¿Por qué no te quieres vacunar?

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Créditos: Patricia Cortés Bendefelt
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por Patricia Cortés Bendefelt

Creo que el peor momento de mi vida fue cuando me dijeron que uno de mis pacientes había muerto de rabia humana.

La rabia es una enfermedad mortal para la que no existe cura, una vez se instaura en nuestro sistema no hay tratamiento efectivo disponible.

Debido al tiempo transcurrido entre el diagnóstico (post mortem) al paciente y mi exposición yo no tenía más de 24 horas para iniciar el tratamiento.

Junto con el diagnóstico, el ministerio nos envió la caja con vacunas. Esa vacuna, que es una solución de cerebro de ratón lactante, se utiliza actualmente en emergencias, pero existen vacunas con menos riesgos que esa. No me daba tiempo de conseguirlas, lo más pronto que llegaría sería 72 horas y yo ya no tenía tiempo.

Hace años, dije que si me diagnosticaban cáncer no usaría quimioterapia ni radioterapia. Los efectos secundarios son brutales y yo pensaba que no valía la pena.

En medicina se tiene el concepto riesgo/beneficio. Cuando a usted le dan una aspirina -que podría irritar su estómago – para aliviarle el dolor de cabeza, lo que hacen es darle el beneficio inmediato de quitarle el dolor de cabeza en contra del riesgo mínimo de irritarle el estómago. Y así con cualquier medicamento.

La quimioterapia y radioterapia que recibí me dejaron secuelas muy molestas, sin embargo, el riesgo de morir de cáncer es mucho mayor y el análisis que el médico se hace siempre es: ¿son demasiados estos efectos secundarios frente al beneficio que le voy a prestar al paciente?

La gente dice que “es un experimento” pero son vacunas ya probadas (aunque sea en corto tiempo) que han demostrado que son mucho mejores que no vacunarse. El riesgo de morir disminuye aunque no lo haga el riesgo de infectarse, eso es suficiente para mí.

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