Créditos: Rony Morales
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Rony Morales

Cada 8 de diciembre, en San Cristóbal Verapaz, Guatemala, las familias  poqomchi’ y mestizas se reúnen para lanzarse bolas de ropa en llamas, amarradas con alambre de acero en la festividad de las bolas de fuego.

Se conocen dos versiones sobre está tradición; la primera de ellas, se refiere a la lucha entre Dios y el diablo, en la que se relata que ambos se arrojaron bolas de fuego en una lucha. La segunda versión, cuenta que con la actividad se conmemoraba el paso de la procesión de la Virgen de Concepción por las calles del pueblo hasta llegar a la iglesia, en su recorrido la gente llenaba el camino con bolas de trapo envueltas en fuego, para alumbrar el paso del cortejo procesional.

Foto: Rony Morales

Esta costumbre genera entusiasmo entre los pobladores hombres, mujeres, niños, niñas y ancianos, especialmente por la adrenalina de patear y lanzar las esferas encendidas. Para participar, los pobladores utilizan máscaras, ropa mojada y guantes de cuero para poder recibir y  lanzar las bolas. Familias de todo el pueblo salen al parque para observar esta peculiar tradición.

Josue Calel, vecino del barrio de Santa Ana, contó que para este 2019 la familia y amigos armaron 500 bolas de trapo bañadas en gas. Según relató Calel, lleva 15 años en la celebración de esta fiesta, y con ello mantiene lo que sus padres y abuelos le enseñaron.

Foto: Rony Morales

A la fiesta de las bolas de fuego le antecedió la misa dominical del 8 de diciembre, en la parroquia de San Cristóbal, en celebración a la virgen de Concepción, patrona del municipio.

La actividad inició a las 7 de la noche, alrededor del parque central, con la reunión de grupos de amigos y de familias. Los jóvenes, días antes van a las ventas de ropa americana (pacas) a pedir la colaboración de la población, donación de ropa usada, de combustible, de alambre para empezar a crear las bolas una semana antes. Según los lugareños, el único requisito es utilizar ropa húmeda y guantes de lona para evitar quemaduras.

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Jorge Cal, de 68 años nos, comentó que desde los 8 años participa en la tradición que se originó para darle luz al recorrido de la virgen. “Antes solo los participantes en el juego podían estar en la calle, pues si se observaba a alguien ajeno a la juerga, era bombardeado con las bolas”, añadió Cal. Según los pobladores la tradición tiene 100 años de haber iniciado.

A la medianoche, las bolas de fuego comienzan a apagarse, y poco a poco todos regresan a sus hogares o se reúnen con sus equipos para beber algo y comentar la experiencia que vivieron esa noche.

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