Diálogo con abuelas del Caso Creompaz: “Los delitos pasados afectan nuestro futuro”

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Créditos: Crédito: Caso Creompaz
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Regina Pérez

El Estado guatemalteco no ha realizado una reparación integral a las miles de personas sobrevivientes del conflicto armado interno, aseguran viudas y huérfanas que sufrieron la desaparición de sus familiares durante esa época y ha denegado el acceso a la justicia. La juventud considera que los delitos del pasado que están impunes afectan el presente y futuro de las nuevas generaciones, por lo que animan a mujeres y hombres a sumarse a esas demandas.

En el Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas del Conflicto Armado Interno, el colectivo Yooko Esik’b’al organizó un diálogo intergeneracional entre juventud y abuelas sobrevivientes del caso Creompaz, un caso de desaparición forzada que afectó principalmente a familias de Alta y Baja Verapaz, por el cual actualmente enfrentan un proceso 8 militares.

María Luisa Col, una de las abuelas que participó en el diálogo, viuda de una víctima que fue encontrada en el cementerio clandestino ubicado en el Comando Regional de Entrenamiento de Operaciones de Mantenimiento de Paz (Creompaz), manifestó que tras varios años aún lleva el dolor de la desaparición de su esposo.

Col dijo que el resarcimiento no es reparación y tampoco hubo reparación para muchas viudas. Además, lamentó el cierre del Programa Nacional de Resarcimiento (PNR), desmantelado durante el gobierno de Alejandro Giammattei.

“Muchas viudas ya murieron por la enfermedad, por la tristeza, el conflicto dejó tristeza, dolor de cuerpo, ¿Con qué nos íbamos a curar? Se espero ese apoyo pero nunca salió”, indicó.

Col señaló que además de que no ha habido una reparación digna, tampoco hay justicia. “Cuantas caminatas, cuantos plantones hemos hecho. Hemos llegado al Congreso a entregar documentos, a veces nos dejan entrar, a veces no. Lo reciben, todo está archivado, eso es no lo que queremos, queremos justicia”, señaló.  

Además Col agregó que la reparación que le ha dado el Estado no es suficiente, “para mí eso no es reparación porque aquí llevo ese dolor, ahí está la foto de mi esposo, no me lo entregaron como se lo llevaron, mis hijos esperaron a su papá como se lo llevaron, sin embargo encontramos los restos”, dijo, en referencia a que en Creompaz, que antes fue la zona militar No. 21 se encontraron al menos 565 osamentas de personas desaparecidas.

La abuela agradeció el trabajo de las organizaciones de derechos humanos ya que gracias a su labor se descubrió el cementerio clandestino en Creompaz.

Fue muy duro lo que pasó en el conflicto y eso para mí no hay reparación, la reparación la tengo aquí por dentro, la tengo que llevar hasta que muera, dijo.

El padre de Herlinda Quej, una de las participantes en el diálogo, fue desaparecido en Alta Verapaz y es una de las víctimas del caso Creompaz. Ella señala que tampoco se cumplió con la reparación, sobre todo con la niñez que fue dañada y con las viudas.

Sobrevivientes sufren el trauma por lo que pasó

Además de que se les denegó el acceso a la justicia, las y los sobrevivientes sufren el trauma de lo que ocurrió.

Olga Ja, otra de las abuelas que participó en el diálogo, señaló que son discriminadas cuando realizan sus reclamos de justicia, porque no pueden leer o expresarse bien en español. Sin embargo, considera que eso es consecuencia directa de la desaparición de su padre en 1982. “¿Por qué no podemos hablar, por qué no podemos leer?, por culpa de ellos nos quedamos sin estudio”, indicó.

“Yo me pregunto por qué soy así y le digo a mis hijos que me perdonen, porque ese daño que yo recibí cuando crecí sin madre y sin padre, se queda en mi mente”, dijo.

De acuerdo con su testimonio, fue tratada mal, “que soy de aquí y de allá y no es así, mi padre era trabajador, él vivía con el sudor de su frente, no como dicen hoy en día la gente. Me duele lo que nos hicieron”, señaló.

Quej también relató que tuvo una infancia muy difícil al crecer sin padre, nunca fue a la escuela y aunque aprendió a leer y a escribir, lo hizo en otros espacios. También siguió con la lucha de saber qué pasó con su padre.

Además, relató que su niñez fue horrible, porque se vio obligada a casarse a los 14 años. Talvez mi mamá lo hizo porque no nos podía mantener económicamente, me junté a los 14 años, indicó.

También trabajó como niñera en la capital junto a sus hermanas donde fueron explotadas. En ese tiempo ganaban Q75 al mes y con ese dinero, su madre pudo mantener a sus hermanos.  

Quej señaló que aunque los huérfanos se les prometió una beca para que se pudieran preparar académicamente, nunca la recibieron. 

Esta es una historia de vida que venimos trayendo desde hace más de 35 años, lo vivimos, lo sufrimos, manifestó.

Yolanda Caal, una de las jóvenes que participó en este diálogo, agradeció las experiencias e historias de vida compartidas por las sobrevivientes y animó a la juventud a integrarse a esa lucha de pedir justicia porque “los delitos pasados afectan nuestro presente y futuro”.  

Ya no es momento de callar porque las abuelas ya nos abrieron el camino, nos toca sumarnos y caminar de la mano, enfatizó.

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