Créditos: Nelton Rivera
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Por Lourdes Álvarez Nájera

Guatemala vive una situación que evidencia una coyuntura peligrosamente convulsa, que podría desencadenar en focos de desobediencia civil, porque la población que ha visto incrementar sus problemas durante la pandemia de coronavirus también se encuentra ante “reacomodo de piezas” en el tablero de las fuerzas de poder, un proceso histórico, pero particularmente sensible a partir de 2015, cuando la Comisión Internacional contra la Impunidad (CICIG) reveló casos de corrupción, donde fueron implicados funcionarios públicos, militares y empresarios globalizados, declararon analistas políticos.

“Después de la expulsión de CICIG y de la articulación de esfuerzos para frenar la lucha contra la corrupción y la impunidad, muchos de ellos derivados de intereses perversos, mafiosos o intereses propios de mantenimiento del statu quo, el péndulo regresa con una reversión y el país se hace sensible a ese cambio”, aseguró Adrián Zapata Alamilla, abogado y analista independiente.

Ayer, la opinión pública guatemalteca se conmocionó ante varios sucesos que marcaron la jornada, entre ellos la desvinculación del expresidente Otto Pérez Molina a uno de los casos de corrupción donde fue señalado, un motín en el centro penitenciario Cantel, Quetzaltenango, donde siete reos fueron asesinados y las capturas de Aníbal Argüello quien trabajó en la CICIG y Juan Francisco Solórzano Foppa, extitular de la Superintendencia de Administración Tributaria.

Si bien Pérez Molina sigue vinculado a otros casos de corrupción, “lo que uno esperaría es el respeto al debido proceso y el espíritu de administrar justicia, para que quien haya cometido faltas le caiga el imperio de la ley, porque la justicia no puede administrarse de manera discrecional, pero falta mucho para fortalecer al sistema de justicia”, indicó la politóloga Heidy de Mata.

Para Zapata Alamilla, la desvinculación de Pérez Molina envía un mensaje que la población percibe con desconfianza “por algunas otras acciones desafortunadas de los órganos de justicia y del Ministerio Público que se contraponen a las decisiones tomadas en casos como los de Solórzano Foppa y Argüello”.

En ese sentido, pensar en una visión exclusivamente positivista de aplicación de la justicia en la realidad nacional es insuficiente para salir del caos en el que se encuentra el país, agregó el analista y señaló que “lo más importante debería ser trazar un modelo que parte de lo económico y que pasa por el abordaje de lo jurídico, de manera particular de la justicia, para establecer una nueva ruta de salida en todo este embrollo en el que estamos metidos”.

Enrique Álvarez, también analista político independiente, enfatizó que la situación del país evidencia otro aspecto asociado a un espacio amplio y muy fuerte, ocupado por fuerzas políticas que están siendo rechazadas ampliamente por la población, que además reciben el rechazo de la comunidad internacional de manera específica de Estados Unidos y la Unión Europea. “En este clima creciente de conflictividad e inestabilidad, me parece que podría construirse un escenario de fuerte movilización ciudadana”.

Álvarez enfatizó que ante esa situación a la población le queda el camino de “las acciones públicas”, que no siempre resultan fáciles por diversos factores sobre todo durante la pandemia, “pero no tiene un bagaje muy grande de opciones de las que puedan disponer”.

Que se lleguen a reproducir o no esas movilizaciones “depende de cuál es el nivel de tolerancia o intolerancia que la población permita sobre lo que está sucediendo en el país. Si uno ve las cosas que están pasando, se estarían generando las condiciones para que las movilizaciones se reactiven”, aseguró Álvarez.

De llegar a prevalecer los intereses particulares y la discrecionalidad en las acciones, como se ha evidenciado hasta el momento y se siguen generando procesos de corrupción “esto podría desencadenar desobediencia civil y provocar mayor conflictividad social”, agregó la politóloga de Mata.

Un día trágico de muchos

Según la opinión pública que se expresó en redes sociales, ayer Guatemala vivió un día trágico que culminó con violencia y asesinatos en Cantel. No obstante, para de Mata la situación generada en ese centro carcelario evidencia problemas estructurales y persistentes de mayor alcance social, como el hacinamiento en los centros de detención del país, donde el Estado no ha manifestado voluntad política para mejorar las condiciones.

“Se ven constantemente pugnas del crimen organizado y del narcotráfico, que son lamentables y generan temor en la sociedad porque son cárceles sin control efectivo y sin fortalecimiento del Sistema Penitenciario y esto no es nuevo”, agregó.

Ese reacomodo y la lucha por mantener espacios de control y de privilegio que muchos sectores expresan, “algunos del lado mafioso, pero otros desde el lado de intereses comerciales e individuales, demuestra una parte cíclica en el sistema pendular”, indicó Zapata Alamilla.

El “punto toral” sería abordar los temas de corrupción e impunidad sin dejar de voltear a ver las casusas que los generan, como la desigualdad, la pobreza, exclusión, medioambiente, entre otros, ya que sin ese abordaje integral la lucha contra la corrupción y la impunidad se vuelve insuficiente, agregó Zapata Alamilla.

Fortalecimiento de la democracia

Guatemala no es una monarquía y los regímenes autoritarios ya quedaron atrás, según de Mata, por eso es importante que quienes ocupen los cargos públicos en los tres poderes del estado realmente garanticen la estabilidad política y que su visión sea el fortalecimiento de las instituciones, un paso importante en ese sentido sería la integración de las cortes del país, un tema que se sigue postergando en el Congreso de la República.

“Para fortalecer el sistema democrático es importante que se tenga en cuenta el sistema de pesos y contrapesos y evitar los abusos de autoridad para la garantía de nuestros derechos civiles y políticos”, agregó.

En tanto, Zapata Alamilla enfatizó en lo “indispensable de plantear una concepción filosófica basada en una visión menos conservadora del modelo caduco en el que estamos, empezar a ver el futuro más allá de mañana y abandonar posturas individuales que además son absurdas, ya que si todo va mejorando en el país también mejorarán los intereses individuales. El desarrollo no debe ser mezquino, debe ser compartido”.

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