Por Hernán González Gómez
Pereciera una mentira que en Guatemala los corruptos tienen mayor oportunidad de ganar una elección popular y también que este sea el requisito más importante para ser candidato o candidata.
No importa los señalamientos de actos de corrupción en su contra, y tampoco cuando se discute la idoneidad de las o los candidatos, no hay manera que se despierte el interés de los electores por saber de donde provienen los fondos económicos que financian las campañas, al final de cuentas terminan siendo los principales candidatos en una contienda electoral.
Sobre los perfiles de candidatos en cada elección en el país lo podemos tomar como un ejemplo, en especial la reciente elección en el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala CANG, que designa al magistrado titular de la Corte de Constitucionalidad (CC), para el período que corresponde del 2016 al 2021.
Los principales candidatos Maynor Motto y Estuardo Gálvez en el CANG son quienes tienen más señalamientos de actos de corrupción, con el agravante que ambos están siendo investigados por la Fiscalía Especial Contra la Impunidad FECI, por delitos vinculados a la corrupción en el país.
Pero como en toda elección, siempre hay un ganador y es el abstencionismo, de los más de 30 mil abogados colegiados activos con derecho a votar, tan solo lo hicieron unos 6 mil 141 abogados y abogadas. Lo mismo sucede en las elecciones generales cada cuatro años, parece que para las y los guatemaltecos, sin importar el nivel académico, el mejor candidato es el desinterés, la falta de información, el no dar la importancia a los puestos de elección popular nos lleva al abstencionismo, un denominador común entre los países latinoamericanos.
El abstencionismo electoral es una enfermedad en Guatemala, como muchas tantas, solo permite la continuidad de las estructuras de poder. No debemos permitir que los malos elijan por los buenos.
