Otra norma-lidad es posible

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Créditos: Kajkoj Máximo Ba Tiul
Tiempo de lectura: 10 minutos

Kajkoj Máximo Ba Tiul[1]

Después de varios meses de estar viviendo en medio de una pandemia que no hace distinciones de personas, pero como ha pasado con las demás epidemias y pandemias que ha hecho presencia en nuestras comunidades: fiebre española, viruela, sarampión, malaria, tuberculosis, así como otros desastres naturales; como terremotos, huracanes, tormentas; etc., hacen su opción preferencial y radical por los más pobres, porque son ellos los abandonados por el sistema capitalista-neoliberal.  Son los pueblos pobres y marginados, a quienes el COVID19 como efecto del sistema, los sumirá mucho más en el hambre y la desnutrición[2]

En todos los países de América Latina y del mundo, sondean banderas blancas que no son por el efecto del COVID19, sino; porque llevan siglos de estar sumidos en el abandono por los Estados-Nación capitalistas y burgueses y sus sucesivos gobiernos.  En América Latina, desde la colonización española-portuguesa-inglesa-holandesa y francesa y hoy por la neo-colonización norteamericana y europea, los pueblos han sufrido hambre y miseria y por esa condición, han sido los odiados por el sistema y por aquellos que hoy se oponen en todo los países a un encierro total, porque saben que si los países  cierran sus fronteras, no tendrán trabajadores a quien explotar; aunque saben que sus ganancias y plusvalías no se perderán, bajaran un poco, como lo afirman muchos analistas, pero seguirán siendo ricos y millonarios.  No les duele el ser humano, no les duele la vida, les duele su capital, su dinero, su “rey Mammon”[3], a quien le rinden culto y devoción.

Ante esta pandemia, otra vez suena y resuena por todos lados, la idea de los modelos alternativos al capitalismo, así como la idea de “volver a la normalidad”.  Entendiendo como alternativa, la posibilidad de elegir entre uno u otro[4], pero en realidad; la única alternativa que hay es “derribar el modelo capitalista”, que indistintamente la cara que tenga, siempre es inhumando y salvaje. Y para derribarlo, la única alternativa y/o el único camino,  es la unidad de las fuerzas rebeldes y revolucionarias de los países y del mundo.  Porque la meta es instaurar un sistema diferente y opuesto al capitalismo, un modelo diferente a la democracia burguesa, un modelo diferente a lo que hoy llamamos plurinacionalismo. 

El primer paso es la descolonización y la revolución, pero no solo de la mente, sino también del corazón y del estómago.  Digo esto, porque solo las personas colonizadas siguen pensando que este modelo económico y su estructura de Estado, responderán a las necesidades y derechos de los pobres y marginados[5].  Las personas colonizadas aún confían que sus comunicados y conferencias de prensa, van a sensibilizar y ablandar a los gobiernos que solo tienen como agenda, los objetivos de las clases burguesas y oligárquicas. 

Las mentes colonizadas confían en la incidencia política y se sienten excitados cuando les susurran a los oídos que son llamados “mentes brillantes”, cuando en realidad los convierten en “coyotes”, porque trafican con las necesidades de las personas.  Solo las mentes, corazones y estómagos colonizados, dejan de ser revolucionarios y rebeldes, porque se les olvidó lo que hemos aprendido en nuestras familias y comunidades. Las personas colonizadas, perdieron la “vergüenza”, sus discursos son de pueblo, que muchas veces convencen, pero brindan herramientas  a los opresores, porque se convierten igual en instrumento de quienes nos tienen  oprimidos y que ahora; nos ponen a enfrentar a la pandemia como podamos.  “La victoria más sorprendente de la oligarquía es la alienación, la pérdida de la conciencia colectiva ha hecho creer a la gente que sólo el mercado manda, y que los hombres y las mujeres no son los sujetos de su propia historia”[6].

La normalidad post COVID19, debe estar esencialmente alimentado por la experiencia y la sabiduría de los pueblos. Sabiduría milenaria y que ha sido trastocado por el capitalismo, sobre todo en estas últimas décadas.  Cuando afirmamos, que el camino es volver la mirada a la economía familiar y comunitaria, no estamos hablando de la monetización de la vida.  Estamos hablando del sentido que tiene la vida en familia según los indigenas.  Lugar en donde se transmiten los valores y principios de los pueblos y que se funden en una espiritualidad milenaria, que no son las ceremonias y sus elementos, sino entendiendo la espiritualidad como una forma de vida que ha mantenido a vivo a los pueblos, a pesar de la pobreza y la miseria.

