El Chal, Petén: la historia de doña Sofía Álvarez

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Créditos: Doña Sofía. Foto familiar
Tiempo de lectura: 3 minutos

13 de junio del 2019

Cuando era niña observé con mucha atención y admiración a Doña Sofía Álvarez. La ví predicar, servir en la comunidad, arriesgarse, compartir su fe católica. Su corazón iba más allá de su religión, pues en él tenía espacio para muchas personas, no le importaba si eran indígenas, católicos, evangélicos o pobres. Durante la Guerra civil que hicieron vivir a Guatemala, doña Sofía fue una mujer que se caracterizó por salvar la vida de algunos hombres y mujeres, campesinos, amas de casa, catequistas.

Junto al padre Mario García, sacerdote español, párroco del pueblo, doña Sofía les exigía y les arrancaba casi de las manos a los campesinos que eran traídos por los soldados y los comisionados militares al destacamento militar de El Chal, desde distintos caseríos, cooperativas, aldeas y parcelamientos. A mucha gente se le vio entrar, pero a pocos se les vio salir. Son algunos de los relatos que se escuchan de vecinas y vecinos que vivían cerca del recinto militar.

Su vida ha sido y es un testimonio viviente, de lo que significa, hacer el bien. Cuánta gente en nuestro pueblo ha encontrado en la “hermana Sofía”, como la llamamos muchas y muchos cariñosamente, una mano amiga, un plato de comida, un oído para contar las penas y alegrías. La sencillez, la humildad, la capacidad de anunciar el evangelio y el valor para denunciar las injusticias, han caracterizado siempre a esta gran mujer.

El testimonio de vida de Sofía, nos marcó la vida a muchas y muchos. El año 2000 tuve la oportunidad de salir, por primera vez de Guatemala, hacia Roma, Italia. Fuí elegida por la Pastoral Juvenil, para representar a los jóvenes del Vicariato Apostólico de El Petén en la Jornada Mundial de la Juventud –JMJ– y al encuentro con el Papa Juan Pablo II. En ese encuentro había más de 4 millones de jóvenes provenientes de todo el mundo, cantábamos, hacíamos peregrinaciones y pedíamos a Dios en distintos idiomas.

Doña Sofía. Foto familiar

Durante la estadía en Roma, nos reunimos en una parroquia unas 500 o más personas de habla hispana y personas que aman el español. Nos dieron la palabra a quienes quisiéramos contar algún testimonio sobre alguna persona que conociéramos. Que hubiera marcado nuestras vidas y que nosotras creíamos que eran personas fieles al seguimiento de Jesús.

Salí desde mi asiento y caminé con paso firme hacia enfrente. No dude en hablarles de Sofía Álvarez, quería que muchos más en el mundo supieran, sobre esa gran mujer, ejemplo de mi tierra. Recordé la vez que quisieron llevarla a España de parte de la parroquia y pidió que no se gastaran el dinero en el viaje, que con eso invertirían mejor en comprar láminas, para el techo de las casas de algunas personas pobres de la comunidad. Hasta allí y más allá llegaba y llega su corazón, su entrega por los desfavorecidos y desfavorecidas del sistema de injusticias.

¿Cómo no admirar a un ser humano como Sofía Álvarez? Quisiera que en esta sociedad, en la que conforme avanza la historia, nos deshumanizamos más y en donde no se imitan los buenos valores que engrandecen a las personas, nacieran más Sofías. Cuántos más ejemplos tenemos como guatemaltecas y guatemaltecos, de personas que —desde la sencillez, desde no quedarse callados ante las injusticias, arriesgando sus vidas y desde el corazón— nos recuerdan que se puede ser diferente y que la construcción de otro mundo es posible. No es preciso tener títulos universitarios, doctorados, para contribuir a este país. Muchos y muchas ya hicieron el bien, solo desde el impulso que les dio el corazón y los sueños.

Ayer en una reunión de la Pastoral Católica de la Universidad de Bielefeld, Alemania, en donde ahora me encuentro, tuvimos la posibilidad de hablar sobre las personas que nos han marcado la vida. 19 años más tarde de mi estadía en Roma, sin planificarlo, vino de inmediato a mi mente, el rostro de la hermana Sofía Álvarez y cuando me tocó hablar, no dude ni un instante en decir: Ich möchte euch über Sofía Álvarez erzählen. Sofía ist eine Frau aus meinem Dorf, die für mich sehr wichtig ist und sie hat mein Leben geprägt. Sie war eine treue Zeugin des Evangeliums. Als ich Kind war, wollte ich wie Sofía Álvarez sein. Sofía hat für Gerechtigkeit und Menschenrechte immer gekämpft. Die Welt wäre anders, wenn es viel Mensch wie Sofía gäbe. (Dije algo más que esto en alemán. Yo quiero hablarles de Sofía Álvarez. Sofía es una mujer de mi pueblo, que es muy importante para mí, pues me ha marcado la vida. Ella es una testiga fiel del evangelio. Cuando yo era niña pensaba que cuando fuera grande quería ser como Sofía. Sofía ha luchado por la justicia y los Derechos Humanos. El mundo sería diferente, si hubiera mucha más gente como Sofía).

A propósito… en Guatemala, #SiHuboGenocidio.

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