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Por David Toro

19 de agosto 2019

Teodoro Palacios Flores falleció en la lluviosa tarde del sábado del 17 de agosto, en el Hospital Roosevelt, a causa de una neumonía. Su nombre forma parte de la vitrina dorada del deporte guatemalteco, cuyos miembros han alcanzado lo que pocos han podido. Su vida estuvo llena de obstáculos más allá de los escenarios deportivos.

Nacido para hacer historia

Teddy, como le decían de cariño, al atleta garífuna nacido en Livingston, Izabal, el 7 de enero de 1939, durante la dictadura del general Jorge Ubico. Pasó una infancia nada sencilla. Su madre falleció cuando él tenía dos años, nunca conoció a su padre y fue criado por su abuela, Doña Catalina Núñez.  De niño tenía la particularidad de siempre llevar una sonrisa en su rostro, a temprana edad comenzó a repartir pan de coco en un canasto que ponía en su cabeza y caminaba descalzo en las calles de la ciudad caribeña.

Cuando ingresó a la reserva militar del municipio de Puerto Barrios, más por necesidad que por vocación, fue donde por primera vez asombró con su habilidad deportiva en el equipo de fútbol. 

Muchos campeones del deporte a nivel mundial del siglo XX comparten una característica que Teddy conoció de primera mano, la falta de oportunidades en un país de tercer mundo y pertenecer a un grupo étnico minoritario, discriminado, pero con una genética que le permitió desempeñarse en el deporte como casi nadie y como muchos íconos del atletismo inició a competir descalzo.

Teodoro jugó como portero, a sus 17 años fue enviado al equipo militar La Aurora, donde el entrenador Cyrill Thomas, lo convenció de practicar salto de altura debido a sus condiciones físicas. Esta es una disciplina que requiere de precisión, técnica, potencia y velocidad y a pesar de muchas veces no contar con un entrenador, Palacios dominó la disciplina de forma natural. 

Palacios construyó una carrera exitosa. Durante los once años en los que se dedicó al salto de altura (1959-1970), su huella en el atletismo fue enorme, en 1960 efectuó un salto valido de 2.10 metros, un récord nacional que se mantuvo intocable y vigente durante 57 años. Su primera gran victoria fue el oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1959, en Venezuela. Repitió el oro en las dos ediciones posteriores en Jamaica en 1962 y Puerto Rico en 1966.

Fue el campeón de salto de las únicas dos ediciones de los Juegos Iberoamericanos. Fue el único guatemalteco que ha ganado medalla en un mundial de atletismo bajo techo cuando logró el tercer lugar en la ciudad de Nueva York en 1961. Fue abanderado de la delegación nacional que participó en los Olímpicos de México en 1968, donde compitió codo a codo con atletas de la envergadura del legendario estadounidense Bob Beamon quien se quedó con el oro.

Foto: yosoyguate.com

La vida de Teddy en Chicago después del retiro

Hay un patrón que se ha repetido en muchas de las historias de varios deportistas contemporáneos. Después de su retiro de los escenarios deportivos había un desierto sin oportunidades, asociado a su escasa preparación académica y la coyuntura de un país que se sumergía en un conflicto armado interno.

Teodoro se retiro a los 31 años del deporte profesional y encontró una oportunidad a más de 3 mil kilómetros de distancia de la tierra que lo vio crecer. En Chicago, Estados Unidos, logró una equivalencia de secundaria, en una escuela nocturna para adultos, aquel atleta que había saltado como nadie en Centroamérica y había recorrido el mundo representando a Guatemala, comenzó a trabajar de taxista y lavando platos en restaurantes para costear sus gastos mientras estudiaba una licenciatura en educación bilingüe en la Universidad estatal de Chicago.

Palacios escribió otro capítulo de su vida en el sur de Chicago, un lugar que podría ser comparado con su natal Livingston, solo que con un clima opuesto, con extensos inviernos, la mayoría de su población es afrodescendiente, y viven en medio de la marginación social. Ahí, durante 24 años, Palacios se destacó como maestro, llegó a ser asesor del alcalde de la ciudad, Richard Daley durante los 80, según información del diario Prensa Libre.

Sus últimos años

Teddy regresó al país en el 2000, su último aporte fue trabajando para la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala (CDAG), en proyectos deportivos enfocados para niños. A partir del 2010 pasó muchas dificultades de salud, tuvo dos derrames en 2012, mismo año en el que el Congreso aprobó una pensión vitalicia de Q1 mil en favor de Palacios, la cual no alcanzó ni para los gastos médicos que él necesitaba en aquel entonces, en el 2014 la pensión fue modificada para que el atleta recibiera Q8 mil mensuales.

Teodoro Palacios falleció luego de ser internado la madrugada del 17 de agosto en el intensivo del hospital Roosevelt, por una neumonía. Pero Teddy sigue vivo, lo podemos ver reflejado en las nuevas generaciones de atletas garífunas que cuatro décadas después de que el atleta abriera un camino en el atletismo y dejara una vara muy alta para sus sucesores, estos siguen atravesando las mismas dificultades, infancias marcadas por la pobreza y la inexistencia de programas integrales para deportistas.

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