«Han quemado por segunda vez al Aj ilonel Domingo Choc, esta vez lo hizo un tribunal del Estado»

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Créditos: Cortesía de José Flores y Frida Larios.
Tiempo de lectura: 11 minutos

 

Entrevista a Aura Cumes

Las y los integrantes del Colectivo Autónomo de Pensamientos y Saberes Mayas Ixb’alamkyej Junajpu Wunaq (CIJW) realizamos esta entrevista a la antropóloga Aura Cumes (AC), perita en el caso seguido por el asesinato del Aj Ilonel Domingo Choc Che, acaecido el 6 de junio de 2020 en la aldea Chimay del municipio de San Luis Petén.[1]

CIJW: A través de los noticieros, escuchamos que el tribunal de sentencia penal de San Benito Peten que llevaba el caso del Aj Ilonel Domingo Choc sentenció a los acusados por homicidio e ignoró la historia, el contexto y la acusación por la que le dieron muerte. ¿Qué piensa al respecto?

AC: Yo empiezo diciendo, con gran pesar, que han quemado por segunda vez al Aj Ilolel Domingo Choc, esta vez lo hizo un tribunal del Estado, que tenía en sus manos la posibilidad de dictar una sentencia histórica por este horrendo crimen, pero no quiso hacerlo, sencillamente se lavó las manos. En la sentencia el tribunal enfatizó que era completamente irrelevante el que la víctima haya sido un Aj Ilonel (sanador en idioma q’eqchi’) acusado de brujo, lo importante era que le habían dado muerte a un ser humano y tal crimen era llanamente un homicidio. Ignoraron por completo que el señor Domingo Choc, por ser Aj Ilonel fue acusado de brujo, condenado sin poder defenderse, torturado y quemado vivo frente a una multitud. Tres  miembros de una familia, dos mujeres y un hombre q’eqchi’ fueron sentenciados a veinte años de prisión por homicidio, pero ¿Y los poderes que han incitado o están incitando a dar muerte a los supuestos brujos como quedan en todo esto? ¿Cómo queda el Estado, las iglesias cristianas dogmáticas y los poderes fácticos? 

El tribunal que llevó el caso estuvo integrado por la jueza presidenta Sonia Haydee Toledo Cruz, la vocal Antonia Julieta García Calvillo y el vocal Antonio Rodríguez Pereira.

CIJW: A su juicio, si la defensa del señor Domingo Choc argumentó que había pruebas sólidas para que la condena fuera por asesinato en razón de que él era un Aj Ilonel, ¿a qué se debe esta resolución del tribunal?

AC: Nos encontramos frente a un tribunal que reúne todas las carencias y los vicios posibles, de allí su resolución. Es un tribunal conformado por juezas y jueces racistas, cristianos dogmáticos, terriblemente mediocres, ignorantes del contexto que habitan, porque no quieren ver más allá de su mundillo, pues la comodidad que les otorga un país colonial como este no se lo exige. Representan a los burócratas comunes y corrientes, de los que está infestado el sistema de justicia de este país. Lo digo de otra manera, es de esos jueces que no piensan, no escuchan, no leen (cuando se supone que son letrados), porque creen que ya lo saben todo y así resuelven casos tan complejos como este. Con estas características, es muy fácil reproducir impunidad.

CIJW: ¿Puede explicar un poco más cómo se evidencia el racismo del tribunal, su proceder no laico, su ignorancia o, quizás, su mala fe?

AC: Aquí hay varios niveles, pero todos están interrelacionados. Me acerque al caso porque me solicitaron el peritaje llamado «Circunstancias históricas y socioculturales que permitieron el linchamiento contra el guía espiritual Domingo Choc». El día en que fui a defender el peritaje, cuando estaba leyendo las conclusiones y luego cuando respondí a las preguntas que me hicieron los abogados y la fiscal del Ministerio Público, los integrantes del tribunal me miraban con una mezcla de sorpresa y desprecio, allí ya existía una barrera para ser escuchada. Había momentos en que las juezas y el juez abrían más los ojos con desconcierto por lo que yo decía o, por lo contrario, miraban insistente e incómodamente su reloj; seguramente estaban preocupados por su horario de salida, pero claramente estaban cerrados a la posibilidad de escucharme.

