Migrante Q’anjob’al que reside en EEUU aporta a su comunidad desde la agricultura

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Créditos: Francisco Lucas
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por David Diego marcos

A sus 69 años, Eulalia Pedro, una mujer Q’anjob’al, trabaja en Río Grande Farm Park, un pequeño huerto en el que siembra distinta clases de vegetales, para luego venderlos al público de la ciudad de Alamosa Colorado, en Estados Unidos. Para ella, comer saludable y tener una seguridad alimentaria es cuestión de voluntad, tener contacto y conexión con la madre naturaleza que nos provee los alimentos.

Eulalia Pedro es originaria de la aldea Temux Grande, Santa Eulalia. A principios de la década de 1990 atravesó el territorio mexicano para reencontrarse con sus hijas, que años antes habían migrado.

Según Francisco Lucas, familiar de doña Eulalia, ella se casó con Nicolás Gaspar y formó una familia de 6 hijos, cuatro mujeres y dos hombres.

Su esposo trabajó durante muchos años en fincas de la costa sur, cortando café, para sostener a su familia. Según relató su familiar, Nicolás Gaspar trabajaba en la época de cosecha e iba y regresaba, hasta que un día ya no regresó. No volvieron a saber de él. Durante la década de 1980 y 1990 varias familias Q’anjob’al migraban a las fincas cafetaleras, bananeras y algodoneras para ir a trabajar.

Después de lo ocurrido, contó Lucas, para sacar a sus hijos y ante la falta de oportunidad de empleo en el municipio y en el país sus hijas mayores se vieron obligadas a emigrar a los Estados Unidos, para encontrar mejores condiciones de vida y ayudar a su madre a sostener a sus hermanos.

Con el paso de los años, sus hijas reunieron el dinero para que ella y sus hermanos pudieran viajar a Estados Unidos y reencontrarse. En enero de 1999, Eulalia Pedro junto a sus cuatro hijos pequeños, dos hombres y dos mujeres, inició el viaje hasta llegar a la frontera mexicana. Allí cruzaron el río Bravo, desde Ciudad Juárez para pasar a Texas.

Cuenta Lucas, que Eulalia al cruzar el río, pensaba que si la detenían y la deportaban no lo volvería a intentar, porque posiblemente no aguantaría nuevamente las semanas de viaje que tuvo que hacer para llegar hasta la frontera con Estados Unidos.

Finalmente llegó a Alamosa, a tres o cuatro días antes de la celebración de la feria titular de Santa Eulalia, que celebra el 12 de febrero la población migrante Q’anjob’al radicada en Estados Unidos.

Una fecha, que según el relato de Lucas, marcó el reencuentro de ella con sus hijas e hijos. Ese año bailaron al ritmo de los sones en la celebración de la feria patronal de Santa Eulalia.

Cuando llegó, sus cuatros hijos eran muy pequeños todavía. Empezó a trabajar para dar sustento a su familia; sus hijos estudiaron por un tiempo hasta que ya no pudieron hacerlo por el estatus migratorio.

Trabajó en una huerta sembrando champiñones. En 2012 sus hijos le recomendaban que descansara y dejara de trabajar.

Francisco Lucas comentó que muy cerca de donde vivían había una escuela, que posteriormente se trasladó a otro lugar. El terreno estuvo a la venta y ella junto a otras personas se organizaron y con la ayuda de ciudadanos norteamericanos gestionaron fondos para para la compra del lugar, con la idea de convertirlo en un espacio comunitario, donde las familias Q’anjob’al, Chuj, Akateko y de otros pueblos pudieran cultivar la tierra. Fue así como alrededor de 16 familias han producido sus propios alimentos, para reducir la dependencia de los supermercados.

Desde ese entonces, Eulalia Pedro, con pasión por la agricultura, ha sembrado y cosechado vegetales en un pequeño huerto, para luego ponerlos a la venta al público, fomentar la economía familiar, así como una alimentación sana y nutritiva.

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