Defender la comunidad en tiempos del neoliberalismo, Patzún y la protección del centro comunal

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Créditos: Lilia Cap / Vista general de Patzún.
Tiempo de lectura: 9 minutos

Por: Lilia Cap Sir y Edgar Esquit

“Como era camino a Xibalba donde jugaban, fueron escuchados por Jun Kame y Wuqub Kame, señores de Xibalba: ¿-Qué es lo que está pasando sobre la faz de la tierra? Están saltando y corren haciendo bulla. ¡Que los vayan a traer! Que vengan a jugar pelota aquí, que habremos de derrotarlos. Ya no nos tienen deferencia, no nos respetan y tampoco tienen vergüenza. Que los vayan a jalar de allá arriba, dijeron todos los de Xibalba al tomar una decisión en conjunto.”

“Lo que deseaban los de Xibalba eran los implementos de juego de Jun Junajpu y Wuqub Junajpu: sus protectores de cuero, sus cinturones, sus protectores de brazos, sus penachos, sus pañuelos protectores, los atavíos de Jun Junajpu y Wuqub Junajpu.”

“Que traigan todos sus implementos de juego; han dicho los señores. ¡Está bien! Solo que deben esperarnos, tenemos que ir a despedirnos de nuestra madre, contestaron los muchachos. Se fueron pues para su casa, dijeron entonces a su madre –su padre ya estaba muerto- -tenemos que irnos, madre nuestra; acaban de llegar, vinieron los mensajeros de los señores a llevarnos. ¡Que vengan!, han dicho; según manifiestan los enviados. Pero aquí se quedará nuestra pelota, dijeron. En seguida fueron a amarrarla al tapanco de la casa.”

“En seguida se fueron Jun Junajpu y Wuqub Junajpu. Iban guiados por los mensajeros cuando bajaron al camino de Xibalba, descendieron por unos escalones, bajaron y salieron por unos barrancos de aguas turbulentas, barranco agitado, barranco ruidoso, se llamaba el lugar por donde pasaron. Pasaron luego en medio de turbulentas y espinadas corrientes, eran incontables las espinas pero no sufrieron daño.”

Estos fragmentos del Popol Wuj evocan hechos importantes en la historia y el presente de los mayas. Para nosotros el viaje a Xibalba muchas veces ha sido una huida, un escape, una ausencia, sin embargo, en muchas otras ocasiones ha sido un momento de valor para enfrentar a los poderosos o a sus partidarios en diferentes situaciones, lugares y tiempos. Desde que llegaron los españoles el viaje a Xibalba también ha implicado enfrentar la dominación colonial, es decir, todas las prácticas y pensamientos que han sido usados para despojar a los mayas de su vida y de su tierra.

La lucha histórica de los pueblos indígenas ha sido siempre contra el despojo de espacios vitales, pero también en contra del robo de nuestras ideas y de nuestro ser, contra las humillaciones, contra el trabajo forzado, contra la destrucción de las ideas sobre la vida, la espiritualidad, el mundo y universo, contra la muerte. Toda esta lucha siguió durante el régimen liberal, continuó ante las ideas de asimilación, frente a los regímenes militares y sigue ante el neoliberalismo actual.

En el siglo XIX, el Estado Republicano también introdujo las ideas que propugnaban por la propiedad privada de la tierra e implementó cualquier mecanismo para destruir la organización, el pensamiento y las prácticas comunales en todos los pueblos en donde hemos habitado los indígenas. Muchos líderes comunales lucharon con fuerza ante esta imposición estatal y en diversas ocasiones lograron preservar la legitimidad y los espacios que habían construido. Aunque en ese tiempo muchas de las tierras se volvieron privadas, otras mantuvieron su calidad comunal y los líderes mayas las usaron para organizar su vida y su lucha.