Mi intervención duró una hora, en ese tiempo, entre otras cosas, expliqué que las y los sanadores mayas de distintas especialidades (Aj Ilonel o sanador, Aj Q’ij o guía espiritual, Aj Iyom o comadrona etc.) forman parte del sistema de salud de los pueblos originarios. Durante más de veinte milenios previos a la invasión española, fueron las sabias y los sabios que sostuvieron la salud y la vida de los Pueblos Mayas; pero fueron convertidos en «brujos» y «brujas» hace 497 años y perseguidos sistemáticamente por ello. Europa trasladó a estos territorios sus mecanismos inquisitoriales que, en comunidades como Chimay, siguen funcionando en actos tan crueles como el ocurrido. Se pudo comprobar que el señor Domingo Choc tenía un proceso largo de hostigamiento y de extorsión por su trabajo como Ilonel y especialista en plantas medicinales. Venía siendo acusado de brujo desde hace un tiempo atrás por varias familias de la comunidad, obsesionadas por atacar la supuesta brujería.

Por la forma en que actuó la familia que dirigió el crimen y las personas que lo consintieron, se puede hablar de una grave afectación del tejido comunitario inducida por líderes de iglesias cristianas dogmáticas y otros poderes fácticos (económicos, políticos, militares y del narcotráfico) que operan de manera conjunta en la aldea y sus alrededores. Según varios vecinos, tanto desde la iglesia católica como evangélicas, se insta a la gente a acabar con el «mal», y ese «mal» está encarnado, según ellos, en los Ilonel’, Aj Q’ij u otros sanadores, porque ellos «llevan la maldición de la pobreza y las enfermedades», un argumento bastante escuchado en las iglesias que predican «el evangelio de la prosperidad». Afirmé que es por eso que la vida de las y los sanadores mayas está en peligro y es necesario protegerla, porque, luego de ese vil asesinato, otros Aj Q’ij sufrieron intentos de linchamiento.

Dije también que antropológicamente es trágico el hecho de que, siendo Guatemala un país profundamente cristiano (católico, evangélico, mormón, etc.), es al mismo tiempo un país hondamente violento. Hay gente que sigue atribuyéndose la potestad de matar en nombre de Dios. Así, parece que los mandamientos «No matarás» y «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» no están rigiendo el ser cristiano para mucha gente. Una cosa es la creencia y la espiritualidad, otra cosa es cuando hemos internalizado un aparato de poder, es por ello que, en un sistema colonial como el que habitamos, dominación, religión y violencia van de la mano.

Entiendo que al tribunal le pareció aberrante mi explicación porque vive el dogmatismo cristiano y así no tiene la posibilidad de ser laico en el ejercicio de la justicia, mucho menos respetar la pluralidad de espiritualidades. Es duro reconocer cómo quienes imparten «la justicia» no respetan las más elementales reglas de que Guatemala es «multiétnica, pluricultural y multilingüe». Ejemplos de jueces sin capacidad de ser laicos abundan. La señora Sebastiana Hernández Pablo, presa por manifestar contra el alcalde de Joyabaj, Quiche, le dijo a una jueza que prefería morir antes que seguir en cautiverio; esta, señalándola y alzando la voz, la acusó de no creer en el mismo Dios que ella, y la instó a que lo hiciera.[2] La lideresa q’eqchi’ Margarita O., quien acompaña a mujeres que requieren atención en el sistema de justicia, me dijo estas palabras: «los servidores públicos deben usar las leyes y no la Biblia en sus resoluciones porque, si lo que quieren es predicar, que busquen una iglesia para hacerlo y que dejen a otros hacer el trabajo en los tribunales».

