Créditos: Dania Rodríguez.
Tiempo de lectura: 10 minutos

18 de octubre 2019

Las 111 familias de la comunidad Laguna Larga, permanecen después de 26 meses en la línea fronteriza entre Guatemala y México. Están en esa línea gris, en donde si nos movemos unos metros a la izquierda o la derecha, estaremos en otro territorio, otro acento, otra moneda y dependiendo de la época del año en otro horario.  

Durante este tiempo la población ha experimentado los efectos del desarraigo, saberse expulsados de lo que consideraron su hogar, su comunidad, en dónde sus raíces y afectos se fortalecieron cuando nacieron sus hijos, sus nietos y cuando han enterrado a sus muertos. Todas sus certezas fueron destruidas, prevalece ahora la angustia, la enfermedad e incertidumbre.

Tras conocer que una orden de desalojo estaba programada para su comunidad y que ésta sería ejecutada por un gran número de agentes de la Policía Nacional Civil -PNC- y elementos del ejército, las familias de Laguna Larga decidieron, para evitar cualquier situación violenta, salir de la comunidad. La madrugada del 2 de junio de 2017 se desplazaron a donde actualmente se encuentran.

Foto: Dania Rodríguez

Al llegar a la comunidad el ejército y la PNC se encontraron solamente con los animales de corral que las familias no pudieron llevarse.  Tenían la orden del juez de paz que decía entre otras cosas, que “se prohíbe expresamente la destrucción de infraestructura durante la presente diligencia…”.Sin embargo, las casas fueron derribadas, quemadas, dejando únicamente la iglesia y la escuela, en esta última se estableció el destacamento militar.

Laguna Larga es una comunidad ubicada en San Andrés, Petén, que se estableció en la segunda mitad de la década de l980, en un área considerada (después de su asentamiento) protegida, pero de usos múltiples, es decir, que están permitidos asentamientos humanos. Esta calidad les daba la oportunidad de permanecer allí, incluso la escuela estaba registrada y reconocida por el Ministerio de Educación con tres maestras asignadas. También cuentan con un Consejo Comunitario de Desarrollo -COCODE- debidamente registrado y reconocido por la municipalidad de San Andrés.

Quienes conforman la comunidad de Laguna Larga son familias de diferentes partes del país. Llegaron al departamento de Petén a partir de las políticas de poblamiento durante la década de 1960 y que, en la década de 1980 y 1990 se establecieron definitivamente en dicho lugar, a partir de entonces la comunidad se labró una vida en ese territorio.

Estar lejos del centro político y económico del país, no les impidió forjarse un futuro. Las 450 mujeres y hombres que conforman la comunidad siguieron las reglas institucionales que debían para su reconocimiento. Cuando supieron sobre la orden de desalojo, fueron varios los esfuerzos realizados para evitarlo, entre ellos uno en conjunto con las 50 comunidades asentadas en Laguna del Tigre y Sierra Lacandón, también en riesgo de ser desalojadas. Elaboraron el documento: “Propuesta Alternativa de Desarrollo Integral y Sostenible de las Comunidades afectadas por la declaratoria de Áreas Protegidas de Laguna del Tigre y Sierra del Lacandón, el Petén”, que entregaron al Estado a finales de 2016. En ese momento se estableció una mesa de diálogo de alto nivel y a pesar de ello, fue detenido por agentes de la PNC el líder comunitario Jovel Tobar, y fue emitida la orden de desalojo de Laguna Larga para el 2 de junio de 2017.

El desalojo se programó sin que las instituciones a cargo de ejecutarlo tuvieran conocimiento de la ubicación de la comunidad y las condiciones en las que debían trabajar. Esto se vio reflejado en las dificultades que los agentes de la PNC tuvieron para llegar al lugar. El gobierno no tenía un plan de atención para las 111 familias que desalojarían, ningún protocolo nacional y menos internacional fue seguido y cumplido.