De cualquier manera, a lo largo de los siglos XIX y XX el Estado siguió fomentando la propiedad privada y continuó diciendo que la propiedad comunal era antigua, improductiva y frenaba el progreso. Todos sabemos que la propiedad privada, que se justifica como el poder del individuo, en realidad es una idea que sirve a los capitalistas para acumular riqueza. A los pobres de los pueblos nos han venido con la idea de que lo privado es lo mejor y lo normal. Pero cuando nosotros aceptamos las ideas de los poderosos ellos nos usan, porque entonces ya no son los agentes del Estado ni los intelectuales de los criollos los que trabajan en este sentido, sino que nosotros mismos trabajamos para los criollos, trabajamos en nuestra propia destrucción. Así, los que en el siglo XX empezaron a creer que el desarrollo era el único destino y camino de los indígenas, comenzaron a trabajar para el poder de los ricos. De esta manera, ser desarrollado o moderno, aún entre nosotros empieza a ser tipificado como lo bueno, mientras que propugnar por lo comunal, por los derechos indígenas comienza a pensarse como malo y atrasado. Nos olvidamos de lo que realmente significa jun utziläj k’aslem.  

Hace apenas unos meses muchos líderes comunitarios de Patzún empezaron a hacer ruido sobre las cabezas de los poderosos y de los seguidores de los criollos y terratenientes de Guatemala. La recuperación de la propiedad comunal por la que están trabajando los mayas en todas partes es algo que enfada a los señores de la muerte, a Jun Kame y a Wuqub Kame, que decir de los criollos, del ejército de Guatemala, de los ricos de los pueblos, de los tribunales del Estado que usan sus leyes para acallar a la gente que quiere la vida, un lugar para construirla y seguirla reproduciendo. Los tribunales de Xibalba, del Estado de Guatemala, criminalizan a los hombres y mujeres de Patzún que juegan a la pelota, que buscan hacer crecer el maíz en las tierras comunales que los antepasados kaqchikeles lograron preservar con unidad, sudor, sangre y lágrimas.

Los líderes que dirigen el movimiento por el Centro Comunal en Patzún, fueron electos en asamblea comunal, son hombres y mujeres que están luchando por la recuperación de un espacio que nació con un carácter comunitario pero que, con el paso de los años fue cooptado y usurpado por individuos que empezaron a lucrar con las instalaciones; ellos no produjeron beneficios para la población. En los últimos 20 años el Centro Comunal estuvo en manos de personas que usaron a su antojo el espacio físico y el nombre de la organización. El cuestionamiento hacia esta práctica, llevó a la gente refutada a criminalizar al comité elegido en asamblea. Hoy, muchos miembros de este grupo organizado están siendo señalados por los tribunales estatales; las acusaciones en contra de ellas no difieren de las que han recibido los presos políticos en relación a la minería e hidroeléctricas.

Por otro lado, también hay que pensar en las autoridades municipales. Durante todo el siglo XIX y la primera parte del siglo XX, los líderes comunitarios lucharon frente a los ladinos para tener un lugar verdadero en la municipalidad. Los líderes dejaron la vida en la contienda para que los indígenas lograran algo de dignidad frente al racismo y la humillación que los ladinos habían impuesto sobre los indígenas, lucharon por una educación que los liberara del poder ladino, buscaron espacios políticos para darse una vida propia. Personas como Esteban López en Patzún, enfrentaron el miedo e hicieron suyo el deseo de la gente de su pueblo y ganaron; en los años setenta, del siglo XX, ellos gobernaron el municipio. En los años ochenta los indígenas que se sumaron a los partidos políticos a nivel local, destruyeron décadas de sueños y luchas de los antiguos líderes indígenas al entregar en las manos de los partidos, del Estado y de los ricos los municipios habitados por los mayas y de esa manera también contribuyeron y contribuyen a destruir la vida comunal.