CIJW: ¿Entonces el tribunal no tuvo la capacidad de ser laico, de respetar la pluralidad religiosa, ni la intención de dignificar a Domingo Choc como Aj Ilonel’?

AC: Don Domingo fue asesinado mientras cumplía su chu’milal’ (estrella) o el compromiso de servir que toda persona maya trae al nacer, así lo expliqué detenidamente al tribunal. Estaba ayudando a la comunidad a sanarse, tratando de recolectar y conservar plantas medicinales, enseñando la autonomía de la salud a niños y jóvenes, enseñando sus conocimientos a universidades nacionales y extranjeras. Pero, como dije también en el peritaje, nos han convertido en una sociedad que consiente matar a sus sabias y sabios, y eso es preocupante.

Ya sé que es difícil decirlo y escucharlo, pero reitero, solo se ve como brujos a los sanadores mayas desde el cristianismo que se expande en forma de dominación colonial y violencia. Mucha gente se siente un mejor cristiano o una mejor cristiana cuando condena «lo maya» como brujería, le han hecho creer que de esa manera se salvará del «infierno». Me pregunto si todas esas personas han leído la Biblia y si han hecho una comparación entre las posturas de Jesús y la de los fariseos, porque la manera en que en este país se práctica el cristianismo se parece más al pensamiento fariseo, para quienes todo era condena y muerte. Ellos lideraban a la multitud que quería apedrear a la mujer acusada de adulterio y Jesús les dijo que quien no tuviera pecado tirara la primera piedra, y todos se retiraron. La pregunta aquí es: ¿actuamos como Jesús o como los fariseos?

Entonces, mucha gente que condena «lo maya» como «brujería», que es hostil y que incluso ha generado un odio a muerte contra los guías espirituales piensa que está practicando los mandamientos de Jesús o Cristo, pero lo que está haciendo es reproducir la práctica farisaica, que ha llegado a nosotros a través de la interpretación hispana, criolla y militar del cristianismo. Recordemos que Ríos Montt decía en los años ochenta que los mayas traemos maldición al país, lo cual fue una justificación del genocidio. Cuando vi, por las grabaciones, a las personas alentando la muerte de don Domingo, me pregunté en qué nos han convertido, el poder colonial ya no necesita venir a matarnos, porque ya nos asesinamos nosotros mismos en nombre de las ideas de quienes nos han querido exterminar siempre.

¿Cómo sabemos si don Domingo no era un brujo malo?, preguntó el abogado de los acusados.  Seguramente la respuesta que quería escuchar es «si era brujo malo, merecía la muerte». Hay abogados «malos y buenos», médicos «malos y buenos»; en esa bipolaridad occidental, pero ni a los abogados ni a los médicos ni a los empresarios “tachados” de malos, se les quema sin que puedan defenderse ¿o merece ser quemado un abogado, médico, empresario malo? Desde luego que no. En cambio, un guía espiritual inmediatamente es tachado de brujo, y para el ojo colonial ser «brujo» es sinónimo de maldad y se le da permiso a la sociedad para destruirlos, allí radica la diferencia colonial. Para los cristianos fariseos, quemar «brujos» no es un delito, más bien, sienten que están cumpliendo con su deber de limpiar el mal de la tierra.

CIJW: ¿Y hay otras formas de vivir el cristianismo?

AC: A eso voy. Sí hay de otras formas de vivir el cristianismo. Hay gente que procura vivir los mandamientos «No matarás» y «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», entre otros. Esas personas por lo general tienen el compromiso de luchar contra las injusticias, no les interesa llevar una vida de ostentaciones sino de austeridad. Son aquellas personas que buscan poner en práctica los mensajes de Jesús, darle de beber al sediento, darle de comer al hambriento, pero, por desgracia, no es el cristianismo más común en nuestro medio. Y quienes viven este tipo de cristianismo también han sido perseguidos, como ocurrió durante la represión política oficialmente llamado Conflicto Armado.

CIJW: Entonces, ¿qué hubiera significado dignificar al Ilonel en la figura de Domingo Choc en este tribunal y en este Estado?