Las familias de Laguna Larga tenían todo lo que requerían para vivir una vida tranquila, vivienda digna, pozo propio de agua limpia en cada casa, animales de crianza para el consumo, tenían también árboles frutales, además, cada familia tenía su propia cosecha de maíz, frijol y pepitoria o chigua.

Foto: Tania Montenegro

Esta última, era el principal cultivo que les proveía de los recursos económicos suficientes para poder cubrir las necesidades de vestido, calzado y atención médica. “Antes no necesitábamos del apoyo del gobierno, siempre tuvimos nuestro dinerito para ir hasta Santa Elena o la capital para atendernos si estábamos enfermos, podíamos también comprar las medicinas… ahora dependemos hasta que nos den una aspirina, qué necesidad había de que nos sacaran de nuestra comunidad y ahora tenga el gobierno que darnos todo, cuando antes no era necesario…”, recordó un anciano. Con cada cosecha de la chigua, las familias tenían un ingreso seguro, el precio oscilaba entre 30 y 35 pesos mexicanos por cada kilo y cada familia producía por lo menos uno o dos quintales, incluso más. Se había establecido un mercado sólido con compradores mexicanos que conocían de la calidad de la producción de Laguna Larga. Todo lo que no podían cosechar, así como otros productos podían comprarlos en las comunidades vecinas del estado de Campeche, en México.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos -CIDH- emitió Medidas Cautelares[1] para las familias de Laguna Larga en septiembre de 2017, para que el Estado de Guatemala adoptara las medidas necesarias para proteger el derecho a la vida y la integridad de las familias. Que aseguraran salud, alimentación, vestido y vivienda adecuada a las condiciones del lugar en el que están desplazados.

Sin embargo, el Estado de Guatemala no ha hecho lo suficiente para que dichas medidas sean cumplidas. Las causas de los incumplimientos, han manifestado diferentes funcionarios, se deben a un sinfín de requisitos burocráticos para la compra de alimentos, medicamentos, etc., que deben seguir según los lineamientos que tiene cada ministerio. Se suman los requisitos que deben cumplir ante autoridades mexicanas, ya que para llegar a dónde se encuentra desplazada la comunidad, es mucho más accesible hacerlo por territorio mexicano, pasando por los estados de Tabasco y Campeche. Todo ello ha dado como resultado casi un total abandono por parte del Estado guatemalteco hacia las familias víctimas del desplazamiento.

Perdieron la tierra y también la salud

Actualmente, en el campamento de Laguna Larga la lista de enfermedades producto de las condiciones precarias en las que se encuentran son muchas, entre ellas, paludismo, infecciones estomacales y diarrea. En el pasado, los comunitarios han padecido una epidemia de conjuntivitis y de varicela, infecciones epidérmicas, infecciones urinarias, a las que se suman también los niveles de estrés y ansiedad permanente en la población. La atención para estas y otras enfermedades es muy poca por parte de las instituciones de salud de Guatemala, las ocho visitas que han recibido del ministerio de salud guatemalteco han sido únicamente de un día en el que han vacunado a los menores y atendido a un número mínimo de personas que reciben recetas médicas que en su mayoría no pueden comprar.

La población recibe atención médica, más regular, del centro de salud de la comunidad El Desengaño, del municipio de Candelaria, en Campeche, México, que es la comunidad más próxima al campamento, a unos 45 minutos de distancia en vehículo y en época seca. Cuando se requiere de otro tipo de atención acuden al hospital del mismo municipio. Sin embargo, dichas instituciones no cuentan siempre con medicamentos y en algunos casos las enfermedades que presentan los comunitarios requieren de estudios para los que deben ir hasta las ciudades de Tenosique o Villahermosa, en el estado mexicano de Tabasco, o bien acudir a Santa Elena, en Petén. Para cualquiera de estas tres opciones requieren de recursos con los que no cuentan.

