Comentarios críticos y oportunistas a Militantes Clandestinos. Tercera entrega (final)

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Créditos: Gilberto Morales
Tiempo de lectura: 28 minutos

Por Gilberto Morales

En una introducción que quedó perdida en los esfuerzos editoriales de la segunda entrega, se manifestaba que al contrario de lo que afirma Manolo Vela en el prólogo del libro que comentamos, el que esto escribe no concibe el texto de Militantes Clandestinos, como un desafío sino como una oportunidad para visitar lugares del pasado reciente dejados por circunstancias que no viene al caso mencionar. Asimismo, se afirmaba que suponíamos que no fue un afán de desafío hacia los viejos militantes que supervivieron a los hechos de violencia en la guerra interna, asignado por el prologuista al texto, algo que animara y fuera voluntad o interés del Dr. Vázquez Medeles. Recurríamos al amplio y rico catálogo de expresiones mexicanas para calificar que tal actitud de provocar enfrentamientos imposibles, era un intento fallido de “amarrar navajas”, enunciado propio del lenguaje de aquellos que se dedican al negocio de hacer competir a muerte a dos aves en un palenque.

En estos comentarios finales incluiremos consideraciones sobre la organización político-militar que estudió el autor, desde el punto de vista de un protagonista que por las circunstancias se vio enfrentado a asumir responsabilidades de manera solitaria que no eran organizativamente de su competencia aunque sí moralmente. Hecho que puede hacer aparecer antes los ojos de un intelectual de la academia, como el intento por de apoderarse de la memoria del grupo. En otras palabras hacer entrar la realidad en los libros.

Comentarios críticos y oportunistas a Militantes Clandestinos

A partir de los últimos capítulos del libro, cuando se deja afuera la teoría y se pasa a la documentación de la contingencia vivida por la Comisión Militar (COMIL) las inexactitudes son puntuales y abundantes, por lo que no podemos ocuparnos de todas y por ello lo haremos de manera aleatoria.

Empezaré por mencionar el documento apócrifo firmado por el PGT-PC en 1985 y suscrito, además, por la organización “PGT-6 de Enero”. A reserva de que algunos miembros flotantes de la COMIL pudieran haber asumido el carácter de “Dirección colectiva del PGT-PC”, difiere de lo citado por Vázquez Medeles cuando se refiere a la desaparición como una organización política en la página 329, lo que se ajusta a la realidad.

Esa situación se podría dar también respecto de la segunda organización mencionada, en la medida que su dirección y cuadros intermedios habían migrado temporalmente a México, pasando por la afirmación de “Manolo”, cuyo nombre legal es de acuerdo con Vázquez Medeles, Milton René Ordoñez del Cid, quien tiene un pobre concepto de lo que es la propaganda armada y, sorprendentemente, aceptado por el investigador de manera inocente, al punto de incluirla en su libro.

Dice “Manolo” que el grupo estudiantil al que perteneció y del que se hará un tratamiento específico más adelante, realizaba propaganda armada por medio de “bombas panfleteras”.

Por el contrario, la propaganda armada supone la toma de un espacio por un grupo de combatientes armados que pueden o no, velar su rostro, que dan un mensaje de viva voz a los presentes en ese espacio controlado por la vía de las armas, los que además pueden entregar volantes impresos con el mismo u otro mensaje. Actividad que puedeser objeto de protección con otras unidades militares. En especial si este lugar es un poblado rural en donde se suponen emboscadas de contención en los lugares de acceso al punto. Entre sus objetivos está causar el efecto sorpresa y extrañamiento entre los posibles escuchas al ver en cuerpo y espíritu a combatientes normalmente inobservables, por su condición de declandestinos.

En el caso de las “bombas panfleteras”, su fabricación, iniciación, y el resultado final, distribuir propaganda, se realizan de manera subrepticia, cuyos operadores no pueden ser vistos por los destinatarios del mensaje, esta vez forzosamente escrito. La fabricación de este recurso para la distribución de propaganda es simple, se construye con una caja de cartón como recipiente de los volantes, un cartón plano que sirve para proteger de la explosión esos papeles los que hay que situar en la caja sueltos y desordenados, luego al cartón se le coloca debajo una bomba pirotécnica de las llamadas “Triángulo”, que se venden en cualquier tienda de barrio y que es un juguete de niños para las fiestas, en especial en la Navidad. Previamente a la disposición de los elementos mencionados se le ha hecho un pequeño hoyo a la caja para dejar salir la mecha del mencionado juguete infantil, se inicia el dispositivo de manera oculta por medio del fuego de un cigarrillo u otra fuente y se abandona el lugar sin ser visto.

Otro caso. Hay una parte en la que Vázquez Medeles afirma que luego de la muerte de Mario de Jesús Ortíz Monterroso “Saúl”, “Claudia” lo sustituyó en sus responsabilidades, un dato inexacto por las siguientes razones. Luego de la captura de “Saúl”, que fue el aviso de que la tormenta arrancaba, Alma Lucrecia Osorio Bobadilla “Claudia”, por quien se arriesgó Rolando Benjamín Orantes Zelada “Víctor”, para ir a traerla de la zona en donde se dio aquella captura, no volvió jamás a ese lugar. A lo que hay que agregar la falta de competencia de la compañera para cumplir con ese tipo de responsabilidades.

El caso de Marco Antonio Flores (pág. 329) y su condición de representante de la COMIL en México es una mentira monumental de parte del emisor y un descuido por de parte del autor al incluirlo. El representante en ese país era un médico cuyo nombre me reservo porque no tengo ningún interés en completar el expediente de la inteligencia militar guatemalteca.

La relación de Marco Antonio Flores con la COMIL fue producto de un favor personal que le hizo a Juan José –como queda expresado en la página 329 del libro-, para más tarde desarrollar alguna convivencia de carácter social con los exintegrantes de esta, así los conoció y esa fue toda la relación de este personaje con los exmilitantes de esa organización.