Actualmente, en Patzún se alega que las propiedades son municipales y no comunales. Esta es una vieja cantaleta de los alcaldes que han fungido en muchos lugares, desde principios del siglo XX, sin embargo, es importante entender que ese discurso lo usaron los ladinos que gobernaban nuestros pueblos, con el fin de apropiarse de los bienes. La propiedad en donde está CECOPA es municipal no comunal, afirman algunos en estos momentos. Los que hablan de esta manera están entregando su pueblo en manos del Estado y los ricos de Guatemala. Fue el Estado liberal de Justo Rufino Barrios, el que creó la idea de tierras municipales con el fin de dejar en las manos de la corporación municipal, dirigida entonces por sus clientes ladinos, aquellas tierras que legítimamente eran y siguen siendo comunales. Muchas autoridades indígenas que dirigen las municipalidades actualmente, usan ese argumento para imponerse pero, con ello, a propósito o no, destruyen la vida de su propia gente, la que confió en ellos en algún momento.   

Ante esta situación también es importante hacer mención de la posición del resto de la población, la mayoría no reacciona, por lo menos en lo que podría esperarse ¿Por qué somos indiferentes? ¿Por qué prevalece ahora la noción del individualismo en nuestros municipios? Quizá es por el miedo que durante siglos nos han infundido los poderosos, el ejército, los tribunales y los ladinos. Tal vez es el temor al castigo, a la humillación, a la muerte. Pero también, en estos tiempos, se suele escuchar en cualquier lado entre los mismos kaqchikeles: el que es pobre es porque así lo quieresolo puede comer el que trabaja. Los neoliberales y los modernos quieren que pensemos de esta manera, quieren que reproduzcamos estas ideas en nuestros pueblos. Todo este pensamiento es lo que también han hecho que seamos indiferentes. Muchos somos insensibles porque ahora ya no nos importa si nuestros antepasados lucharon por  los espacios comunitarios, porque el trabajo fuera común en nuestros municipios, por defender las tierras comunales. Pareciera que nos están ganando, que todo lo relacionado a comunidad se está desvaneciendo en nuestra memoria y lo que queda son solamente rasgos. En verdad los liberales, los criollos nos han quitado nuestras comunidades y nosotros contribuimos en todo esto. Las nociones de desarrollo y propiedad privada que vienen desde los criollos se han impregnado en nuestros municipios.

Ojalá todo este pensamiento de dominación solamente sea superficial en nuestro pueblo y con el tiempo podamos barrarla. Ojalá la palabra komon samaj aún tenga sentido en nuestras vidas. La idea de komon samaj articula a la comunidad, aboga por la unidad para lograr el bien común y no los intereses de unos pocos. Los kaqchikeles manejamos conceptos y nociones que rigen la vida comunitaria, a nivel cotidiano las tenemos presentes y las ponemos en práctica. Desde hace siglos la gente ha hecho trabajo en común, lo hicieron para pagar el tributo que les exigían los españoles y la iglesia, entonces las personas se apoyaron unas en otras, xkipoqonaj ki’. La gente se juntaba, como se hace actualmente en nuestros pueblos, durante los momentos difíciles tomaban y toman como propio el dolor ajeno o en otros momentos se asumen que la alegría de una familia, también era y es la alegría de todos. Actualmente las mujeres son solidarias entre ellas en los trabajos de una fiesta, de un velorio, en los rituales para los santos o para orar por los que sufren. Komon samaj era trabajar para la comunidad y no existe indicios de lucro en esta noción, no hay señales de intereses individuales en ese concepto.

En los últimos años, la criminalización de líderes comunitarios ha sido efectiva para los grupos de poder, ya que de esta manera frenan los movimientos sociales y a los grupos organizados, los que se oponen por razones legítimas al despojo que ejercen las grandes corporaciones mineras e hidroeléctricas, las que mutilan los suelos y secan la tierra. Estos grupos de poder, utilizan diferentes estrategias de represión; se apropian del aparato jurídico, usan la corrupción, los medios de comunicación, la militarización de los municipios, con ello muchas veces logran reprimir a la gente y consolidan sus objetivos. Quimy de León (2018), directora de Prensa Comunitaria, ha escrito sobre las estrategias de criminalización que son usadas en la actualidad. Una de ellas, afirma, es argumentar que los opositores son un grupo pequeño, es decir, se trata de introducir la idea de que éstos no representan a toda una comunidad. Por otro lado, cuando se ejerce el derecho de manifestación, se suele decir que éstos son disturbios o actividades guiadas por turbas delictivas que solamente provocan división en la comunidad. El siguiente paso para neutralizar las acciones de movilización, es la judicialización de la protesta. En este caso, los represores tratan de cooptar el sistema jurídico por medio de la corrupción, para llevar a los movimientos y grupos organizados a otra lucha que es en los tribunales.  