“Quienes son Ustedes que no hemos podido vencer”, dijeron los Oxlajú Keme, a los gemelos “Jun Ajpu´ e Ixb’alamke’  y estos respondieron; “nosotros somos los hijos de aquellos que Ustedes quisieron matar”.  Eso somos los pueblos; porque  aún estamos presentes, estamos vivos, estamos resistiendo, pero nos hace falta fuerza para rebelarnos totalmente.  La búsqueda de una ruta para nuestra liberación ha sido constante y profunda.  La esperanza está, en que durante este momento de pandemia, nuestras fuerzas y conciencias se unan, no para pedir al Estado y al gobierno, sino para movernos como “Jun raq’an y Qab’raq’an”, hacia la instauración de la norma-lidad indígena, la norma-lidad maya.

Ahora ¿qué es eso de la norma-lidad indígena?.  ¿Dónde nace?.  ¿Cómo se transmite?. ¿Cómo se reproduce?-  ¿Es político e ideológico?.   Nuestros abuelos y abuelas, siempre nos enseñaron a mirar al oriente. Según los textos históricos de los mayas, a los mismos gemelos les presentaron cuatro caminos: rojo, blanco, negro, amarillo y deberían decidir caminar en uno de ellos.  Esos caminos son los mismos que hoy ofrece el modelo de Estado-capitalista, caminos que embelesan y embriagan.  Y cómo los pueblos no tienen pensamiento único, sino plural, cada quien elige el camino que quiere, por eso están los que hemos llamado muchas veces como “los indios permitidos”[7], que serían los “q’aqiix” de ahora. Por eso, entonces, los valores y principios se convierten en normas, para mantener la armonía y el equilibrio.

Los Q’eqchi’, por ejemplo, aconsejan a sus comunidades, que: “al salir de tu comunidad, no dejen de ver a Q’ana’ Itz’am”. Por eso, todos los pueblos hacen referencia al ombligo.  “No te olvides en donde enterraron tu ombligo”. El ch’up (Q’eqchi’), muxu’x (K’iche’), es un elemento fundamental para reconocer y no olvidar el origen, es el principio para no olvidar de “dónde venimos”. Uno de los principios fundamentales del pensamiento indígena y que no se analiza y se toma en cuenta, es; “no olvidar en donde enterraron el ombligo”, de tal manera que siempre volvemos al origen y nuestro destino es volver a él.

Tomar conciencia sobre el ombligo, ayuda a entender y encontrarle el sentido al junqab’al (Q’eqchi).  El Junqab’al, es el espacio en donde se desarrollan las relaciones familiares.  Significa que todos están unidos bajo la misma casa y el mismo territorio.  Allí se desarrolla y fortalece el Wixlal (Cunen), Wachalal (K’iche’), en donde todos y todas nos sentimos y somos hermanos.  Es donde se aprende a vivir en Komon (poqomchi).  Komon, quiere decir que todos somos del mismo territorio y complementarios, como el “Komon Animas” en Cunen, que es un lugar en el cementerio en donde se encuentran los de ahora y los de ayer. 

Aquí tiene sentido el “Alajxik” (K’íche´), que es el principio de ser hermano y familia.  Todos los que viven en el mismo Komon son Alajxik.   Es el principio para iniciarse como “Aj Ral Ch’och’ (Q’eqchi’), Raq’un Aq’al (Poqomchi), que quiere decir, hijo o hija de la tierra.  Y allí comienza el proceso del “Nukuj” (K’iche’).  Quienes después se identifican como hijos o hijas de la tierra, son iniciados desde pequeños.  Desde muy pequeños se les explica la forma de cuidar y proteger, la naturaleza, la tierra y lo que de ella viene (alimentos).  Por eso, el hijo o hija de la tierra, se hacen “alajxik” con los animales.  A estos les llama hermanos menores y por eso no se les daña a no ser que en determinado momento lo necesitamos para alimentarnos.  Así como tampoco se debe dañar a los árboles y sus frutos.  “No debes cortar o tocar nada si no te va a servir”.  No se puede destruir solo porque se quiere, debe tener una justificación, tiene que haber una necesidad, igual se hace con la caza y con otras formas de aprovechamiento de los bienes naturales.  Por eso, la destrucción viene del capitalismo, del dinero, de la ganancia y la plusvalía.