Lo que también es una notable falsedad es que él diga: “Entonces yo los cuidé durante seis o siete meses”. Si Juan José toma contacto con este para solicitarle el favor personal mencionado, la renta de una casa, en especial para que la habitara Tania Palencia, fue porque era “Saúl” el encargado en tanto su regional incluía la frontera y todo lo concerniente a esta condición geográfica y ante su captura y asesinato, se perdió el contacto con quienes representaban -incluía también a la esposa en esa tarea- a la COMIL en México. Esto deja claro que nunca existió una relación organizativa de Flores con este grupo político.

Este personaje pasaba por serios problemas de salud, con disfuncionalidad cerebral aguda, situación que de alguna manera observó Vázquez Medeles cuando mencionaba los espacios amplios que se daban en las esforzadas respuestas de Marco Antonio Flores. En la página 330, es evidente que Flores confunde dos épocas diferentes de sus estadías en México. La primera fue en los años 60, que es cuando, aceptado de buena fe, porque puede ser una mentira, dice haberse presentado ante el encargado del Partido Comunista mexicano –sin duda se refiere al encargado del PGT en ese país y que tuvo problemas con él.

Que a partir de esos problemas él empezó a conseguir dinero, que consiguió un buen trabajo y que se hizo cargo de la gente que iba llegando y que esta actividad fue conocida por el “encargado” y a partir de un intento de castigo en su contra dijo, “renuncié al partido y me hice cargo de la COMIL”. Esta situación relatada, es de nuevo una falsedad de marca mayor, convicción que parte del conocimiento durante un buen tiempo de este personaje y, de la realidad vivida por los supervivientes del grupo, mentiras que son incluidas en el texto como oro sólido, como se ha venido apuntando a lo largo de Militantes Clandestinos. La primera situación relatada con mucha dificultad al investigador y la segunda en la que incluye a la COMIL, hay “solamente” veinte años de diferencia, lo que deja claro el estado de salud del testigo entrevistado y de la aceptación de sus afirmaciones acríticamente.

En la página 344 hay otra evidencia de su falta de salud mental, afirma que como parte de las FAR fue el encargado de ese grupo…que se presentó a México huyendo de Guatemala. Es imposible porque las organizaciones eran distintas, en esa medida las FAR no podía influir o determinar nada de la COMIL, ni de ninguna otra organización. Y agrega una sarta de mentiras como que él conoció al Tigre (Carlos Quinteros, el Hombre Lobo) y que ese proceso fue parte de su vida. En un lamentable descuido del historiador. 

Marco Antonio Flores fue un conocido mala lengua y mitómano, pero era un mitómano coherente, aquí se puede apreciar su inveterada costumbre de mentir, pero con una alarmante disfuncionalidad cerebral que dice mucho de su estado de salud. Y de nuevo Vázquez Medeles se resbala aceptando como válidos sus argumentos. Antes de “conseguir dinero”, supuestamente para colaborar con los exiliados guatemaltecos recién llegados, él gustaba de desviar el dinero a su favor, sobre esto hay varias referencias que no tienen que ver con la COMIL, sino son de otras épocas. En el caso que nos ocupa y a riesgo de vulgarizar lo que se escribe, diremos que se apropió indebidamente de US $500, con el agravante que iban destinados a una mujer recién liberada del cuerpo represivo especializado en la persecución de ese grupo y, por lo tanto, con necesidad de poner distancia de sus captores.

Con la plena convicción de que este tipo de situaciones son poco determinantes, intrascendentes y poco significativas en los hechos, una vez incluidos en un sesudo libro de historia, estos hechos triviales cobran fuerza de verdad histórica. Este es el caso de los mencionados “zonales”, término desconocido por el autor de estos comentarios y escuchado por primera vez del autor del libro del que nos ocupamos. Los llamados “zonales”, correspondían más al término “aparato”, como el caso de una estructura de frontera organizado por Joaquín Noval Fuentes “Juan Ché”, en el municipio de donde era originario, Ayutla, San Marcos, y al que se refiere reiteradamente Vázquez Medeles como “zonal”.

Cualquier dato incluyendo información falsa que se haya escapado de la vigilancia y del tamiz del historiador, impresos en letra negra en un libro que goza del respaldo de una editorial y de un prestigiado centro de estudios superiores se transforma en historia respaldada, esto es un alto riesgo que podría confundir a sus lectores y velar la realidad histórica. Mao Zedong en alguna de sus múltiples recomendaciones decía que había que cuidar lo que se decía por el efecto que necesariamente tienen los argumentos en su receptor, pero era obligatorio todavía más este comportamiento si se hacía en público porque eran más receptores y el efecto negativo se multiplicaba. En el nivel máximo, como era sacar copias al carbón –la tecnología de punta en ese momento-, el cuidado de lo que se dijera debía extremarse para no falsear la realidad y evitar su efecto pernicioso multiplicado.

La opción de salir del país por parte de algunos militantes de la COMIL es posterior a la muerte de Rolando Benjamín Orantes Zelada, pero no se puede considerar su deceso como determinante para esta decisión, pasó todavía algún tiempo después de su muerte, aún no había muerto Jorge Alberto Chávez Vásquez “Manolo”, sobre el que conviene aclarar que no es el mismo “Manolo” mencionado arriba en relación con Vázquez Medeles. Ante la circunstancia de persecución estrecha y la capacidad nula de respuesta, como no sea en un mero acto de desesperada defensa, la ruta que quedaba era abandonar el país. “Manolo” –Chávez Vázquez-, planteaba la posibilidad de salir a recibir entrenamiento militar a algún país revolucionario que prestara ese servicio solidario (Cuba o Nicaragua). Juan José por su parte planteaba quedarse, decisión que mantuvo hasta la caída de “el Seco”, Manuel y su hermano, Carlos Guadalupe, ambos de apellidos Herrera Montenegro, días antes del 31 de diciembre de 1983, ya que en ellos confiaba para mantener a la organización después de los hechos vividos.

