Guatemala: los riesgos por defender la identidad de la diversidad sexual provocan migración forzada

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Créditos: Prometeo Lucero
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Francisco Simón Francisco

El contexto en el que se celebra en Guatemala el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia sigue siendo un desafío para las personas que buscan el reconocimiento de la diversidad sexual en un marco legal y que aboga por el derecho a la igualdad de las personas LGBTIQ y el derecho a la protección de sus familias, el matrimonio civil igualitario y los derechos patrimoniales, así como el reconocimiento de la identidad y expresión de género, a través de procedimientos sencillos y expeditos para la adecuación de los documentos y registros personales de las personas trans, según las demandas de las Organizaciones y Colectivos de personas trans en Guatemala.

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El reconocimiento de estos derechos ha generado diversas reacciones en la sociedad guatemalteca, todas con violencia y rechazo, discursos de odio, detenciones arbitrarias y asesinato, prácticas de discriminación por parte de las autoridades de gobierno, sector empresarial y fundamentalismos de religiosos.

Para los líderes religiosos en el país, “reconocer estas prácticas de identidad sexual va en contra de la voluntad de Dios, destruiría la familia y los valores en la sociedad”.

Estas acciones de rechazo implican un escenario de desprotección y vulneración para estos grupos, por lo tanto muchos han encontrado en la migración la salida perfecta para lidiar por su seguridad: migrar de una manera forzada. Muchos han salido de sus pueblos, dejando sus medios de vida, la familia y su lugar de origen para resguardar sus vidas, ya sea en el propio país o en otros lugares como México y Estados Unidos.

Posiblemente las condiciones de rechazo seguirán siendo las mismas en el destino, que son la inseguridad y la violencia; sumado a estos, la xenofobia y la neofobia a las que se enfrentan diariamente. Las oportunidades de trabajo también son otras limitaciones. Se le niega el acceso al trabajo y en ocasiones se cuestiona su identidad.

Aunque no hay datos precisos de cuantos migran, sí hay un reconocimiento de las causas que la provocan. En una reunión virtual que sostuvo la vicepresidente de los Estados Unidos, Kamala Harris con el presidente Alejandro Giammattei, ella reconoció que además de la pobreza, el desempleo, los efectos de la pandemia y las tormentas que empujan la migración guatemalteca hacía este país, también existen otros factores de empuje, como la violencia y la inseguridad que provoca la migración de la población de diversidad sexual.

Para Juan José Hurtado de la Asociación Pop Noj, las personas de la diversidad sexual son muy propensas a migrar por dos situaciones concretas: la carga de racismo que sufren por la misma comunidad trans en un espacio urbano y por la homofobia a la que son sujetos por su propia comunidad de origen indígena. La diversidad sexual sí existe en las comunidades indígenas pero se visibiliza menos porque hay poca o nula aceptación de estos grupos en estas comunidades.

“En Guatemala las personas de la diversidad sexual tienden a desplazarse de forma interna, de su pueblo a las ciudades, pero las condiciones de racismo y discriminación a las que se ven expuestos por asumir una identidad con orientación sexual los empuja a una migración forzada internacional”, destacó Hurtado.   

Los riesgos durante el tránsito también existen, son objetos de discriminación, violencia física y en gran escala, suelen ser sujetos de violencia sexual ya sea por los mismos migrantes, autoridades de gobierno o por los guías de viaje.

Hurtado ejemplificó está situación con tres casos concretos, se trata de tres personas de habla mam de Huehuetenango, que tuvieron que salir del país para establecerse en México y Estados Unidos. Estas personas migraron más por la condición de seguridad que por oportunidades laborales, “huyeron de sus casas porque tenían el rechazo de toda la comunidad incluyendo la familia por asumir una identidad con orientación sexual”. 

Los casos identificados por Hurtado migran en su mayoría en busca de refugio, más que por lo laboral. Las condiciones de seguridad provocan una diáspora más fuerte en busca de condiciones seguras para sobrevivir ante las constantes agresiones y de rechazo.

En Guatemala no hay trabajo formal para estos grupos, la única oportunidad que existe para ellos es el trabajo sexual (la prostitución), por tres razones: no se les reconoce la identidad, no hay leyes que protejan sus derechos y hay un rechazo total hacia ellos por parte de las instituciones del Estado y la propia sociedad.

Respecto a datos estadísticos que cuantifiquen cuántas de estas personas salen de país, es difícil encontrarlos, porque no hay registros oficiales y es algo que se oculta, por lo tanto la creación de leyes que reconozcan los derechos de estas personas cobra mayor relevancia en la actualidad.

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