AC: A todas luces es evidente que don Domingo era un sabio que fue quemado por ser acusado de brujo, hay una causa específica, reiterativa a través de la historia. Entonces el tribunal debió responder a esa causa específica, para que estos hechos se detengan, para que ningún Aj Ilolel (sanador), Aj Q’ij (guía espiritual) o Aj Iyom (comadrona) sea perseguido, hostigado o corra el riesgo de ser quemado o asesinado con tanta crueldad como lo hemos visto. Este caso era clave para contribuir a cambiar el rumbo de la historia, revirtiendo el pensamiento formado desde el cristianismo de que el sistema de salud maya es brujería, de que la espiritualidad maya es brujería y que los brujos deben ser quemados con toda impunidad.

Por otro lado, el tribunal podría haber dignificado una práctica cultural e histórica maya que ha estado condenada desde hace cinco siglos. Los mayas hemos contribuido tanto a la humanidad y podemos seguir haciéndolo, pero para ello, se necesita reconocer que seguimos siendo perseguidos y objeto de exterminio. En nombre del Estado, el tribunal pudo denunciar el peligro que corre nuestra existencia, pero cuando no responde a nada de ello, borra la posibilidad de que desde el Estado se defienda la vida y dignidad a las personas que hacen el trabajo de espiritualidad, de sanación y de cuidado de la vida, gracias a quienes los mayas seguimos vivos. Estoy segura de que las personas que asesinaron o consintieron la muerte violenta de don Domingo Choc han nacido a través de comadronas y que sus abuelas o madres los han curado con plantas medicinales, pero han aprendido a despreciar y a destruir lo que les da vida. Para dignificar al Aj Ilonel asesinado, a la espiritualidad maya, al sistema de salud de maya y a los mayas en general, el tribunal debió tener la humildad de abrirse a lo que no conoce o a lo que ignora, pero no tuvo el mínimo interés de hacerlo.

CIJW: Usted dijo que el tribunal cerró los oíos a lo que usted expuso, y eso se debió al racismo de las juezas y de los jueces.

AC: Absolutamente así fue. Si, como dije anteriormente, a ojos del tribunal yo era despreciable en tanto maya y mujer, había ya un límite, un contexto de rechazo a cualquier cosa que dijera. Por eso, el tribunal en su sentencia dijo que no le daría ningún valor probatorio al peritaje «de la señora que vino a hablar de brujería», así lo dijo la «ilustradísima» jueza Antonia Julieta García Calvillo, quien seguramente no leyó ni el nombre del peritaje. Imagínense, mis conocimientos no tienen ningún valor probatorio por ser mujer e indígena; aun cuando tuviera cinco doctorados, para ellos solo represento «una señora» sinónimo de «la señora de la limpieza» «o la sirvienta» a quienes ellos acostumbran a tratar con profundo desprecio. Y hay otra cosa que me impresionó profundamente cuando lo escuché, dijeron en su resolución que «eso de la colonización» ellos lo sabían de sobra, que no necesitaban que alguien como yo se los recordara. En verdad, cuando lo escuché me eché a reír, pero eso es trágico. Me eché a reír porque me hicieron recordar la escuelita cuando mis amiguitos arrogantes decían antes de una evaluación que no necesitaban estudiar porque lo sabían todo y terminaban perdiendo. Imaginémonos a esos estudiantes ignorantes y arrogantes pasar de la escuelita a dirigir nuestra vida en los tribunales.

Haberse referido a mí como «la señora» no tendría ninguna relevancia porque por supuesto que lo soy. Sin embargo, es claro que el significado que ellos le dieron a la palabra es tremendamente despectiva y racista, puesto que no reconocieron que llegue como antropóloga, como perita y con una formación doctoral. Casi que los escucho decir «chis, ahora las indias son dis que doctoras», como lo dijo alguien más y lo piensan muchos. Es decir que allí el racismo es evidente, porque me asumieron doblemente inferior, por ser mujer y maya y, por lo tanto, cerraron doblemente sus oídos a los conocimientos que expuse a través del peritaje. Me sorprende cómo pueden darse el lujo de desechar un aporte que les está llegando, que contiene conocimientos, tiempo y recursos.