Otra verdad revelada, asumida como tal por Juan Carlos Vázquez Medeles

Otra verdad revelada del tamaño de la que justifica el pronunciamiento militar del 13 de noviembre de 1960, en razón de la defensa de la soberanía nacional, es sostener que Luis Augusto Turcios Lima no estuvo de acuerdo con lo discutido en el campamento “las Orquídeas”, en la segunda quincena de diciembre de1964, que tuvo como corolario la publicación de la “Primera Declaración de la Sierra de las Minas”, dada a conocer en el periódico del MR-13, Revolución Socialista en los primeros días de enero de 1965[1] y que tuvo también como consecuencia la separación del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, de la Guerrilla Edgar Ibarra, del PGT y de las FAR, las que por esa razón más tarde se conocieron como las segundas FAR.

De acuerdo con lo mencionado por Adolfo Gilly en una larga sobremesa en el Hotel Panamerican en la Ciudad de Guatemala, el día 5 de mayo de 2013, lo que ya había sido publicado por él, los presentes en la cita en el campamento “las Orquídeas”, realizado el 20 de diciembre de 1964 fueron por la GEI[2], Luis Augusto Turcios Lima “Herbert”; Fidel Recancoj Xitimul “Socorro Sical”; Mario Lemus “Efigenio”; Emilio López Román “Pascual”; y por parte del MR-13, Marco Antonio Yon Sosa, Evaristo, Ismael, Tamagás, Monte y César. Por el frente urbano del MR-13, Francisco Amado Granados, Augusto Vicente Loarca, David Aguilar Mora y Adolfo Gilly “Tuly”, en calidad de periodista.[3] No obstante ellos se reunieron sin la presencia de los integrantes de la GEI, del día 10 al 22 de diciembre de 1964, para preparar los argumentos a presentar en esa reunión y en esos dos días posteriores a la reunión con la GEI, al análisis de los resultados de la misma[4].

En Las pruebas de fuego. La crítica de las armas 2[5], Regis Debray y Ricardo Ramírez, quien salió de la montaña y luego de México en los primeros días de 1965[6], sostienen que la inclusión del nombre de Turcios como suscriptor de la “Primera declaración…” fue de manera inconsulta. Sin embargo, Adolfo Gilly, quien estuvo presente como ya se dijo, analiza que en la montaña nadie firma sino levanta la mano en señal de acuerdo, aunque no dijo claramente que Turcios había levantado la mano. Lo que vino a quedar claro cuando agregó que el único que mostró inconformidad fue Mario Lemus “Efigenio”, pero este no logró materializar esas diferencias de criterio de ninguna forma. Turcios, por su parte, no llegó a vislumbrar los efectos que tendría su actitud.

En Somos los Jóvenes Rebeldes[7], Pablo Monsanto también consigna la justificación de Turcios Lima en la misma forma, “yo no entendí”. El autor relata que Ricardo Ramírez estuvo trabajando el documento a discutir en esa reunión durante un buen tiempo, ese planteamiento era el que hubiera tenido que defender Turcios en especial, pero no entendió[8] ni el contenido ni las implicaciones de la aprobación de la propuesta de un grupo de trotskistas incorporados al MR-13. En otro documento[9]con fecha del 6 de marzo de 1966 a un poco más de dos meses de la reunión ininteligible para el comandante Turcios Lima, confirma lo que se viene diciendo:

“Posteriormente a la partida de ustedes [los representantes del MR-13] del campamento Las Orquídeas, me di cuenta de mi error, al hacer un resumen de lo discutido con los compañeros que estuvieron presentes [en la sesión del 20 de diciembre de 1964], y envié por escrito una solicitud de rediscusión (sic) con ustedes”.

El error al que alude Turcios Lima es precisamente que no entendió lo que allí se discutía y estuvo de acuerdo con lo sostenido por los trotskistas. Señala que no conoció hasta publicado el contenido de la “Primera Declaración de la Sierra de las Minas”, pero este contenido sin duda tuvo que respetar lo allí discutido y no lo menciona entre la razones de su equívoco.

Adolfo Gilly fue más cauto, afirmó en la mencionada sobremesa, ahora un imposible pero con una intención conciliatoria, dijo “…los documentos se parecían”. La imposibilidad de lo afirmado por Gilly queda registrada documentalmente en la historia, antes y después de este hecho, en la propaganda del MR-13 y en los documentos de la GEI, ya que mientras que en el documento de la guerrilla de las FAR la línea militar iría enfocada a la guerra prolongada, matizada con elementos foquistas, a diferencia del documento presentado por el MR13 que debió ser inmediatista, con una concepción insurreccional imposible -si atendemos a las condiciones que exige un movimiento de ese carácter-, la creación de sóviets, en fin, hacer una receta de los acontecimientos vividos en la Rusia de 1905, dirigidos por Lev Davidovich Bronstein (León Trotsky). Saltar de los gélidos inviernos de la madrecita Rusia a los calores del subtrópico americano, sin otro medio que una pobre imaginación y de una copia burda.

Más tarde estos integrantes en México del Partido Obrero Revolucionario (POR), adscrito a la IV Internacional trotskista, cuya forma de participar en la revolución era infiltrando organizaciones revolucionarias ya constituidas e imponerles su receta militar para la toma del poder[10] fueron expulsados[11] del MR-13 en razón de haberse quedado con parte sustantiva de los recursos financieros obtenidos en Guatemala. En el juicio que resultó en la expulsión de tres de los tres integrantes del POR y, hasta ese momento también del MR-13 (Evaristo, Tomás y Roberto), se dieron a conocer dos hechos similares más, pero de más bajo monto, de acuerdo con el documento citado.

No obstante, esta incertidumbre creada por la afirmación de Debray y Ricardo Ramírez en el libro mencionado, existe registro histórico de la carta de autocrítica de Turcios Lima en la que da como explicación el dicho del comandante, “no entendí”, al referirse al contenido del documento a discutir en esa reunión con la dirección del MR-13, de la que venimos hablando, y la que se realizó después del ataque a un destacamento militar el 16 de octubre de 1964[12], en Panzós, Alta Verapaz.