El proceso judicial en contra de los líderes comunitarios de Patzún es largo, desgastante, humillante, injusto, atroz y repugnante. Así, nuestros líderes juntos, van bajando por el camino a Xibalba, esquivando las piedras filosas, las turbulentas corrientes de los ríos subterráneos, las espinas que hieren la piel y el k’u’x de todos, caminan a través de los empinados barrancos. A pesar de todo esto ellos y ellas, las y los procesados, están comprometidos a seguir en este camino de lucha, y enfrentan las acusaciones. Están conscientes de que tal vez, asistir para declarar en un tribunal no sea la única forma de represión que enfrentarán, saben que habrá más pero, ellas y ellos están comprometidos, tienen convicción y seguridad de que lo que están haciendo no es nada malo. Con dignidad acuden a declarar ante este sistema de justicia que no es el de ellos, sino el de un Estado colonial. Pero lo hacen porque saben que han empezado a sembrar el maíz que dará alimento a la gente, a los niños, a las niñas, a los jóvenes y a los ancianos; caminan a Xibalba para recuperar la vida comunal para que los niños y los jóvenes de Patzún, de hoy y de mañana, tengan un lugar realmente para ellos y no un espacio robado.

Entonces ellas y ellos, la gente kaqchikel, tejerá otra vez, libres las personas modelarán el barro para crear hermosas cerámicas como las que hicieron nuestros padres, nuestras madres y abuelas…  Ahora, desde la nueva organización para el Centro Comunal, se ha creado una forma diferente de trabajo, se busca la transparencia, lo que se hace está a la vista de todos, muchos aportan su grano de maíz para enfrentar la adversidad. Hombres y mujeres trabajan de la mano, los jóvenes retoman las palabras de los ancianos, los auditores aportan revisando documentación y los abogados trabajan contra las leyes de los ricos, luchan por renovar nuestro pueblo. Los y las lideresas van a Xibalba, se dirigen a cumplir con la declaración, van a presentar su testimonio con la verdad, pero los que nos quedamos en el pueblo debemos seguir siempre vivos y con fuerza; ellos y ellas caminan con valor para demostrar su inocencia. Mientras se van nos hablan, y con la voz de los antepasados nos alientan a buscar ri utzuläj k’aslem, a luchar por nuestros derechos y aún más, nos invitan a alegrarnos por los tiempos que se construyen con verdad y con valor…

“Mientras tanto lloraba amargamente su madre, Ixmukane. –Vamos. No vamos a morir. No se pongan tristes dijeron al partir Jun Junajpu y Wuqub Junajpu.” “-¡Volveremos! Y jugaremos de nuevo. Ustedes ocúpense de tocar flautas, ocúpense del canto; continúen escribiendo, continúen esculpiendo. Mantengan el calor del hogar, alegren el corazón de su abuela, -instruyeron a Jun Batz’ y Jun Chowen al despedirse.” 

http://tujaal.org/defender-la-comunidad-en-tiempos-del-neoliberalismo-patzun-y-la-proteccion-del-centro-comunal/?fbclid=IwAR0YuJdLRFJy13nF47CToJ5ZK_8v0FVXnlVtnIYfGii0eizUT10-7TVcArI

Fuente
http://tujaal.org/

Referencias:
De León, Quimy (2018). “El acoso a la resistencia. Represión y cárcel política en Guatemala.” En: Pensar Guatemala desde la resistencia. El neoliberalismo enfrentado. FyG editores. Guatemala.
Sam Colop, Enrique (2012). Popol Wuj. FyG Editores. Guatemala.

 

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