El profesor Roger Antulio Rivera lleva la educación de puerta en puerta a sus alumnos

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Créditos: Redes Sociales
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Aracsala Chang

Mario Moreno “Cantinflas” decía: “La primera obligación de todo ser humano es ser feliz, la segunda es hacer feliz a los demás.”

En este pequeño texto comentaré lo importante que me parece el trabajo del maestro Roger Antulio Rivera, originario de Quetzaltenango. En la actualidad vive en Palmira, Colomba Costa Cuca, y mientras duran las medidas de confinamiento social por la pandemia de coronavirus en Guatemala, impulsa procesos de transformación con estudiantes, haciendo lo imposible porque puedan seguir su formación académica a distancia.

La comunicación, la colaboración y la creatividad son elementos fundamentales e importantes en la lógica de educación a distancia que el profesor imparte y forman un lazo de conexión con sus alumnos.

El profesor es admirable porque utiliza su dinámica de estudio como una herramienta de transformación social y queda claro que él hará lo imposible para que sus alumnos estudien bajo esa nueva modalidad de escuela, haciendo que sus recuerdos de recibir clases sean gratos, pero sin tener que salir de su casa.

La paradoja de esto es, que mientras el mundo se basa en nuevas tecnologías y nuevas formas de hacer digitales las formas de estudio, nuestras escuelas, instituciones educativas y modelos de Gobierno siguen en línea recta, con enormes desafíos.

Ahora nos enfrentamos a una era en la que el modelo educativo debe utilizar nuevas tecnologías, frente a los modelos que durante generaciones han facilitado el entendimiento dentro de la escuela, como el trabajo en grupo, las amistades y los modales.

No es simple hablar de todo este proceso sin mencionar el grandioso trabajo de los maestros, que como se cita en un poema popular: “el maestro de corazón despierta al poeta, al amante de la vida, al mago, al rey y al guerrero que duermen en los sueños de las almas que cada día se sientan ante él en sus pupitres y le miran con asombro y listos de saber. Más que ofrecer datos o informaciones prepara espacios y tiempos para las revelaciones de nuestras ideas como latidos de un corazón enamorado de la vida y del mundo y trasforma los contenidos en continentes de belleza”. 

Hoy, las aulas están cerradas y lejanas, los docentes y estudiantes confinados dentro de sus casas intentando seguir así la vida educativa que alguna vez tuvieron antes de tan horrible pandemia.

Hay amigos que ya no se pueden saludar, trabajos que ya no se hacen en grupos estando frente a frente; son muchos los espacios que los alumnos, nuestros hijos e hijas, nuestros hermanos y hermanas, nuestros niños y niñas perdieron durante este confinamiento.

La sabiduría de un maestro no niega la de un alumno, sino que la respeta, la alienta, la refuerza y la libera, hace al alumno un maestro de sí mismo un arquitecto de su vida y nos enseñan valores humanos que nos dignifican en nuestro diario vivir.

Lo que el profesor Roger Antulio Rivera hace, al llevar la educación de puerta en puerta a sus alumnos, es admirable porque la educación es una herramienta de trasformación social, y él, ha logrado quitar el afán de sus alumnos sobre los problemas tecnológicos que muchos presentan y les dificulta su aprendizaje durante esta pandemia.

El esmero de poder llevar la educación a cada una de las casas de sus alumnos, manteniendo siempre la distancia, pero haciendo que la práctica del maestro al estudiante sea siempre el amor por aprender algo nuevo cada día.

El corazón de un maestro por enseñar a sus alumnos es irreemplazable por la tecnología. Al final, el docente es quien genera y organiza las experiencias de aprendizaje para sus estudiantes y eso es admirable en el profesor Roger.

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