Bicentenario: paisajes y postales sin república

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Créditos: Miguel Ángel Sandoval
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

En los últimos días se escucha en radio y TV, supongo pues no veo programas de ningún interés, una serie de anuncios que pretenderían ser el homenaje al llevado y traído bicentenario. Información sobre el evento, cero. Análisis sobre el significado, doble cero. Todo se reduca a cancioncitas idiotas, versiones azucaradas del himno que se pretende nacional, y no mucho más.  Luego las fotos de todos los lugares que se pretende son de interés nacional. El lago que se muere, Antigua de las violaciones, el puerto y los tumultos, Tikal y las piezas mayas que se roban o se exportan porque sí., pero nada se dice sobre el hecho que somos un bonito paisaje pero que no llega a ser un país o una región, menos repúblicas.

 

No se trata de desconocer la pantomima (que existió) de redactar un acta, quemar cohetillos y somatar la marimba, como el escenario perfecto para decir viva la independencia para lo que ahora se pretende conmemorar como bicentenario, bastante desangelado hay que decir. La verdad de las cosas es que la idea de independencia es, aunque duela a muchos o algunos, una real farsa. Se hizo para que los indios no la hicieran. Esto es textual en el acta. No hay defensa posible a esa enorme vulgaridad de los próceres.

Aún no se secaba la tinta del acta, cuando los próceres, henchidos en patrio ardimiento, se dieron a la tarea de anexarse al imperio mexicano de Iturbide. En otras ´palabras, a una versión edulcorada de la monarquía española. Y la ruptura de esa anexión se produciría el primero de julio de 1823, que muchos consideran con razón o sin ella, como la fecha de la independencia nacional, lo cual no pasa de ser una fecha más que esconde una serie de hecho realmente oscuros.  En otras palabras, habría que tener una nueva lectura sobre la efeméride a partir de estos datos que se proponen. Independencia 1º julio de 1823, bandera en 1871 un himno ajustado en 1934. ¿Cuál bicentenario?  Y todavía falta ver el significado de eso que se hace el primero de julio de 1823. En otras palabras, no hay motivo para quemar cohetes de vara.

Uno de ellos es que como resultado de la anexión a México se perdió para lo que era la Capitanía general (Centroamérica) los territorios de Chiapas y Soconusco. Que, si eran o no soberanía nacional, pues eso queda para especialistas. De la misma manera, se desintegró la famosa capitanía general y surgieron los Mini estados que en la actualidad conforman la región centroamericana.  Salvo panamá, pero por otras razones y circunstancias. En otro registro, ese desorden político del periodo, especialmente en otras regiones, es lo que permite en Guatemala el intento de constituir el sexto estado… es decir, el de los altos. Pues como ya se señaló en estas notas, no somos mas que una secuencia de postales y lugares turísticos, menos una república que se respete.

La construcción simbólica de eso que llamamos independencia se hizo en los años posteriores para justificar la dominación y la usurpación del estado que se iniciaba, al margen de los pueblos indígenas. Se inventó más adelante en 1871 una bandera, un himno con sus ajustes y mentiras en 1934, así como otros símbolos que tenían en el fondo la exclusión indígena. Esto le guste o no a los que aún bajo pretextos insoportables, pretenden defender el origen espurio de la patria del criollo.

De todos estos temitas no deberíamos preocuparnos, pero la insistencia de las elites de conmemorar este hecho infausto, ameritan algunas puntualizaciones. Y quizás lo que debería de existir no es una conmemoración sino un debate nacional y centroamericano, para ver de qué manera construimos verdaderas repúblicas a partir del reconocimiento de las diferencias étnicas, culturales, etc. y así pensar en algo vivible por todo mundo, no solo por los herederos de la finca con sus símbolos de una patria que, en verdad, como dice la Chalana, “hoy la patria esta descreditada”. Y hace falta adecentarla, quitarle tufos y shuquedades, y pasarle lija, quitarle la goma histórica, como decía el poema de Roque Dalton.

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