Comerciantes de la terminal viven el día a día y la cuarentena, por ahora, no es una opción

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Créditos: David Toro
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por David Toro

“La paz de Dios esté en sus corazones, no hay ningún virus que pueda atacar Guatemala”, repetía un predicador entre los camiones de verdura y puestos de venta en la terminal, el gran centro de abasto de la ciudad. Sus vendedores comienzan a preocuparse porque los primeros efectos de la crisis provocada por el coronavirus comienzan a ser sensibles en su actividad.

“Ya son las seis de la mañana y no viene gente, hoy si vamos a perder, a las nueve nos tenemos que quitar porque abren los negocios y estorbamos, no le hemos subido al precio de la fruta porque tenemos camión propio para ir a traerla, pero la gente está asustada y no sale de su casa”, dice una vendedora mayorista en el mercado la terminal sobre la zona 9 capitalina, ella es una de los cientos de trabajadoras de la terminal que no tienen derecho a permanecer en casa, vender vegetales, granos y otros productos de consumo es indispensable para sostener su economía familiar.

Niños vendiendo mascarillas, mujeres embarazadas despachando en puntos de venda de frutas, ancianos vendiendo periódicos y cargando bultos de los clientes es la constante, sin mayores medidas de salud y sin oportunidad de detenerse, las personas siguen laborando y el tema en el aire es el coronavirus.

En la sección de naranjas la situación es complicada, la mayoría de puestos venden dos tipos de esta fruta, valenciana y piña, ambas vienen de México y Honduras, pero con el cierre de las fronteras el cítrico comienza a escasear, “ahorita está a Q60 el medio ciento, no solo es temporada baja y además las fronteras cerradas, en unos dos días nos vamos a tener que ir a la casa a descansar obligados y sin ganancias”, comenta un joven vendedor que observa con preocupación la poca afluencia de compradores y que además los pocos que llegan se quejan de los precios sin valorar la situación.

Algunos vendedores se distraen en sus puestos leyendo las noticias que ofrecen algunos diarios escritos o escuchando la radio ante la falta de clientes. Otra de las áreas que comienza a verse afectada es la vende frutas importadas como manzanas y kiwis, una caja de esta fruta puede costar arriba de los Q200 y mientras las fronteras no estén abiertas abastecerse será casi imposible.

La terminal es un mundo aparte, una dimensión donde la gran mayoría de comerciantes viven el día a día, donde optar por una cuarentena para evitar contagios de coronavirus es un lujo ya que resguardarse en casa es perder la oportunidad de ganar el sustento.

A menos de un kilómetro de este enorme mercado está el Parque de la Industria, donde el Gobierno improvisa una especie de hospital en las enormes bodegas, 319 camillas y un área de intensivo, será parte de este complejo que podría comenzar a funcionar en menos de 48 horas.

Cada quien con sus preocupaciones, mientras los trabajadores de la terminal comienzan a sentir los embates de una semana de restricciones para evitar la propagación del famoso virus, el presidente Giammattei visitaba el parque de la industria, “ahorita me acaban de confirmar el noveno caso, es una persona de cuarenta y pico de años, está aislado en su casa (…) tenemos 400 personas en cuarentena y este hospital comenzará a funcionar muy pronto”, afirma el gobernante que tiene poco más de dos meses de Gobierno y ahora debe enfrentar una crisis que le ha dado la vuelta al mundo.

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