mayores de 80 años no tienen acceso”, dijo.

Según Mosquera, eso ha sido un factor que ha facilitado que en la ciudad de Guatemala estén comenzando a descender los casos, ya que la cobertura es mucho más alta en comparación a las que hay en el área rural.

En el departamento de Guatemala, al 19 de septiembre, según Laboratorio de Datos, el 64 por ciento de la población ya tenía la primera dosis y en la ciudad capital, el 92 por ciento ya contaba con una primera dosis.

En Mixco, uno de los municipios que ahora está en naranja, el 60 por ciento de sus habitantes ya recibió la primera dosis de la vacuna y el 34 por ciento ya recibió el esquema completo.

Al ser consultada si las medidas que ha tomado el gobierno favorecen los intereses de ciertos grupos o de la población guatemalteca, Mosquera comentó que las acciones del gobierno han sido poco coherentes, dirigidas a la gente que tiene recursos y no a quienes viven en el área rural, la gente más pobre y que menos acceso ha tenido a todo.

La salubrista subrayó que aquí lo que se debe buscar, así como en todos los países afectados por la pandemia, es el bienestar general; cuando éste es afectado por la pandemia, es que se toman las medidas, porque la vida es más importante que cualquier otra cosa o sector, indicó.

Dilema entre salvar la economía o salvar vidas

 En Guatemala, según la defensora de la Salud de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), Zulma Calderón, no ha habido un enfoque de derechos humanos para enfrentar la pandemia y considera que el aumento de contagios es consecuencia de mantener el país abierto, privilegiando la economía a costa de la salud.

En palabras de la defensora, no hay que seguir creando ese dilema, “No nos tienen por qué poner a escoger si morimos de COVID o nos morimos de hambre”.

Vacunación en San Pedro Sacatepéquez. Foto Estuardo Tunche. Prensa Comunitaria

El doctor Espada indicó que ese tema se ha discutido mucho. “No podemos ignorar que el efecto de la pandemia es económico, político y social, no vamos a priorizar una cosa sobre la otra, van combinadas, la cuestión número uno es el ser humano y su familia, tienen que comer, trabajar, vivir y el Estado por Constitución tiene que proveer bienestar desde la salud y trabajo”.

Por otra parte, el personal del sistema de salud del país ha demandado enérgicamente que se tome en cuenta el agotamiento, falta de apoyo para mejorar esta situación, sin medidas de reducción de movilidad y de actividades que generan incremento de contagios, concluyó la doctora Sandoval.

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