Créditos: Juan Calles
Tiempo de lectura: 4 minutos

Texto y fotografías: Juan Calles

Imagine usted la cara sonriente de una niña de su familia, imagine los gestos de su hijo menor cuando está contento. Cualquier niño o niña es causa irremediable de ternura y felicidad. Ahora imagine que ese niño o niña que usted ama se lo arrebatan de sus brazos para jamás volver a verle. Es una pesadilla horrorosa, es el acto de maldad máxima.

Al inicio de la década de 1980, el Ejército de Guatemala secuestró y desapareció a miles niños y niñas, los arrebató del seno familiar de quien ellos consideraron su enemigo, el “enemigo interno” que según los manuales de guerra anti subversiva eran todos los guatemaltecos y guatemaltecas que pensaban diferente a la institución armada.

Durante las primeras horas de este onceavo día audiencia en el caso Molina Theissen se llamó a declarar al analista político Marco Tulio Álvarez Bobadilla, quien presentó un estudio en el que se analizó el contexto de represión estatal contra población civil no combatiente y en especial contra la niñez y juventud.

Álvarez Bobadilla citó textos del general guatemalteco Héctor Gramajo, general de División del Ejército de Guatemala y ministro de la Defensa durante el mandato de Vinicio Cerezo; en estos textos el militar define el accionar violento contra población guatemalteca que era vista como “enemigo interno”. El perito destaca que se utilizan verbos como: aniquilar, barrer, aplastar.

Al mismo tiempo explica que el ejército en estos textos definía al “enemigo interno” como: toda persona o institución comunista o no, que atentara contra el orden establecido y eso incluía a población civil no combatiente.

¿Por qué aplicar desaparición forzada a niños y niñas?

El perito explicó en su informe que las conclusiones van desde que este acto de lesa humanidad podría responder a que el ejército quería eliminar a futuros guerrilleros hasta generar terror e inmovilización en la población guatemalteca y a las organizaciones revolucionarias que por esos años registraban una febril actividad.

“La desaparición forzada fue un mecanismo para obtener información para la inteligencia del ejército. En el caso de los niños y niñas fue además un botín de guerra por medio de adopciones en las que abogados y militares ganaban dinero” afirmó Marco Tulio Álvarez.

En diferentes estudios y en los informes de la Comisión para Esclarecimiento Histórico se registran cinco mil niños y niñas desaparecidas, sin embargo, para el experto existe un subregistro muy grande, el cual se debe investigar, pues  se conocen casos de mujeres embarazadas capturadas por el ejército de quienes no se tiene información de lo sucedido con las madres y sus bebés.

Otro interrogatorio fallido

Cuando llegó el momento de la defensa de los militares acusados para hacer preguntas al perito, algunos decidieron no hacerlo pero quienes resolvieron lanzar su interrogatorio, no pudieron separar sus emociones de su raciocinio; en varias ocasiones el juez, Pablo Xitumul, debió llamar la atención de los interrogantes pues no hacían preguntas sino un discurso sobre su tristeza y sentimientos encontrados por los juicios contra militares.

Las únicas preguntas que se pudieron lanzar de forma coherente llegaron por parte del abogado Jorge Lucas Cerna, que además fueron objetadas por los abogados querellantes y las respuestas poco o nada aportaron a la causa militar.

Lucas Cerna preguntó: ¿Por qué incluye el Informe del Esclarecimiento Histórico si este mismo informe establece que no se debe usar para propósitos judiciales? En ese momento el juez presidente Xitumul le pide al experto no responder la pregunta, mientras Lucas Cerna interrumpe casi fuera de control para decir que no tiene más preguntas. Las emociones castrenses estaban fuera de control.

La declaración de Emma Guadalupe Molina Theissen

En horas de la tarde y luego de tres horas de espera, se presenta la declaración de Emma Guadalupe Molina Theissen, que se muestra por medio de un video en el que la señora Theissen dio su testimonio como anticipo de prueba meses atrás.

Se hace acompañar de autoridades judiciales, en la pantalla se le ve serena, sin embargo un tanto tensa, la cámara no encuadra sus manos, pero se sospechan sus dedos entrelazados tratando de calmarse. En la grabación el juez le pide ponerse de pie y jurar que dirá la verdad. Su imagen con la mano derecha extendida y a la altura del hombro hace recordar sus propias palabras, de las que se obtiene el hashtag #HemosDecididoVivir.

La señora Theissen inicia recordando su actividad como dirigente estudiantil desde los 14 años en el instituto Belén, luego su incorporación a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y luego a la Juventud Patriótica del Trabajo, ala juvenil del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT).

Emma fue capturada una vez en su adolescencia cuando hacía actividades de propaganda, pero al ser menor de edad queda libre, pero fichada.

Luego habla de su captura, cautiverio y tortura. En estos momentos su voz tiembla y debe hacer una pausa para llorar y recobrar el aliento. A pesar de lo tremendo de su relato, mantiene la calma y responde a las preguntas que le lanzan.

Con seguridad cuenta cómo le exigieron los militares que entregara información de personas del PGT, casas, direcciones, lugares de reunión, pero narra cómo logró mantenerse firme y cómo esto enfureció a sus captores que ordenaron endurecer las torturas y violaciones.

“Después de varios días sin agua ni comida tenía un fuerte dolor de estómago, pedí ayuda, estuve muchas horas pidiendo ayuda, como no obtuve respuesta supuse que estaba sola y empecé a buscar una salida, primero, logré zafarme de los grilletes, encontré una ventana y salí por allí.” Relató la señora Molina Theissen

El testimonio de Emma Guadalupe Molina Theissen generó un silencio frío y sepulcral en la sala de audiencias, las esposas e hijas de militares intentaban mostrar su indiferencia con gestos o llenando las hojas de sus libros de sopas de letras que acostumbran llevar entre sus bolsas, sin embargo cada frase, cada vuelta a la historia pesa una tonelada, mucho más que su pretendida indiferencia.

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