La siembra del maíz, una práctica milenaria del pueblo Maya

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Créditos: Cortesía
Tiempo de lectura: 4 minutos

Por Elías Oxom

La siembra del maíz es una práctica milenaria del pueblo Maya, caracterizada por las actividades ceremoniales que se realizan antes, durante y después de sembrar. El maíz es uno de los cultivos más antiguos de los pueblos ancestrales, además del amaranto, el cacao, el frijol, la calabaza y la yuca.

Para la cultura Maya, el maíz es un elemento importante, porque según el Popol Vuh las personas fueron hechas de maíz, además son cuatro los colores principales: rojo, blanco, amarillo y negro, su combinación produce también mazorcas con granos multicolores.

Foto: cortesía

Para el pueblo Q’eqchi’ el maíz rojo significa la sangre humana, el maíz blanco representa los huesos, el amarillo la piel y el maíz negro el cabello o pelo.

Con el maíz se hacen diferentes tipos de comidas, entre ellas la tortilla y bebidas; también se utiliza para la fermentación del b’oj.

 

Según Rodrigo Chub Ical, autoridad ancestral de San Pedro Carchá, para el pueblo Q’eqchi’ la siembra del maíz es un evento sagrado. Ese momento se prepara con un mes de anticipación desde el (k’amolb’e) líder de la comunidad. La familia y los colaboradores deben estar en abstinencia (k’ajb’ak) y comienza una etapa de reflexión (chi’resink), los hijos deben respetar el momento, no se puede hacer cualquier cosa y las personas no pueden enojarse.

Chub Ical, sostiene que la siembra del maíz cuenta con su propio proceso, desde la roza (Chapok k’alem), la selección de semillas (sik’ok, ixmank iyaj), la siembra simbólica (li chapok k’al), la siembra (li awk) y el convivio (li wotzok).

La selección de las semillas se hace un mes antes del evento sagrado; se quema una candela por la mañana y una al medio día. La selección no la puede hacer cualquiera, no pueden ser los niños, debe ser una persona adulta o un abuelo, o los dueños de la siembra. Al momento de desgranar la semilla los niños solo pueden observar, como un aprendizaje.

Chub Ical comenta que la siembra se debe llevar a cabo cuando la luna está llena, para que las semillas no sean consumidas por los animales y salgan mazorcas grandes. Es una actividad de la comunidad, en la que participan los abuelos, la niñez, la juventud y las mujeres, que preparan el sagrado alimento en la casa.

 

Foto: cortesía

 

La siembra tiene sus propias normas o reglas (awas), su lenguaje, las palabras que se utilizan, son específicamente para la siembra. Se utiliza un palo (awleb’) que sirve para abrir el surco donde se colocan las semillas, la cantidad de granos depende de la distancia de cada mata.

Al finalizar la siembra se comparten los alimentos entre todas las personas que colaboraron; puede ser un caldo de gallina o de chunto (kaq ik), se comparte porque para la cultura Maya Q’eqchi’ no existe la avaricia (pixil) se comparte para que haya alimento en abundancia para el pueblo y no escasee. Es el significado del trabajo colectivo, el amor y el vivir bien.

Chub Ical concluye que “estas prácticas se están perdiendo porque no estamos enseñando a nuestros hijos, ya no nos hacen caso, ellos quieren mandar y están aprendiendo cosas de otras culturas y no valoran la nuestra, la educación contribuye para la pérdida de nuestros valores culturales y la imposición de una nueva cultura”.

Jesús Caal, autoridad ancestral de Cobán, comentó que el período de la siembra del maíz ha sufrido cambios. Hace 40 años la época de la siembra iniciaba el 25 de abril en las tierras altas y en lugares planos se hacía a principios de abril, pero ahora todo es diferente por el cambio climático; la lluvia tarda en caer y las personas han cambiado para la primera semana de mayo y esto hace que el cultivo se afecte por las torrenciales lluvias y los vientos fuertes.

Según Caal, anteriormente las trojas se llenaban de mazorcas y ahora ya no se pueden cosechar grandes cantidades. Por ejemplo, una cuerda de tierra da dos sacos de mazorcas y anteriormente daba entre ocho y diez sacos. Esto se debe a que no se está cuidando la tierra; se utilizan químicos para la roza y la limpia de los cultivos, todo esto afecta la fertilidad de la tierra, concluyó.

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