Pablo Monsanto, en Somos los Jóvenes Rebeldes cuenta que a él le había tocado estar en una emboscada de contención y que el grupo de asalto no encontró prácticamente resistencia y que aseguraron para el movimiento revolucionario algunas armas. Más adelante explica que Turcios dividió la fuerza y un grupo se retiró a cubierto con las armas recuperadas en el ataque, mientras que Turcios Lima con algunos de los combatientes hizo una maniobra de distracción abierta ante la población y se retiró con sus hombres al descubierto, con el objeto de engañar a la población y con ello velar el seguro informe de esta al ejército y liberar de la muy segura persecución a los efectivos guerrilleros que se retiraban con las armas. Lo que no funcionó como esperaba Turcios Lima.

Lo que permite suponer que fue con esos guerrilleros mencionados, con quienes participó en la reunión en “las Orquídeas”, y que Turcios Lima se retiró en la fallida maniobra de desinformación al Ejército[13]. Es interesante subrayar la justificación pueril que da el comandante Turcios de ese hecho porque refleja el bajo nivel de su formación política, no era imposible esperar eso de un muchacho joven sin ninguna experiencia política anterior y con la formación de cultura general y humanística, escasa, que se supone en un subteniente del Ejército, especialmente en los tiempos que corrían, sin tomar en cuenta a pesar de lo sostenido, de un importante avance que en este campo tuvo el comandante Turcios Lima por su relación con la dirección del PGT y con Ricardo Ramírez.

El grupo estudiantil “el Tábano”

Esta sección está plagada de inexactitudes y de conclusiones salidas del vacío o de los criterios antojadizos de Vázquez Medeles, al contrario de lo afirmado por este en la página 199, en donde establece una relación orgánica entre la COMIL y la publicación del “Tábano” lo que es inconsistente de origen. Así como la relación directa que establece entre este proyecto y los murales realizados en el campus de la USAC. Cuando se crea este proyecto estaba pensado para el desarrollo de una célula del PGT, sin ninguna relación con la mayoría de los involucrados en los murales. El proyecto pictórico fue financiado por la AEU cuando su presidente era un “antipegetiano” patológico, Edgar Palma Lau, quien no hubiera aprobado ese apoyo financiero si el mismo llegara a tener alguna relación con el PGT, lo que explica después su incorporación a ORPA, una organización surgida con una clara oposición a ese partido.

La materia gris de los murales estaba integrada por poetas y escritores que se ocupaban de la parte textual de estos. El poeta Enrique Noriega aclara que el proceso de formulación de los lemas, que servirían de soporte al recurso gráfico, eran discutidos colectivamente por la noche para luego llegar a la parte gráfica en el terreno. Este equipo estaba integrado por el mismo Noriega, por el poeta Luis Eduardo Rivera, por los escritores en cierne Fernando González Davison y (Mario) Roberto Morales[14], además en calidad de cuarto mosquetero, el poeta Otoniel Martínez y Marco Antonio Flores que actuaba como tutor literario de los mencionados. Ramírez Amaya, aunque sus propuestas llegaron excepcionalmente a ser tomadas en cuenta en relación con los textos, su atribución era fundamentalmente lo pictórico, acompañado del pintor costarricense Gerardo González y de un grupo de estudiantes de arquitectura que apoyaban –como brocha gorda-, en su trabajo a los pintores.

Ninguno de los poetas, escritores y pintores perteneció al grupo “Tábano” como prueba de la no continuidad entre los dos proyectos, mientras el primero era parte de la desesperación de esa gente de “hacer algo”, la conformación del segundo fue para desarrollar una célula recién creada del PGT en la Facultad de Arquitectura de la USAC, como ya se ha dicho más arriba. Conviene la aclaración, porque Vázquez Medeles le confiere fidelidad con los orígenes de este grupo a un testigo tardío, Marcel Arévalo, que por esa misma razón confía en su apreciación a destiempo, para formular una relación inexistente entre las dos actividades. Esto sin considerar que cuando se dio la creación de lo que más tarde fue el grupo, el trabajo de los murales ya había concluido.

Asimismo, vincula a Juan José como miembro del grupo, lo que es completamente falso. Este estaba temporalmente como docente en esa escuela de diseño y fue abordado por Mario Baltazar García quien había sido su alumno en un colegio privado de clase media unos ocho años antes, para solicitarle contacto con alguna organización revolucionara, hecho que suponía posible por el contenido y orientación de las clases que impartía Juan José. Este estableció el contacto con “Álvaro”–José Luis de León López- un campesino miembro del comité central del PGT y activo combatiente de la COMIL de ese tiempo (pre 1978). Juan José se sentía librado de la incómoda relación con estos estudiantes inexpertos y por ello peligrosos, una vez establecido el contacto con el PGT.

Lo que no fue una liberación completa porque poco tiempo después de nuevo Baltazar García lo buscó para pedirle orientación sobre qué actividades podrían realizar en esa escuela universitaria. Lo básico después de la lectura del Qué hacer de Lenin y el papel que jugó el Iskra en la organización del Partido Social Demócrata Ruso, era recomendarles la creación de un medio de prensa. Otro tiempo después, de nuevo García le confiesa la incapacidad del grupo para realizar la sugerencia hecha. Fue en ese momento cuando Juan José se involucra momentáneamente en ese proyecto con la intención de un traslado de competencias y entonces sí, tomar distancia definitiva de ellos, para esto realizó los dos primero números de esa publicación, formulando una vulgarización de la Teoría del Valor marxista por medio de un guión en dos entregas que dibujó un arquitecto in fieri de quien tampoco se dará su nombre para evitarse colaboraciones fáciles con la inteligencia militar.

Cuando Juan José era militante de la Juventud Patriótica del Trabajo (JPT), en los primeros años de la década del 60, había tres lecturas que hacían los jóvenes comunistas que más que jóvenes en realidad estaban en la edad de la adolescencia, una de ellas era La Madre de Máximo Gorki, otra la venenosa novela de N. Ovstrosky Así se templó el acero, la que también se conoció con el nombre de Engendrados en la tempestad, una alta expresión del realismo socialista con su carga de manipulación propagandística implícita. Y otra lectura menos difundida pero que también integraban esa biblioteca de esos revolucionarios aprendices, Tábano. Fue por esa razón que Juan José bautizó a esa publicación con ese nombre. Fue por esa misma razón, para que el investigador identificara el origen del nombre del grupo, fue que le sugirió su lectura al Dr. Vásquez Medeles.

