Construir la historia con otros matices

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Créditos: David Toro
Tiempo de lectura: 4 minutos

 

“Hermana dame tu mano vamos juntas a buscar,
una cosa pequeñita que se llama libertad,
esta es la hora primera este es el justo lugar,
abre la puerta que afuera la tierra no aguanta más”.

Mercedes Sosa

Por Eguizel Morales Ramírez*

24 de junio del 2019

Estamos haciendo historia

La historia oficial, como el caso de países como Guatemala, la contruyen las pequeñas castas oligárquicas, racistas, clasistas que nos dominan por siglos[1]. Ellos dictan qué es lo que la sociedad debe saber y lo que no. El mal llamado “descubrimiento” o “conquista de América” trajo consigo una serie de males, que se han mantenido por siglos, y cobran importancia en la actualidad. Es ese dominio de las élites criollas en las sociedades colonizadas que se ha perpetuado por siglos.

En Guatemala se inicia una nueva era de la historia. La empezamos a reescribir. Podemos atrevernos o al menos tenemos la posibilidad de soñar. Una mujer indígena, maya Mam, se lanza y desafía al sistema establecido, pues en esta tierra hay unos patrones y patronas que mueven sus hilos como quieren y nos han dicho siempre qué debemos hacer. Aunque siempre hubo resistencias, porque eso nos caracteriza como pueblo.

Desde la distancia mi corazón está lleno de emociones. Nunca pensé y nunca se me ocurrió tan siquiera que mis ojos mirarían a una campesina como nosotras y nosotros, que viene de los movimientos sociales, de resistencia, que trabajaba cortando café en las fincas de la costa sur, participar en un proceso electoral. No fue invitada por los poderosos, por los ricos, por las 8 familias que controlan el país, pues ellos solo invitan a quienes tienen privilegios, a los invisibilizados nunca. Ella se metió a la fiesta cívica con la certeza que atrás y a la par de ella hay un pueblo que la acompaña a caminar, a soñar, a crear. Telma Cabrera se llama, nació en Retalhuleu, un departamento en la costa sur. Ella despertó las esperanzas de muchos pueblos que han estado sometidos, invisibilizados, históricamente excluidos, a los pueblos que a los que se les ha expropiado de sus tierras, se les ha quitado el agua, la vida, que se les ha empobrecido y se le ha expulsado fuera del país para buscar condiciones dignas, a costa de arriesgar su vida en el intento.

Telma Cabrera es la representante de muchas y muchos que soñamos una Guatemala distinta. Una Guatemala donde quepamos todas y todos, donde se respete la vida de los seres humanos y de la madre tierra. Los principios que promulga el Movimiento de Liberación de los Pueblos (MLP) sobre la filosofía del Buen Vivir, son prácticas que por siglos los pueblos indígenas de Abya Yala[2] han tenido, la convivencia y armonía con la Pachamama.

¿Y para qué no fue a la escuela?

Cuestionarla porque no fue a la escuela, a la Universidad y que se atreva aun así a participar como candidata a presidenta es un acto de doble moral, inhumano, hipócrita. Quienes critican, han sido quienes han robado, expropiado los recursos del Estado y son los que han creado las desigualdades en el país y quienes tienen privilegios a costa de la vida y la integridad de la gran mayoría de guatemaltecas y guatemaltecos. Hemos sido gobernados por hombres, por militares, por licenciados, ingenieros, comediantes y miren lo que hicieron con el país. Ya es tiempo de que alguien con conciencia social retome el camino de este país que nos duele a todas y todos.

Ir a la Universidad y la escuela es un privilegio para unos pocos. Quines nos atrevimos a desafiar el sistema impuesto, hemos dejado media vida y hemos caminado el doble para llegar a conseguir algunas metas. No podemos hablar de igualdad, pues esta casta política, la oligarquía, solo se acuerda del pueblo cada cuatro años, cuando necesitan el voto. Escuchando y leyendo algunos comentarios sobre lo que le dicen a Telma Cabrera, da vergüenza ajena. Ni siquiera me atrevo a reproducirlos, porque son denostativos, rancios de racismo, clasismo, misóginos y excluyentes.

Reconozcámoslo, en Guatemala pocos tienen todo y muchos tienen nada. No se ha dado importancia y reconocimiento a que somos un país multiétnico, pluricultural y multilingüe en donde conviven diversos pueblos indígenas maya, xinka, garífuna y mestizos. Los pueblos indígenas sufren hace 500 años desigualdad y exclusion como consecuencia del racismo y la discriminación estructural.

Nos tocará replantearnos qué país queremos. Nos tocará reaprender y enseñar a las nuevas generaciones que somos multiétnicos, y que la diversidad, la interculturalidad nos engrandecen, no nos hacen menos. Si queremos caminar juntas y juntos debemos saber que hay muchas cosas que nos unen como guatemaltecas y guatemaltecos, somos sociedades que nos han empobrecido, explotado, pero que si nos unimos seremos fuertes.

Desaprender lo aprendido

Se nos enseñó a odiarnos sistemáticamente por el hecho de ser indígenas, por comer tortillas, por tener la piel negra, color café, por ser del área rural, por no saber hablar bien el castellano. Eso lo hizo el sistema con todos sus estamentos (iglesia, la escuela, la familia, la sociedad, etcetera). El hecho de tener un color de piel distinto es motivo para ser visto de menos. Hubo un Estado que se preocupó poco para que todos y todas crecieramos juntos en igualdad de condiciones. En su defecto nos masacraron, nos asesinaron, nos discriminaron, nos explotaron, y lo siguen haciendo.

Avanzaremos en procura  de la justicia, la igualdad, la integridad, el respeto, el amor al otro a la otra que es diferente. Habrá que aprender juntos y juntas con las generaciones presentes y futuras a recuperar la dignidad, desaprender lo que aprendimos, a construir los nuevos paradígmas y desechar los que por siglos nos esclavizaron.

Quiero que mis sobrinas, mis sobrinos, los hijos e hijas de tus hijos, puedan tener las mismas oportunidades por el hecho de ser humanos, y por el hecho de haber nacido en este país. Que no sean excluidos por ser mayas, garífunas, xincas, pobres, mestizos, blancos, negros, por tener opciones sexuales diferentes, porque a todos y todas nos cobija la tierra del Quetzal, la tierra y su gente que nacieron para ser libres.

Así podremos decir juntos y juntas: “hermana, hermano dame tu mano, vamos juntas/os a buscar, una cosa pequeñita que se llama libertad”.

*Doctoranda. Facultad de Pedagogía, Universidad de Bielefeld. En cooperación con el departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de las Ciencias Aplicadas de Bielefeld


[1] Cf. Marta Casaus. Guatemala: linaje y racismo. San José, 1992, Flacso, 356.

[2] Nombre antiguo que le daban los Qunas de Panamá y Colombia al continente americano.

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