En una reunión con representantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México -CNDH-,[2] realizada en junio de 2019, en el municipio de Candelaria, Campeche, las autoridades de salud informaron que han atendido casos de enfermedades de la piel, especialmente de menores de edad. No obstante, cualquier tratamiento que puedan dar es irrelevante porque la situación precaria en la que están no cambia y hace imposible combatir efectivamente las enfermedades. Informaron también sobre el estado de salud del niño del campamento que un día antes había ingresado al hospital de Candelaria por una fractura producto de una caída accidental.

En el campamento hay personas que llegaron con padecimientos que no han podido ser atendidos. Como el caso de una señora de 33 años, quien narró que adolece de una hernia en el ombligo y tenía una operación programada para el 13 de septiembre de 2017, en un centro asistencial público.  Ella y su esposo estaban en San Andrés, Petén, el día del desalojo. Tenían todo preparando todo para su operación, todos los exámenes de laboratorio, incluso las donaciones de sangre que le pidieron ya estaban hechas. Cuando ella y su esposo volvieron a Laguna Larga toda la gente estaba se había desplazado al campamento en el que ahora viven. Han pasado dos años y ella aún no ha podido operarse.

Otra señora con la afección conocida como pie diabético narró que después del desalojo fue a donde estaba su vivienda consumida por el fuego, y al recoger algunas de las pocas pertenencias que quedaron durante el incendio provocado por los agentes de la PNC y el ejército, se hirió el pie derecho por lo que debió salir de emergencia. Esa herida le sanó, pero meses después tuvo otra en el pie izquierdo, por la que debieron amputarle un dedo. Actualmente sufre constantemente de infecciones que, aunque trata de tener el mayor cuidado, se vuelve imposible sobre todo en épocas de lluvia cuando el lodo en el campamento es lo que predomina.

Las mujeres son quienes se llevan la peor parte

Las historias trágicas se van sumando con cada visita a las familias, todas tienen algo que contar, la desolación y la desesperanza predominan en su relato. Esto se pudo observar durante la visita al campamento, donde una joven morena, delgada, de estatura media, de aproximadamente 28 años de edad, nos recibe sentada en una silla. Podía percibirse el agotamiento en su postura y en su mirada que siempre estuvo dirigida al lado opuesto del nuestro, apenas volteó a vernos para saludarnos, respondió algunas preguntas con una suave voz que apenas era perceptible, fueron sus padres quienes nos dijeron, “ella no tiene fuerzas, ha estado así por mucho tiempo, apenas si tiene ánimos para comer, está embarazada de 4 meses, se la pasa durmiendo”.  Días después, sobrevino una nueva tragedia cuando perdió a su bebé.

Las mujeres de Laguna Larga, que son un poco menos de la mitad de la población, son quienes finalmente deben afrontar el día a día de ellas y sus hijos en el campamento. Un miembro del COCODE, nos dice: “por lo menos los hombres vamos a trabajar, como sea nos distraemos en el trabajo, comemos otra comida, incluso nos bañamos con agua limpia, a ellas les toca la peor parte porque se quedan siempre aquí…”.

Ellas efectivamente están cansadas, agotadas, molestas, no terminan de entender cómo es que el Gobierno les hizo esto, y así nos externaron en la última visita hecha a inicios de septiembre de 2019, “no aguantamos más esta situación, estamos dispuestas a volver a nuestra comunidad al precio que sea, allí tenemos agua limpia, mejores condiciones para vivir, pero allí está el ejército, pero no creemos que sean capaces de hacernos nada a nosotras y nuestros hijos, y si se atreven ya no nos importa, que nos disparen y nos maten de una vez, si aquí nos están matando de apoco, que lo hagan de una vez…”.