Luego de esa situación Juan José tomó distancia de esa actividad por considerarla sin pertinencia en su caso. Esa actividad propagandística y de divulgación fue realizada por este casi una década antes, etapa estudiantil forzada, por razones que no vienen al caso mencionar, que él mismo consideraba superada, así como la actividad universitaria y si ejercía como docente era como un mero recurso de supervivencia mientras se incorporaba a la militancia clandestina después de regresar de su exilio chileno. Así las cosas, es falso que Juan José haya sido compañero de “Tono” –Óscar Eduardo Barillas Barrientos- en esa publicación, tanto como su pertenencia a ese grupo, cosa sostenida sorprendentemente por Vázquez Medeles, porque en ningún momento de los muchos que compartieron en función del trabajo que ocupaba al último se mencionó tal relación. Esto es sin duda consecuencia del fallo en el supuesto código común dialógico entre el testigo y el investigador. Juan José llega a conocer a “Tono” ya en la militancia en la COMIL y a enterarse de que este fue estudiante de arquitectura aunque a la postre, tenía un vago recuerdo como su alumno en esa Facultad. En esa medida también es falso que Juan José perteneciera a la comisión de propaganda y todavía más falso que haya participado en el diseño de emblema de la COMIL.

Los dos estudiantes de arquitectura que tomaron contacto con Juan José para la creación de la célula del PGT y posteriormente del periodiquito Tábano, fueron el ya mencionado, Mario Baltazar García y Conrado Leal, ambos ya muertos, el primero por razones de mala salud y el otro secuestrado y asesinado por la represión. Otro involucrado en el proyecto de esa publicación y que estuvo vinculado al grupo que realizó los murales, está el también alumno de Juan José, Ramiro García, diestro en la realización de montajes gráficos y que posteriormente fue el ilustrador del Tábano, sin llegar a vincularse con el PGT, asesinado también por la inteligencia militar en su pueblo natal, lo que también viene a confirmar la no continuidad entre los integrantes del proyecto de murales, con el Tábano.

El esfuerzo del Tábano creció y llegó a ser de una incidencia importante entre los estudiantes de la USAC. Sin la corta presencia de Juan José que como se dijo, el medio fue creado, bautizado y en los dos primeros números el concepto editorial fue de él, para dejar que fuera producido por los mismos estudiantes ahora en calidad de militantes, con la excepción mencionada.

Poco tiempo después, este de nuevo en la clandestinidad se enteraba incidentalmente de las actividades de esta célula, cuando por casualidad se encontraba con alguno de los dos mencionados, García o Leal. De la influencia del Tábano entre los estudiantes de la USAC se llegó enterar por medio del autor de Militantes Clandestinos. En la disolución de este grupo estudiantil jugó un papel determinante la desnaturalización de las actividades propias de este sector universitario, por medio de prácticas que no se correspondían con el ámbito estudiantil, como la famosa “propaganda armada” –sin armas- de “Manolo”, Ordoñez del Cid, el amigo mayor[15] de Juan Carlos Vázquez y a otras actividades más radicales –ya en ese momento vinculados a la COMIL y dejando atrás su etapa en el periodismo estudiantil-, como el asesinato[16] de un arquitecto demonizado, aunque con alguna razón para hacerlo.

A manera de conclusión: La historicidad de la COMIL

Para Agnes Heller[17] son tres los elementos que determinan la historicidad. Saber de dónde se viene, tener conciencia del propio pasado; saber quién o quiénes somos en el presente, concebir nuestra identidad grupal y nuestra particular forma de articularnos con la realidad inmediata en los hechos; y finalmente, saber hacia dónde nos dirigimos en el futuro o cómo se dice en la planificación, perseguir una imagen objetivo lo que supone la capacidad para formular los pasos necesarios para alcanzar las metas y objetivos.

Sobre las propuestas que hace un maravillado informante –Alberto Fuentes- al Dr. Vázquez Medeles, sobre el pasado de la COMIL, conviene hacer algunos acotamientos que podrían resultar útiles. Este habla de la buena recepción de la población hacia esa organización en el parcelamiento la Blanca, ubicado en el municipio de Ocós, San Marcos, por parte de la gente que allí vivía como una actitud que debería entenderse como el resultado del trabajo organizativo de la COMIL post 1978, el año de la ruptura con el Comité Central. Pero es inexacto. Esta actitud de los pobladores del parcelamiento era producto de los viejos y buenos recuerdos de la Reforma Agraria del segundo período revolucionario y del protagonismo del PGT en la asignación de tierras. No era la única región del país en donde su población, especialmente la de más edad que vivió ese fenómeno social que remeció las bases de la sociedad guatemalteca tenía profundos sentimientos de gratitud hacia esa vieja organización comunista.

También en la zona de la boca costa de San Marcos en lugares aledaños a Quetzaltenango, como el Quetzal, región conocida, al interior del PGT, con el encriptado nombre de “Comercio”. En ese lugar también era ostensible la simpatía y el apoyo a esta organización político-militar, que venía de la data revolucionaria. Por esta razón, se explica que en 1967 el PGT organizara en la zona de Rabinal su regional “D”, así también explica los esfuerzos posteriores realizados por esta misma organización política con el objeto de organizar una guerrilla en esa zona en los años 80, proyecto político que no fructificó. Esa era también otra región de lealtades entre la población originaria achí que se remontaba a los viejos tiempos de la Reforma Agraria del segundo gobierno revolucionario. No era producto del trabajo organizativo de la COMIL después de su ruptura con el PGT, en julio de 1978.

Como señala Vázquez Medeles, luego de la incorporación de un grupo de militantes de las FAR a las filas de la COMIL, el origen en cuanto a la pertenencia de alguna organización en especial, era disímil. Algunos de estos tuvieron un comportamiento pendular entre el PGT y las FAR, no existían linajes propios de la COMIL post 78 entre ellos. En otros casos el origen de los militantes eran las FAR en exclusiva, sin ningún otro tipo de participación política organizada. Lo que hacía difícil una identidad común venida de un pasado igualmente común. Finalmente había un grupo cuya militancia fue siempre en el PGT, entre los cuales podrían existir elementos “identitarios” comunes pero no era, como se ha visto, una situación general. En otras palabras, así integrada la COMIL post 78, no se podía hablar de un pasado común en términos absolutos que explicara una identidad igualmente común.

