Pico de Oro, la comunidad que sueña con una carretera

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Créditos: Elmer Ponce.
Tiempo de lectura: 6 minutos

Por Elmer Ponce

Ya es temporada de siembra en la comunidad Pico de Oro. La tierra ya está arada, algunos de los vecinos están sembrando. La pasada temporada de cosecha no fue del todo buena, porque fue un poco a destiempo y no contaban con semillas, las que el MAGA les llevó fueron pocas y algunas no nacieron. Lo mismo se repitió en las comunidades aledañas.

Las esperanzas están puestas en esta nueva cosecha, pero el problema de siempre es cómo sacar el producto de la siembra, la única alternativa es por lancha a través de la comunidad Lo Veremos, río abajo, allí llegan los compradores de granos básicos en camiones a traer la carga, pero ellos ponen el precio.

“Yo salí de mi pueblo, porque era muy duro vivir allá, me vine a vivir a esta comunidad para trabajar, pero a veces se pone difícil por la lluvia, perdemos la cosecha. El gobierno dice que nos va echar la mano ¿pero cuándo? Nunca. Solo engaños para la gente pobre, pero de todos modos vamos a pasarla despacito, qué podemos hacer”, dice don Crisanto Xol, un hombre Q´eqchi´, de 70 años. Sus manos reflejan la tenacidad y el amor a estas tierras.

Don Crisanto llegó a Pico de Oro en 1980. Una de las cosas con las que ha soñado es que se pueda construir una carretera y salir con toda libertad. “Actualmente solo se sale por el río en lancha y es muy caro, con la carretera el pasaje sería más barato y podrían salir más seguido”, cuenta en la charla con los visitantes que llegan a su comunidad.

La brisa del Salinas choca en la cara y refresca el calor abrazador de la región, a lo lejos los perros ladran como con un lamento, que acompaña a los pobladores de Pico de Oro en su desesperación porque el Estado o las instituciones les pongan un poco de atención a sus demandas y a sus necesidades.

En las márgenes del río Salinas se encuentra asentada la comunidad Pico de Oro, en el municipio de Sayaxché, Petén, también conocido en Alta Verapaz y en los mapas de Google, como río Negro. Desde que fue fundada, aproximadamente en la década de 1970, se encuentra incomunicada por la vía terrestre.

Actualmente está rodeada por extensos terrenos propiedad de la empresa Tikindustria S.A. en los que siembra palma africana. La empresa no ha cedido el permiso a la comunidad, para que la población pueda pasar y construir una carretera de acceso a la cabecera municipal.

Según indicó César Martínez, presidente de Comité Comunitario de Desarrollo (COCODE)  de dicha comunidad, en diciembre de 2020, las autoridades de la comunidad solicitaron una mesa de diálogo a través del alcalde municipal de Sayaxché, José María Cabnal Bol y con representantes de la empresa Tikindustria, para que les cediera el derecho de paso y que la autoridad pudiera gestionar la construcción de una carretera.

Martínez, relató que en los diálogos sostenidos no lograron una respuesta favorable a sus demandas por parte de la empresa, por lo que en reunión con la comunidad informó a los vecinos que la empresa les ofreció tres opciones: a) otorgar permiso de paso solamente para un carro y que informaran la hora de movilización; b) el apoyo de la empresa con una lancha para evacuar a la comunidad durante emergencias y albergarse en la comunidad Lo Veremos y  c)  que la comunidad pueda negociar o vender sus terrenos a la empresa.

Ninguna de las tres opciones ofrecidas por Tikindustria S.A. fue del agrado de los comunitarios, que ven con recelo y mala fe la posición de esta empresa, que dice, está comprometida con la responsabilidad social empresarial.

“Lo más duro es  ver como se pierden nuestras cosas. Cada vez que el río crece y nos inunda se perdieron casas con todo adentro, la gente que vive a las orillas del río, les va a comentar lo mismo”, relató Dora Elizabeth Estrada, vecina de Pico de Oro, al referirse al paso de las recientes tormenta Eta y Iota, por la zona.

Doña Dora y su esposo tienen una pequeña embarcación que alquilan a los pobladores de la zona, para cruzar a México cuando necesitan comprar sus productos de la canasta básica familiar, porque es más fácil adquirirlos en ese país. Pero a veces es muy caro, respondió al consultarle sobre qué piensa que una de las opciones que les dio la empresa palmera sea vender sus tierras, ella muy segura responde: “las tierras no se venden, estas son buenas tierras y serán tierras de nuestros hijos”.

