La unidad se demuestra en la lucha

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Créditos: Byron Garoz
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por Byron Garoz, Colectivo de Estudios Rurales Ixim

Alejandro Giammattei tiene el semblante desencajado, es evidente que no está pasando por sus mejores horas. Sus adláteres han cerrado filas, incluyendo a medios de comunicación y al Cacif y sus cámaras, que sostienen que las instituciones son las importantes, no las personas, y que respaldan las decisiones de Consuelo Porras.

Las revelaciones hechas por Juan Francisco Sandoval son bastante serias, sobre las cuales ya había fuertes rumores desde días previos y que habrían provocado la salida del país de Miguel Martínez y su familia. El mensaje de tranquilidad que pretendió trasladar Giammattei fue todo lo contrario. Incluso, dijo que a esa hora de la tarde había conversado cinco veces con el embajador de los EEUU.

Desde el viernes por la tarde en que fue ilegalmente destituido Sandoval hubo reacciones de protesta de la ciudadanía, pueblos, movimientos y organizaciones. Al Paro Nacional convocado en primera instancia por los 48 Cantones de Totonicapán se han sumado múltiples personas, movimientos y pequeñas empresas en todo el país; se han anunciado acciones a lo largo y ancho del territorio guatemalteco.

Los planteamientos confluyen en exigir la renuncia de Giammattei y Porras; la demanda sobre la necesidad de construir otro Estado a través de una Asamblea Nacional Plurinacional y Popular también se menciona con cierta fuerza; otros exigen la conformación de un gobierno de transición y la elección de nuevas autoridades.

En cualquier caso, el Paro Nacional ha cobrado fuerza, si bien Giammattei intentó restarle importancia y recomendó “tomar las medidas de precaución” a los manifestantes, ya han comenzado acciones para afectar la difusión de las protestas populares a través del anuncio de cortes de electricidad en varios departamentos del país, con las consecuentes fallas de la telefonía e internet. Los sectores que se han beneficiado históricamente con el estado de cosas no quieren cambios, lograrlos no será una tarea fácil para los pueblos.

Incluso del campo popular surgen críticas que en sus análisis afirman que participar en estas movilizaciones es responder a una lucha entre dos facciones de la oligarquía, que quienes se movilizan son financiados por ONG internacionales, y que la ciudadanía que se manifiesta los sábados “son los pocos bienintencionados patriotas carentes de perspectiva geopolítica”. Solo faltó agregar que dicha perspectiva debe ser dictada desde los sectores académicos. De todo hay en la viña de los movimientos.

Pero aún estamos a tiempo de que todas las organizaciones populares se sumen al Paro. No hacerlo, argumentando la necesidad de consultar (cuando ya ha habido suficiente tiempo), de planificación previa o plantear que no se movilizan para apoyar a personas sino procesos estructurales, podría ser contraproducente -en este momento en particular- para el logro de la articulación y unida y a la larga podría apuntalar posiciones de aquellos que dicen que “no se suman al paro porque tienen que trabajar”.

Es en la lucha concreta donde se demuestran los llamados a la unidad. En el apoyo a luchas que son consideradas legítimas y necesarias por gran parte de la ciudadanía, que generan y fortalecen la confianza al ver al otro a mi lado en la calles y que son complementarias y consustanciales –aunque algunos no puedan o no quieran verlo- a las luchas de carácter estructural que se plantean.

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