Otro elemento fundamental, para poder comprender el sistema económico de los indígenas mayas, es el “awixb’al” (Poqomchi), que podríamos definirlo como el lugar en donde se produce y se reproduce la vida.  El lugar en donde se siembra y se cosecha.  Pero también es el lugar en donde se comparte lo que la tierra nos provee. Quien cuida y protege el awixb’al (Poqomchi), qaleb’aal (Q’eqchi) o el awix (K’iche’), es llamado el “Awixonel” (K’iche’), el “pan Awix” (Poqomchi), aj Q’aleb’aal,  que no solo es el sembrador, sino el que nace y crece con su milpa y quien se preocupa de la comida de la familia, del junqab’al.  Para ser aj pan awix (el de la montaña o el sembrador), se hace mediante el “nukuj” (K’iche’), su propio aprendizaje y se inicia desde pequeño, en todas las comunidades se comenzaba desde los siete años.  En este proceso se aprecia el método indígena “aprender-haciendo”.  Y se aprende para la vida, para el apoyo mutuo, para compartir, que sería “Wotzoq” (Q’eqchi), “Jochom” (K’iche’).

Los principios y valores mayas, como en todos los pueblos indígenas, se transmiten desde niños y no solo son aprendidos, sino que se busca que sean igualmente aprehendidos. Estos serán como el cimiento de la vida. Por eso el “Nukuj”, es fundamental.  En todos los textos indígenas, la creación del ser humano  fue ensayo error.  La preocupación siempre fue, “quién seguirá nuestros consejos, quién hará lo que nosotros queremos”.  Buscaron insistentemente la materia que sería la carne, la sangre y sus huesos.  Dialogaron, indagaron, investigaron, colaboraron, compartieron, tejieron, reflexionaron.  No partieron de la nada. 

En el Popol Wuj, se describe lo siguiente: “Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre.  Entonces dispusieron la creación y el crecimiento del hombre.  Se dispuso así en las tinieblas de la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Junraq’an[8]”.  La noche era el tiempo en el que  papás y mamás, educaban, aconsejaban y hacían el recuento de sus actividades del día, recordaban a quienes habían visto por su caminar y entonces aparecían los nombres de los antepasados.  Los hijos e hijas escuchaban alrededor del fogón, mientras el café o el atol de masa se cocinaba.  La mamá y las hijas mayores se disponían a tortear las tortillas de maíz, las hijas menores a guardar los animales, el hijo grande a rajar leña y los hijos menores ha  afilar los instrumentos para el siguiente día.  

La noche adquiere un significado profundo en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los pueblos indígenas.  No es el momento del miedo, aunque parezca contradictorio, a veces dentro del diálogo nocturno, surgían los relatos de miedo, terror.  Algunas anécdotas que igual hacían reír.  Se contaban los cuentos de los dueños de la montaña.  Los niños que se ponían a jugar en los arboles a las doce del mediodía y a las seis de la tarde, podía ser tocados por el guardián de la montaña.  Se hablaba de los espíritus de la montaña y es donde se comenzaba a desarrollar el espíritu del “Aj Raal Ch’och’ y del Ch’ool Winq”.

La noche es el tiempo para planificar la siembra y la cosecha.  La noche adquiere su brillo en las fiestas, sobre todo cuando se ilumina la casa con candelas, pom, incienso y ocote.  La noche es el tiempo para la orientación y el consejo.  Es el tiempo en donde el “Raal Ch’och’, Raq’un Aq’aal o el Ch’ool Winq”, suspira con y por su tierra y porque llegará la buena cosecha.  Sueña con sus montañas y cerros, con sus animales y sus nacimientos de agua, con las aves y más.  Y despierta pensando nuevamente en la milpa, el ayote, el camote, el chile, el chipilín, el majkuy y otras plantas más que serán el alimento del próximo día.  Se tomará su rex q’or (agua de masa) y disfrutará de las aves y otros animales que verá pasear por su tierras.  Es allí, en donde vuelve a sentir y a pensar que “la armonía y el equilibrio” es lo que hace la vida sana.

Para el Raal Ch’och o el Ch’ool Winq, el “saq’nik”, amanecer en K’iche’, como el saq’arib’al, adquiere un significado muy grande.  El blanco amanecer, es la señal de que habrá buena cosecha.  Es también  la invitación a visitar a alguien o que lo van a visitar.  A todos hay que tratar como los mejores visitantes, los truenos, los relámpagos, los eclipses, el canto de los pájaros, la visita de la serpiente, etc., se debe entender como la presencia de alguien que visita para decir algo.  No hay mensajeros malos ni buenos, solo mensajeros, así como no hay visitantes malos ni buenos, solo son visitas y a todos hay que tratarlos como si fueran de la misma familia y de la misma casa.  De un solo junq’ab’al.