El inicio de la COMIL se sitúa históricamente el 15 de junio 1978, luego de la emboscada a un grupo de policías militares en la colonia las Charcas, en la ciudad de Guatemala, la que se dio a conocer como “Panzós Heroico” y que marcó el momento de ruptura entre la dirección del PGT y miembros de su comisión militar.[18] El deterioro de la relación entre la dirección del PGT y esta tiene un proceso de deterioro anterior. El descontento que crece tiene como motor especial la convicción de estos militantes de que la dirección no actuaba en función de una mayor presencia militar a nivel nacional, desafección a la que contribuía el crecimiento y desarrollo de otras organizaciones político militares y a la agudización de la guerra interna.

A partir de allí hay dos momentos en el presente autónomo de la organización de la que nos ocupamos. El primero, es cuando en ese proceso de ruptura establece relación con otro grupo que se separa de la mencionada dirección política, el Núcleo de Dirección Provisional, cuyo líder más destacado fue José Alberto Cardoza “Mario Sánchez o el Maistro Chapas”[19]. Desde un inicio, los dirigentes de la COMIL, conscientes de sus limitaciones, no pretendieron estar en el mismo nivel de representación política en las reuniones que en ese momento se daban entre las FAR, el EGP y ese grupo escindido, el Núcleo de Dirección Provisional, relación entre estas que más tarde se conoció como la Tripartita. Sino, por el contrario, optan por dar protección armada a las reuniones del Núcleo de Dirección Provisional con las otras dos organizaciones cuando estas se realizaban, lo que los colocaba en un nivel de subordinación al Núcleo.

La concepción del ejercicio político de los dirigentes de la COMIL era militarista, mientras que el grupo dirigido por Cardoza era moderado, por eso el resultado final de la unidad con el Núcleo de Dirección era predecible. En resumen, hubo una ruptura entre estos dos grupos originalmente disfuncionales, puestos de acuerdo de manera coincidente y momentánea por su rechazo común al CC del PGT. En esas condiciones la declaración de la COMIL de “constituirse” en un partido comunista, era una decisión más retórica que posible con la única intención de señalar la inexistencia de un partido comunista en el ámbito nacional, como una crítica a su antigua dirección, más que con la posibilidad real de llegar a alcanzar ese nivel organizativo. Nada cambió en la rutina de esa organización que permitiera afirmar que ese proyecto se llevaba a la práctica, ni hacerlo estaba entre las capacidades de la militancia.

El segundo momento se dio cuando se incorpora un grupo de militantes que renunciaron a las FAR. El planteamiento de constituirse en partido comunista era retórico como se ha dicho, en ningún momento de la segunda etapa y es de suponer que tampoco en la primera o en todo caso si se dieron en la primera fueron infructuosos los esfuerzos para constituirse en una compleja organización partidaria con esa ideología. La intención de señalar la inexistencia de un partido comunista era crítico y usual, las FAR, también con esa intención, planteaban en sus boletines y periódicos la inexistencia de un partido comunista guatemalteco. Durante ese segundo momento no hubo ningún evento que apuntara a la discusión del camino a seguir para alcanzar ese estatus organizativo y dejar de ser una mera organización militar de castigo, aunque con algunas actividades en relación con sindicatos obreros y menos frecuentemente con sindicatos campesinos, que no podía ocultar la impronta policiaco-militar y las fuerte presencia urbana de esa pequeña organización política.

Era una reducida fuerza con un peso político en proporción a su escala, su escaso crecimiento obligaba a una buena cantidad de sus militantes a “hacer de todo”, es decir no existía una estructura orgánica que exigiera la especialización en las tareas propagandísticas, organizativas o militares. La especialización aquí estaba más determinada por las limitaciones de los militantes para realizar otro tipo de tareas a las que estaban destinados tendencialmente, antes de que por una división del trabajo producto de una compleja estructura organizativa.

Si mientras la COMIL podía tener algún grado de conciencia de su propio débil presente y por esas mismas limitaciones de su desarrollo organizativo futuro, tampoco se definieron los pasos para alcanzarlo, no se definió un camino, una línea política para llegar a esa meta partidaria. En ese presente estaban conscientemente reconocidas las limitaciones relativas a las otras organizaciones que se pudieran considerar consolidadas, EGP, ORPA y FAR. Ese reconocimiento implicaba la conciencia de que el objetivo de construir el socialismo como etapa final, estaba todavía más lejos que de las anteriores organizaciones político-militares mencionadas que se proponían la misma meta, en tanto los medios de guerra a su alcance y su fuerza humana eran ínfimos comparados con la fuerza militar de las otras organizaciones.

Por otro lado, vistos estos hechos desde la óptica de las organizaciones con mayor presencia militar en el país a finales de los años 70 y principios de la siguiente década, no reconocían con justicia atributos políticos y militares a la COMIL, como para establecer relaciones de ningún tipo con esta, porque eso llevaba implícito algún grado de reconocimiento político que estaban fuera del interés de estas y mucho menos aquellas relaciones o reconocimiento que tuvieran un fin unitario.

“La concepción militar” de la COMIL: brazo armado versus ejército revolucionario

El tratamiento del caso Máximo Zepeda es extenso lo que le da connotativamente una importancia que, aunque fuera la muerte de un notable represor, no pasa de ser un mero acto de castigo en la concepción de la lucha militar tradicional del PGT. En esos mismos términos se puede asumir la muerte por la vía de la acción de la COMIL de Rafael Arriaga Bosque, jefe inmediato superior de Zepeda. Pero no hay un tratamiento de la muerte de Arriaga, como si lo fue en el caso del último, y no se permitió el autor analizar ambas muertes desde el punto de vista de la concepción militar del PGT, que esencialmente era la misma antes y después de la ruptura de 1978 con su organización matriz.