Foto: Dania Rodríguez

Solo se escuchan murmullos

En Laguna Larga, al igual que en Comala, en la novela de Pedro Paramo de Juan Rulfo, como refiere el escritor Juan Villoro, “están los expulsados, los olvidados, los excluidos, los que no existen porque de ellos solo se escuchan los murmullos. Son tan pobres, tan desposeídos, en una situación de acabamiento, que ni siquiera tienen derecho a que nada les suceda, para que algo les suceda, tienen que estar en la historia”. Y las familias de Laguna Larga, están ahora expulsados de la historia y del interés del gobierno, de este Estado de Guatemala y están allí en esa frontera gris expulsados del país del cual no tienen certeza ahora de pertenecer, pues incluso los menores de 3 años, que nacieron previo o después del desalojo ni siquiera tienen un certificado de nacimiento.

Las familias de Laguna Larga reiteran una y otra vez su solicitud al Gobierno de Guatemala, que se les permita volver a su comunidad mientras se encuentra una solución definitiva a la problematica. No piden la restitución de esa tierra a pesar de todo lo que significa para ellos, la comunidad tiene claro que harán todo por la forma legal, pero por el tiempo transcurrido saben que no será inmediata la solución, ya que durante estos más de dos años, ellos mejor que nadie saben que el Estado ha demostrado que no tiene la capacidad de cumplir con las medidas cautelares de la CIDH y entienden que los procesos que se llevan para la compra de un nuevo lugar para ser trasladados son sumamente tardados.

La mejor manera de subsanar en estos momentos la grave situación que atraviesan y evitar la continuidad de la crisis humanitaria para las familias de Laguna Larga y traerlos de nuevo a la historia, es permitir su retorno provisional a la comunidad de la cual fueron desalojados. Las razones humanitarias y de sentido común son demasiadas. 

Foto: Roberto Mercatante

Cómo llegamos al campamento de de la comunidad de desplazados de Laguna Larga

La forma más sencilla de llegar al campamento de la comunidad desplazada de Laguna Larga, es a través de los estados mexicanos de Tabasco y Campeche. Para ello es necesario, contar con un pase local emitido por las autoridades migratorias mexicanas o contar con una visa mexicana o norteamericana.

Se ingresa por la frontera el Ceibo, que se encuentra en la aldea El Naranjo, del municipio de La Libertad, Petén. El estado mexicano colindante es Tabasco, de este estado es necesario pasar los municipios de Tenosique y Emiliano Zapata. En el estado de Campeche es necesario llegar hasta el municipio de Candelaria y de allí a la comunidad El Desengaño.

El recorrido: Del municipio de Flores a la frontera el Ceibo son 3 horas aproximadamente, del Ceibo para Tenosique 45-50 minutos, de Tenosique para Emiliano Zapata 2 horas. Estos dos municipios pertenecen al estado de Tabasco. De Emiliano Zapata para Candelaria, en el estado de Campeche, son dos horas y de allí a la comunidad El Desengaño dos horas más. Del Desengaño al campamento de Laguna Larga, en buen clima son de 45-50 minutos. En total desde la ciudad de Guatemala son 2,100 kilómetros de recorrido de ida y vuelta.

 


[1] Resolución 36/2017, Medida Cautelar No. 412-17, Pobladores desalojados y desplazados de la Comunidad Laguna Larga respecto de Guatemala. 8 de septiembre de 2017

[2] Las familias de Laguna Larga además de las Medidas Cautelares otorgadas por la CIDH, las tienen de la CNDH de México, solicitadas por organizaciones civiles de México días después del desplazamiento forzado.


[1] Human Rights Defenders Project -HRDP-, ha dado acompañamiento a la comunidad de Laguna Larga desde su desplazamiento forzado.  Fue parte de la misión  nacional e internacional, nombrada por el diputado Leocadio Juracan, para verificar e investigar el desalojo de la comunidad y conocer la situación de las familias desplazadas.  Ha realizado desde julio de 2017 dos visitas a la comunidad como atribución de esa comisión y cuatro de seguimiento junto con el Bufete de Derechos Humanos -BDH-, asesores legales de la comunidad.

18 de octubre 2019

COMPARTE