Centro ceremonial e histórico de Nimlajacoc: un lugar para no olvidar, que se pierde con el tiempo

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Créditos: Elías Oxom.
Tiempo de lectura: 5 minutos

Por Elías Oxom

El centro ceremonial e histórico de Nimlajacoc en Cobán, Alta Verapaz, es un lugar creado hace 26 años, para que los sobrevivientes del Conflicto Armado Interno no olvidaran los nombres de 919 personas asesinadas por el ejército de Guatemala y para que las futuras generaciones recordaran la historia reciente del país. El sitio, que rememora a cientos de víctimas, es cada vez menos visitado por la población local y más por turistas.

En el lugar se pueden observar restos de parafina, que evidencian la visita de personas que aún llegan, para quemar candelas y copal pom, como una forma de comunicarse con los difuntos, como una forma de recordar a sus fallecidos desde la cosmovisión maya.

Foto: Elías Oxom.

La aldea Nimlajacoc está ubicada a 86 kilómetros del centro de Cobán. El acceso se dificulta, porque solo 38 kilómetros se encuentran asfaltados, antes de llegar a la aldea; a lo lejos resalta una gran cruz, ubicada en la montaña más alta de región.

Herminio Ramírez, un sobreviviente de esos años de violencia armada en el país, dijo que una de las razones por las que en la actualidad las personas dejaron de visitar el centro ceremonial es porque cambiaron de religión.

Según una fuente que se negó a revelar su nombre, él ya no visita el lugar porque en la congregación religiosa donde participa ya no le pueden hablar a los difuntos porque se convierten en malas energías y son utilizados por el mal.

Foto: Elías Oxom.

Ramírez fue una de las personas que participó en el proceso de construcción del monumento, “cuando terminó la guerra muchas personas sobrevivientes a las que les asesinaron a sus familiares, no sabían dónde recordar a sus muertos y a la vez había mucho miedo, se pensó en un centro ceremonial para que pudieran tener un lugar a dónde ir a quemar sus candelas, para que las nuevas generaciones no se olvidaran de los hechos lamentables que se vivieron en la región y para que estos hechos nunca se repitan”.

Un monumento para no olvidar

El centro ceremonial se construyó en 1995, después de que un grupo de personas adultos mayores tuvo la idea de guardar los nombres de las víctimas del Conflicto Armado Interno en un monumento y que no se perdiera su memoria. Decidieron construir una cruz de diez metros de altura en el cerro “El filo”, de Nimlajacoc, en la base colocaron dos placas con el nombre de 919 víctimas del Conflicto Armado Interno (1960-1996) de comunidades de la región de Nimlajacoc.

El acceso principal está rodeado de pinos que la población sembró y un letrero que identifica al monumento de la memoria histórica. A medio camino se encuentra el centro ceremonial que se utiliza para realizar actividades organizadas por la comunidad y al final se ve la cruz.

En los cerros y montañas de la región se encuentran restos de personas que habitaban el área, hombres, mujeres, niños, niñas, personas adultos mayores, que fueron víctimas de las múltiples masacres en la región durante el conflicto armado interno.

Foto: Elías Oxom.

Félix Ac, uno de los sobrevivientes, aún conserva el recuerdo de cuando tenía seis años y salieron a refugiarse a la montaña. El sobrevivió porque huyó con otra familia, “mi padre desapareció cuando iba a visitar a su hermana en la finca Saya y nunca más se supo de él”; desde ese entonces, sus cuatro hermanos y su mamá fueron asesinados por el ejército, todavía recuerda el grito de su madre cuando fue asesinada por el ejército.

“La bala rozó uno de mis brazos, soy el único sobreviviente de la familia y tuve que sobrevivir solo en la montaña a pesar de mi edad, en ese entonces tenía mucho miedo, los cuerpos de mis hermanos y mi mamá quedaron perdidos en la montaña. Después de la guerra sufrí porque no entendía dónde vivir, sobreviví con familias diferentes porque no tenía madre, ni padre, ni hermanos”, concluyó.

Alfonso Huet, en su texto Monumento en Nimlajacoc, Cobán, Alta Verapaz indica que “Todas las familias tenían víctimas mortales: por bala, por machete o por inanición y enfermedades en la selva. La inauguración del monumento en 1995 fue algo grandioso: centenares de familias Q’eqchi’ se juntaron, venían en grupos organizados por comunidades, llevando cruces con los nombres de sus familiares fallecidos”.

Foto: Elías Oxom.

Huet menciona que cuando las comunidades desplazadas en la montaña agotaron las posibilidades de sobrevivencia, las familias se entregaron o fueron capturadas y encerradas, por miles en los campamentos del ejército, ubicados en las fincas el Rosario, la Esperanza y las Conchas. Después de unos años de reeducación ideológica, las autoridades las querían mandar para Ixcán, Quiché, para ocupar terrenos abandonados por cooperativistas que se vieron obligados a refugiarse en México, sin embargo, los comunitarios querían evitar nuevos conflictos y lograron regresar a sus antiguas aldeas o construyeron nuevas comunidades.

El autor agrega: “Nos salvó la sagrada selva”. Huet recoge algunos testimonios de sobrevivientes del Conflicto Armado Interno que se presentan a continuación:

Antes de la violencia:

“La tierra era solo de las fincas, y por ningún lado podíamos buscar nuestro terreno, porque era finca aquí, finca allá y finca al otro lado” (TC 10,1. Pág. 22).

Fotos: Lourdes Alvares. 

Durante la violencia:

“Allí juntaron otra vez a las personas y las mataron, allí a todos los quemaron junto con sus hijos, a las mujeres las amarraron al horcón y encima de ellas prendieron fuego a las casas” (TA 30,1. Pág. 71).

Fotos: Lourdes Alvares. 

La huida a la montaña:

“Nos vamos por nuestro miedo junto con nuestros hijos, las ancianas y los ancianos, para protegernos en la selva” (TC 12,27. Pág. 87).

“Lo que nos dolió fueron nuestra madre, nuestro padre, nuestros hijos, se murieron en el monte, en la montaña. Se perdieron para siempre en el monte, ya no estamos completos. También nuestras cosas se terminaron todas y ya no vimos el reemplazo, y ya no recibimos ni siquiera un poco de recompensa” (TI 19,34. Pág. 95)

En el monumento de la memoria histórica en Nimlajacoc se realizan actividades conmemorativas en el Día de los Santos el 1 de noviembre (Q’eq Saant), el 25 de febrero el Día Nacional de la Dignificación de las Víctimas o el Sábado de Gloria en Semana Santa, entre otros.

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