De víctimas a victimarias: ¿una denuncia es capaz de provocar suicidios?

COMPARTE

Créditos: hoy.com.py
Tiempo de lectura: 3 minutos

2 de abril del 2019

Un músico mexicano se suicidó ayer, no sin antes dejar una larga nota post mortem en donde pedía no culpar a nadie pero al mismo tiempo se quejaba de que ya no tenía vida después de haber sido acusado injustamente —según él— por una chica menor de edad en una página de “me too” (para denuncias de abuso) mexicana.

De pronto recordé el dolor y la angustia con la que mi madre, que murió hace un año, me contó una vez lo duro que había sido para ella desligarse del abuso que había sufrido en su infancia por parte de un allegado a su familia. No pude entender la magnitud del dolor hasta que me di cuenta que fue únicamente 70 años después del hecho que tuvo el valor de contármelo como doctora —no como hija— y sólo porque pensaba que explicaba algunos de sus síntomas.

Una amiga que yo pensaba que tenía la mejor relación con su padre, terminó alejándose de él debido a que tuvo la “audacia”  de denunciar a un primo que la violó cuando ella tenía 15 años. De pronto para ella, años de medicación y terapia tuvieron sentido y pudo hablar y contar… sólo para ser despreciada por sus padres pues ella “lo provocó” y “no debió contarlo” y menos acusarlo.

Foto: hoy.com.py

A mí me abusaron hace algunos años, en este momento ya no estoy segura si pasó como yo lo recuerdo. Lo he visto, hemos hablado y convivido… dudo de mí misma, de si en realidad no acepté y más bien fui yo quien lo provocó, porque estoy sola y la soledad puede ser mala consejera. No ayuda haber estado inconsciente.

He visto muchos suicidas en mi vida, los que me dan más miedo son los silentes. No dicen nada, no culpan a nadie, no dejan notas. Sólo toman un arma, o aceleran en carretera y listo, sin dramas ni despedidas, sin más que su propio dolor.

¿En realidad es posible que un hombre, agobiado por el dolor de saberse descubierto y sin posibilidades de “recuperar su nombre” se suicide y se sienta víctima?

Yo supongo que sí, que es posible que el músico haya decidido acabar con su sufrimiento, pero también me recuerda a esas escenas hollywoodenses donde el delincuente acorralado decide morir matando o explotar una bomba con la cual morirían a la vez él y sus captores.

Las mujeres habíamos normalizado el abuso. Mi abuela, mi madre, mis amigas y yo decidimos que era demasiado alto el costo de denunciar, lo banalizábamos y lo convertíamos en “uno de esos recuerdos” que se suprimen para poder seguir conviviendo con el abusador sin sentir miedo. Con la vergüenza de que si contábamos seríamos nosotras las malas del cuento y el abusador seguiría siendo el pobre hombre falsamente denunciado, porque ¿cómo podemos osar romper con siglos de silencio?

Pero las jóvenes no, hay una nueva generación que fue educada con el “cuéntale a quien le tengas más confianza” metido todas las tardes en las caricaturas, en el “tu cuerpo es tuyo y nadie debe tocarlo sin permiso” y en el “acúsalo, llévalo a las autoridades o escráchalo y evidéncialo, que el abusador no tenga paz”.

Y nos contagiaron, nos llenaron de la promesa de que, tal vez si seguimos presionando, las nuevas generaciones, esos chavitos que apenas despuntan a la sexualidad, ya no serán capaces de agredir y violar, si no por miedo a la ley, por miedo al escrache y a la humillación pública.

Sigo pensando que no somos victimarias, no estamos destruyendo reputaciones porque sí. Nunca es una cuestión gratuita.

Sigo creyendo en ellas, ante todo porque en mi experiencia ellas han tenido demasiado temor siempre y no es justo que sigan siendo las culpables de todo esto.

COMPARTE