El tribunal impuso entonces una interpretación hegemónica de la muerte de don Domingo Choc, porque ni a mí, ni al equipo de abogadas y abogados de la defensa, nos consideraron sujetos dialógicos. Una interpretación hegemónica aquí significa una interpretación colonial. Nuestras voces como mayas y, más aún, mujeres son voces que no se desean escuchar, y las juezas y jueces tienen el poder para no hacerlo. La visión colonial sobre los pueblos mayas se sigue imponiendo a través de estas juezas y jueces que pueden manipular el significado de los hechos e imponer su interpretación. Ellos no preguntan, no cuestionan, no dudan, ellos tienen la respuesta desde la carencia de su mundo racista colonial.

Quizás si le hubiera prestado mi trabajo y mi voz a un hombre blanco o incluso a una mujer blanca para que disertara frente a ellos, imagino que su ser infestado de complejo de inferioridad frente a lo blanco hubiera cedido, sus células se hubieran abierto a la escucha. Así es como actúa el racismo, pues yo no estaba frente a jueces sensibles e inteligentes, que los hay en este país y merecen mi respeto, pero son pocos y están siendo perseguidos. En cambio, esta vez me tocó estar frente a la evidencia de la podredumbre del sistema de justicia. Recuerdo las palabras de Carlos Guzmán Böckler cuando decía que el funcionario público común en Guatemala es dogmático, intransigente e ignorante, ellas y ellos son el sistema de justicia que huele muy mal.

CIJW: ¿Qué necesita el sistema de justicia de este país?

AC: Creo que hemos soportado demasiado, y eso ha sido posible porque la violencia ha sido el principal artefacto para someternos. Pero es una ofensa que nosotros estemos regidos por tribunales como el que tuvo en sus manos este caso. No es la diferencia de ideas, es que realmente operan con impunidad. Hay que cuestionarlos, aunque no tenemos el mismo poder que ellos, hay que avergonzarnos de ellos, si de verdad el pueblo fuera el jefe de estos burócratas yo les pediría su renuncia por ineptos, pero aquí el mundo está al revés, ellos nos mandan. Estas juezas y estos jueces no son aptos para dirigir el sistema de justicia. En fin, ¿Qué más se le puede pedir a un tribunal inmensamente mediocre que le queda muy grande la responsabilidad de llevar estos casos tan complejos?

Hablando con algunas abogadas mayas, compartíamos la experiencia del racismo y del machismo del sistema de justicia. Frente a ello alguna gente recomienda que sea la gente blanca quienes litiguen, quienes hagan los informes periciales, porque serían mejor escuchados, dado el complejo de inferioridad de los servidores públicos frente a lo blanco. Coincidimos en que esa no es la salida. Para desafiar el racismo, tenemos que seguir poniendo nuestro cuerpo en el campo de batalla, porque méritos y capacidades nos sobran. Que la mediocridad dirija las instituciones del Estado es solo una muestra más de la estructura racista y del orden colonial de este país.

Para finalizar, aprovecho para reconocer el gran trabajo de las abogadas y los abogados mayas que llevan casos de defensa de la vida de pueblos indígenas y en particular quienes han litigado este caso. Mi admiración por su trabajo arduo, riguroso y comprometido con la justicia, lo cual no es nada fácil en uno de los países más racistas y más violentos del mundo.

*Aura Cumes (1973) es doctora en antropología.

 

[1] Este colectivo está integrado por Edgar Esquit, Emil’ Keme, Juanita Cabrera López, Kaypa’ Tz’ik’en, Jorge Matías y Aura Cumes.

[2] https://lacuerda.gt/2021/01/14/100-dias-en-prision-por-manifestar-contra-alcalde-de-joyabaj/

 

Publicado originalmente en:

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