“En el lugar donde nos encontramos, hemos sido atropellados por los desastres que han habido, corremos muchos peligros. No tenemos aquello de decir ahorita agarro mi carro o mi moto y me voy, solo tenemos un camino, nuestro anhelo y petición es tener una carretera. Esperamos que esto llegue hasta el gobierno y nos pueda ayudar, es la única comunidad, en la que no tenemos ayuda de nada, hay  falta  de transporte, aunque alguien tenga la forma de tener un vehículo, no va correr entre el guamil, (monte) carecemos de salud, educación y la carretera como ya dijimos, nos hace mucha falta”, añadió.

Palabras que resuenan a la orilla del río Salinas, testigo mudo de don Felipe Estrada Marroquín, desde hace 42 años. Vino a vivir a la zona a los 13 años y desde entonces sueña con la tan ansiada carretera. Según Estrada, las tormentas Eta y Iota, les trajeron muchas pérdidas a los vecinos, que hasta las semillas para la nueva cosecha se llevó. Perdí 7 toneles y unos quintales de semilla mejorada, expresó don Felipe, que con tono serio cuenta los sucesos vividos recientemente.  

En la comunidad existe una tienda improvisada propiedad de la familia Moscoso Sandoval. La encargada de atender es doña Linda Yomara Sandoval. En unas tablas hay unas libras de azúcar, jabón, café, fideos, chucherías y  algunas que otras pastillas y, claro, sin faltar las aguas carbonatadas, eso sí, bien frías, un gusto poco frecuente que se pueden dar ya que no existe energía eléctrica en la zona.

Muchos de estos productos vienen de México. Muy rápidamente nos contó que la lluvia destruyó su casa y el poco chile que cortaron antes que se maleara, lo tienen secando en un nailon negro, para sacar unos pesos, al parecer están pagando bien el chile en México, “este se usa para condimentar las paletas y cuanta golosinas gusten de ello”, indicó. 

Tres familias perdieron sus casas, entre ellas el esposo de doña Linda, don Genovevo Moscoso Ramos, además de don Crisanto Xol y Everildo Chun, por lo pronto levantarón unas chozas de palos y palma para no vivir a la intemperie, las cosechas no fueron buenas por lo tanto no da para construir algo formal, a pesar de que la zona tiene fama de ser muy buena para las cosechas.

Según Flavio Arriaga, agricultor de la micro región Mario Méndez Montenegro y líder comunitario por muchos años, la región del Salinas y el Usumacinta son consideradas el granero del departamento, porque es de esta zona de donde sale gran parte de los granos básicos que surten al país: maíz, frijol, pepitoria y chile, entre los productos que más se cultivan y se dan en estas tierras.

César Martínez añadió que “como agricultores miramos el dinero hasta que la cosecha salga y aunque estamos en plan de trabajo, el frijol y el maíz tienen muchas plagas. Va ser una cosecha bastante mala, no tendremos mucha producción”.

Martínez enfatizó la solicitud al Estado para que vean la situación en la que se encuentra el río Salinas, porque es una zona vulnerable donde la tormenta Eta y Iota aumentó la pobreza, “francamente, esperamos que vean con ojos de misericordia y amor para que nos ayuden a salir adelante”, apuntó.

“Nosotros aquí, estamos bien jodidos, olvidados por este condenado gobierno que no piensa que nosotros también somos Guatemala, aunque vivamos en la línea divisoria”, reclama un vecino con aspecto cansado y con acento mexicano, por la vivencia en las cercanías del vecino país,  uno de los tantos vecinos de la Comunidad Pico de Oro, en el municipio de Sayaxché, Petén, en Guatemala que demanda atención a las autoridades municipales y estatales para su comunidad.

En muchas de estas comunidades los vecinos madrugan para aprovechar la hora fresca del día y así hacer sus faenas, con la esperanza puesta en sus esfuerzos, las mujeres echan las tortillas para el lonche y muchas de ellas comparten con sus compañeros de vida los esfuerzos de la siembra y la cosecha, y por supuesto, los sueños de tener una carretera.

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