En el junq’ab’al todos se hacen wachalal. Es en este espacio donde se aprende el arte de co-laborar, de resarcir,  a ser complementarios, a intercambiar, apoyarse mutuamente, compartir.  Estos son los principios que sostienen la economía familiar y comunitaria.  No es el “dinero”.  El dinero siempre fue un complemento o por lo menos para comprar los complementos de la casa o la comunidad.  Lo que no se podía producir.  Hace todavía unos 40 años, el dinero solo servía para comprar: jabón, sal, azúcar, candelas. 

Estos mismos valores sostienen al Komon. Porque los bienes se protegen, se cuidan, para todos y por todos.  Se termina el “yo” y se fortalece el nosotros.  “Re’ joj” (poqomchi); “Lao” (Q’eqchi’), “Re’ Oj” (K’iche’).  El egoísmo y el egocentrismo, como el “q’a qix”, fue despreciado entre las comunidades indígenas.  Este es el significado del “Wuqub” Q’a Kiix” del Popol Wuj.  Lo miraban y se reían de él.  Así era en la vida cotidiana.  Nadie se consideraba más que el otro.  Por eso, entre los ancianos de la comunidad, que “un funcionario indígena sea corrupto”, lo desprecian y no merece el respeto.  Siempre será “Aq’un” (poqomchi), es decir el patojo.  En cambio el hijo o la hija que no demuestre el kixwilal (vergüenza), será siempre querido y respetado, será entonces: “Wiil” (poqomchi).  Cuando un anciano le dice a uno “Kalen Wiil” (poqomchi), que significa: cómo estás hijo o hija, quiere decir que lo trata con respeto y cariño.  Ese le da el valor de ser alguien que produce, que no es un parásito en el Komon y entonces merece un puesto o por lo menos, se acepta que sea un “tz’olom” (Q’eqchi) aprendiz.

El modelo económico y político de los pueblos mayas está organizado desde el Komon.  Komon y Sutam (territorio) se complementan.  Desde el Komon se administraba la tierra, se controlaba el territorio, se aplica justicia, se organizan las fiestas comunitarias, se formulan políticas y prácticas educativas.  Todos, se comprometen para que el komon esté en armonía y equilibrio.  Todas las demás estructuras organizativas; el junq’ab’al (familia), q’aleb’aal (aldea), el tenamit (pueblo), responden al komon.  Nada se puede hacer aislado del Komon. 

De esta manera, en el proceso antes, durante y después del COVID19, es el “Komon” quien mantiene viva a los pueblos mayas, así como el Ayllu,  de los pueblos del Sur.  Todos se preguntan, porque aún vivimos, como preguntaban a los gemelos los Oxlajuj Kame y seguiremos vivos sin importar lo duro que será el COVID, porque a pesar de que la colonización y el capitalismo, ha trastocado a las comunidades, ciertos principios siguen presentes y desde allí es donde se podría construir una nueva norma-lidad y dejar la norma-lidad capitalista-neoliberal.


[1] Maya Poqomchi, antropólogo

[2] https://news.un.org/es/story/2020/05/1475112?utm_source=Noticias+ONU+-+Bolet%C3%ADn&utm_campaign=7f885c44e2-EMAIL_CAMPAIGN_2020_05_29_12_00&utm_medium=email&utm_term=0_e7f6cb3d3c-7f885c44e2-107382330

[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Mamm%C3%B3n

[4] https://definicion.de/alternativa/

[5] Por eso es que se preocupan si el Estado o el gobierno, cierra x o y secretaría u oficina.  Aunque se haya abierto por la demanda de los derechos, pero si nos ponemos a pensar solo ha servido para darle vida al modelo que nos subyuga y nos reprime, pero como nos sentimos halagados, por eso lo defendemos, pero no nos damos cuenta que son distractores para no seguir el curso de la revolución.

[6] https://rebelion.org/esta-crisis-puede-provocar-una-revolucion/

[7] Dicho sea de paso, ese concepto no es propiedad del académico occidental, ese concepto ya había sido debatido entre los círculos indígenas, desde los años de 1970, sobre todo cuando comenzó a surgir la idea de recuperar lo que hoy le llaman las “ceremonias maya”, que igual este concepto es muy vulgar. Incluso los ancianos Q’eqchi’ de Cobán, increparon a Manuel Tot, cuando este se había constituido como recaudar de impuestos.  Según los relatos que existen, los ancianos le dijeron: “bueno, nosotros no te enseñamos que estuvieras con los ladinos, por eso te preguntamos, estas con ellos o con nosotros” (parafraseado).

[8] Martínez Paredes, Domingo, El Popol Vuh tiene Razón, Editorial Orión, México, 1968. En el texto dice: Huracán.

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