Antes del inicio de la lucha armada, la corriente reformista del PGT, que no estaba de acuerdo con esta vía, llegó a aceptar algunas formas de violencia en su III Congreso. Hasta después de la disolución del regional “D”, el ejercicio de la violencia revolucionaria se concebía y se realizaba bajo el concepto de brazo armado cuyos objetivos no eran precisamente militares, lo que hubiera supuesto la organización de una fuerza militar permanente, regular y sus objetivos con carácter militar en ataques a efectivos a medios del ejército en primer lugar. Por el contrario, la concepción y la realización práctica de brazo armado se daba por sus objetivos puramente policiacos antes que militares, el castigo, la financiación económica por medio de asaltos a bancos, secuestros para cobrar un rescate monetario, para negociar canjes de prisioneros y eventualmente la protección de sus dirigentes, no más allá.

Como se dijo en la segunda entrega, el regional “D” fue concebido por el PGT como una fuerza guerrillera, que perseguía organizar un ejército guerrillero con carácter permanente, regular, que actuaría en una zona de muchas lealtades entre la población originaria, que tenía como garantía para la organización de esa fuerza militara cuadros revolucionarios con una supuesta lealtad[20] a toda prueba a esa organización. Esta fue la penúltima ocasión en que ese partido se empeño en la creación de un ejército regular destinado a la guerra. Esa era una zona en la que existía población originaria achí y muchos de ellos simpatizaban con el PGT, como herencia de los tiempos de la Reforma Agraria de los años 50.

Hay dos liderazgos Achí que es justo recordar, el de Santos Cojón, quien gozaba de mucho reconocimiento comunitario; Emilio López Román “Pascual”, quien fue el encargado o responsable máximo del regional “D”, muerto al salir del consultorio dental de Vinicio González en 1967 en la Ciudad de Guatemala, cuando este se desempeñaba como presidente de la Asociación de Estudiantes Universitarios, por lo que tuvo que ocultarse de las autoridades hasta mucho tiempo después,[21] razón por la que fueron secuestrados temporalmente su hermano y su padre.

Con todo y el comportamiento, muchas veces señalado de díscolo, con tendencia a romper con la disciplina de Ricardo Miranda Aldana, “Mano de Tigre” –hasta después de la organización del Regional “D”- y de Mario Lemus “Efigenio”, ambos resultan emblemáticos por su lealtad al PGT. En el caso de otro cuadro organizativo incorporado a ese regional, Francisco Alfredo López Polanco, “Nicolás Sis”, quien llegaba de la URRS en donde había pasado el curso del Konsomol y otro de Estado Mayor de Ejército. Óscar Vargas Foronda (El Mono) de linaje familiar revolucionario desde los años de la revolución de octubre, también considerado otro leal a esa organización partidaria, lo mismo en cuanto a la fidelidad al partido puede decirse de Plinio García, todos ellos mencionados en la segunda entrega.

Una característica en la práctica que pone en cuestión a las críticas lanzadas desde el año 70 en adelante en contra del PGT, a raíz de la publicación de Guatemala: una interpretación histórico social, de Carlos Guzmán Böckler y Jean Loup Herbert, en el sentido de no dar reconocimiento a la población originaria ya que en este regional, los más altos dirigentes fueron los ya mencionados Emilio López Román y Santos Cojón.

Desde un inicio el PGT tomaba distancia de la línea política de la Guerrilla Edgar Ibarra, mientras en esta última en la región de oriente, en la Sierra de las Minas, intentaba desarrollarse en función del foco guerrillero de inspiración cubana. José María Ignacio Ortiz Vides[22] tomaba distancia de esa concepción como queda expresado en un documento[23]de su autoría.

“Un hecho resaltaba claramente a la vista: NO CREEMOS EN LA TESIS DEL FOCO GUERRILLERO”.

Con todo y el uso particular de los tiempos verbales así como el énfasis puesto al usar mayúsculas, el PGT planteaba una concepción militar que difería de la asumida por la GEI, y aclaraba que impulsaba la “Revolución popular” con inspiración en las experiencias revolucionarias chinas (por lo menos para José María Ortiz Vides) y especialmente de la vietnamita. Es en ese tenor, que se da el impulso de Partido Guatemalteco del Trabajo a la creación del regional “D”, probablemente el penúltimo intento[24] de organizar un ejército guerrillero para desencadenar la guerra que respondiera a la necesidad de generalizarla en el país para alcanzar la toma del poder. Luego del desenlace final de ese Regional –también considerado en la segunda entrega-, esta organización regresa al concepto de brazo armado. Ante esa circunstancia el planteamiento de impulsar una Guerra Revolucionaria Popular devino en un mero discurso sin implicaciones prácticas.

Será ese mismo concepto militar el que regirá la corta existencia como organización autónoma de la COMIL, de la fecha ya mencionada dada a conocer por ellos como “Panzós Heroico”, en julio de 1978 a octubre de 1983. En el aquí y el ahora de la COMIL ya en su condición de organización autónoma durante esos cinco años y medio, no se llegó a cumplir con las exigencias de la circunstancia política vivida. El nivel alcanzado en la guerra interna y consecuentemente el desarrollo militar y político de las otras organizaciones (EGP, ORPA y FAR, en ese orden), no le permitieron ni a esta organización disidente, ni a las otras con el mismo origen “pegetiano” (6 de Enero y Álamos), llegar a consolidarse y participar efectivamente en el proceso de guerra.

Por el contrario de la interpretación apologética de Vázquez Medeles, que lo llevan a plantear la no participación en la URNG y consecuentemente quedar fuera de la discusión de los acuerdos de paz como una injusticia política, obedece más al efecto Pigmalión respecto de este grupo de revolucionarios que investigó durante más de diez años, que a la realidad concreta.

En todo caso, éramos una pequeña banda de revolucionarios elementales a quienes el consumo del alcohol nos ocupaba mucho tiempo. Si el autor de Militantes hubiera hecho una lectura acertada de la formulación de Juan José cuando este se refiere (página 327) a que se tomaba su tiempo para incorporase a la COMIL, era por las dudas de desarrollo y efectividad que esta organización le inspiraba y lo hizo después de una frustrada afiliación a otra organización. Sin duda este caso es cuando el código que debiera ser común al testigo y al investigador no funcionó, como lo fue en el caso del Tábano.

En ese sentido y por el desenlace final de la Comisión Militar, tanto en su origen, como en su presente y el truncado futuro por la vía de la captura, la tortura y la muerte nos dan un resultado que incumple con las condiciones que le asigna la filósofa húngara, Agnes Heller, a la historicidad. O en todo caso su historicidad es sinuosa en su pasado y presente mientras su futuro fue truncado –inexistente-, por lo ya explicado, por no decirlo de una forma más dura.

Para cerrar estos largos comentarios, recurrimos a lo enunciado en la primera entrega, “hacer” historia no es cosa fácil aún para los historiadores profesionales, “hacer” historia reciente implica mayor grado de dificultad por lo difícil que puede resultar el acceso a los documentos y por la emoción todavía a flor de piel de los posibles testigos o informantes. E intentar “hacer” historia reciente en un país del que no se es nativo, ni se vive permanentemente en él, ni se ha participado de los hechos, resulta todavía más dificultoso.

No obstante es de agradecer que historiadores extranjeros se ocupen de lo pasado en este casi inexistente país.

Para leer la primera y segunda entrega:

Comentario crítico y oportunista sobre “Militantes Clandestinos”

Comentarios críticos y oportunistas Militantes clandestinos (Segunda entrega)


[1]Revolución Socialista órgano divulgativo del MR-13 1ª y 2ª quincena de enero 1965. Mimeo.

[2]Guerrilla Edgar Ibarra, perteneciente a las FAR y por extensión al PGT.

[3]Adolfo Gilly. 1978. Revista Marxista Latinoamericana. N 3 (abril-junio) México. Con algunos agregados del autor de los comentarios.

[4]Para el historiador Dr. Arturo Taracena Arriola, en esa reunión preparatoria tuvo que estar Luis Turcios en tanto todavía miembro de la dirección del MR-13, correo electrónico del 11/3/21.

[5]Debray. R. Las pruebas de fuego. La crítica de las armas 2., editorial Siglo XXI. 1975. México.

[6]Testimonio de Jorge Ismael Soto García 29-3-2015. Para el Dr. Arturo Taracena Arriola, Ricardo Ramírez salió de México el 1 de enero de 1965, correo electrónico 11-3-21.

[7]Monsanto Pablo. 2013. Somos los Jóvenes Rebeldes. p 180.  F&G Editores. Guatemala.

[8]Además de lo afirmado por Monsanto en Somos los Jovenes…, existe copia del documento de autocritica de Turcios en donde él reconoce que efectivamente no entendió los argumentos de los trotskistas y por eso estuvo de acuerdo con los argumentos de estos.

[9]Carta abierta del comandante Luis Agusto Turcios Lima a la dirección nacional del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre. Guatemala. 6 de marzo de 1965. Pág. 12. Fotocopia

[10]Resolución del IV Congreso de la IV Internacional: “se propuso insertarse [infiltrarse]en los movimientos de masa comunistas, socialistas y de liberación nacional, dejando fuera sólo a un pequeño grupo en cada país que editara un periódico con las posiciones trotskistas.” Rebelión.org. 5/10/19.

[11]Voz Campesina No 20 Suplemento de Revolución Socialista. 15/5/66. Mimeo. Guatemala.

[12]Dr. Arturo Taracena Arriola idem.

[13]El grupo que se retiró con las armas obtenidas en el ataque al destacamento fue atacado al día siguiente por el ejército, y las recuperó para sí, de acuerdo con el testimonio de Monsanto.

[14]Toralla Luarca Guillermo. 2012. Los Murales de la Plaza Rogelia Cruz. Tipografía Nacional. Guatemala.

[15] Fue su jefe en los boy scouts en México.

[16]Comunicado de prensa publicado por la “Nación” en el 22 de mayo de 1980 del PGT-PC.

[17]Heller, Agnes. 1997. Teoría de la Historia. Editorial Fontamara S.A. México.

[18]El PGT no se responsabiliza por atentado que mató a 17 PMA. El Imparcial 19/6/78

[19]Seudónimo –apodo- que el mismo adquirió en uno de sus exilios en el que le tocó ser maestro en ese estado mexicano de acuerdo con Otoniel Martínez autor de “Tras la Bruma del Tiempo”, que recoge la experiencia revolucionaria de José Alberto Cardoza.

[20] El destino final de estos militantes fue distinto, Francisco Alfredo López Polanco –Nicolás Sis-, se incorpora a las FAR, Óscar Vargas Foronda, se exilia primero en México y luego viaja a Paris, Emilio López Román –Pascual-, muere en la Ciudad de Guatemal, de acuerdo con el Dr. Arturo Taracena Arriola, Mario Francisco Lemus Chavarriá –Efigenio- Muere en Jalpatagua el 7/9/68, y Ricardo Miranda Aldana, se incorpora al MR-13, al igual que Fidel Recancoj Xitimul –Socorro Sical.

[21]Salió secretamente del país hacia Chile a cumplir con una oportuna beca de estudios.

[22]Integrante de “los Bravos”, luego jefe de la Resistencia Urbana y más tarde miembro del Centro de Dirección Revolucionaria. Además de ser un revolucionario de cepa familiar pegetiana.

[23]El mismo, de acuerdo con Carlos López (Pizarrón) tiene el título de “Mis ideas peregrinas”, el documento de donde tomamos la referencia “Acciones de Ciudad o (sic) Lucha Revolucionaria (Experiencias de la Lucha Revolucionaria en la Cd. Guatemala). Mimeo, s/f., una copia similar aunque no coincidente completamente me fue donada por el Dr. Arturo Taracena Arriola.

[24]El primero fue en diciembre de 1972 cuando se crearon las FAR con la idea de que su columna vertebral sería el PGT y el último como se verá más adelante después de 1984.

*Las opiniones vertidas en este texto son de exclusiva responsabilidad de quien la emite y no representan, necesariamente, la línea editorial de Prensa Comunitaria.

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