Créditos: David Toro
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Por David Toro

25 de marzo 2019

Las campañas promovidas por el Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) son señaladas de folklorizar y apropiarse de la cultura maya, romantizando la pobreza, y de invisibilizar el racismo y la desigualdad que sufren las mujeres indígenas todos los días en este país. Desde hace algunos años muchas mujeres indígenas impulsadas por el creciente movimiento de tejedoras y la Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez, han emprendido una lucha para defender su cultura y oponerse a las políticas  de turismo promovidas en el país por considerarlas una nueva forma de despojo.

Foto: David Toro

Como todo lunes, las calles de la zona 1 de Ciudad de Guatemala rebosan tráfico en todas partes. Mientras tanto, a un costado de un juzgado en  la 3era calle y 9 avenida, comienzan a concentrarse un grupo de mujeres mayas que provienen de distintas partes del país, con carteles y pancartas con consignas: “No somos objetos de exhibición” o “Nuestros tejidos son los libros que no pudieron quemar”. Se preparan para enfrentar una vista pública donde posteriormente exigirán  a la sala sexta de lo contencioso administrativo que tome cartas en el asunto para frenar la campaña turística conocida como “Guatemala Corazón del Mundo Maya”, promovida por el Inguat.

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Las mujeres llegan temprano. Antes de la vista pública, comparten un tamal y un atol en la banqueta del juzgado, muchas de ellas ejercen el oficio de tejedoras. Una señora de unos 70 años de Santa Lucía Utatlán nos comenta que la elaboración de un huipil (indumentaria maya) puede tomar de 6 a 9 meses de fabricación. Es inevitable fijarse en los detalles bordados en la vestimenta que portan y que en realidad más que una mercancía es parte de su cultura. Estos mismos tejidos están siendo usurpados.

Milvian Aspuac una de las líderes de este movimiento comenta que muchas empresas están imitando los bordados realizados en los huipiles, aplicándolos a otras prendas de vestir y vendiéndolas a precios bajos, afectando la labor de las tejedoras: “eso es una competencia desleal”, dice Aspuac, quien junto a su hermana Angelina encabezan la lucha para que se apruebe la iniciativa de ley conocida como “Protección de la Propiedad Intelectual Colectiva de los Tejidos”. Esta iniciativa tiene como finalidad proteger las vestimentas y textiles mayas de la ambición de las grandes empresas que lucran con estos a espaldas de las tejedoras indígenas.

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Estos mismos tejidos que ahora hacen lucrar a muchos empresarios y hasta se han puesto de “moda” en zapatos y bolsas, han sido utilizados para estigmatizar y llenar de estereotipos racistas a las mujeres mayas. “La indita, la María, chula, mija”, son insultos denigrantes que muchas empresas han eslóganes de sus marcas.

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“El racismo es estructural, ellos creen que pueden usar nuestra imagen sin consultar”

La desigualdad y el racismo no es inventado. Mientras las mujeres compartían su mensaje en la calle afuera del juzgado, en la esquina algunos automovilistas pasaban gritando y bocinando enfadados por que la calle estaba tapada; sólo era necesario pasar un par de minutos junto a las mujeres que sostenían las mantas con sus demandas para darse cuenta de las miradas de desagrado de parte de los citadinos que no conocen ni aceptan los númerosos problemas que enfrentan los pueblos mayas del país.

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Una joven tomó el altoparlante para dirigir su mensaje a sus compañeras que la acompañaban haciendo un círculo alrededor de ella. Sandra Xinico Batz,  mujer kaqchikel de Patzún Chimaltenango, que forma parte del movimiento nacional de tejedoras desde el 2016,  dijo con firmeza que lucrar con la imagen de las mujeres mayas y con sus tejidos es otra forma de despojo, junto con otras formas más evidentes, como el desvío de ríos, la  prisión política y diferentes medidas que oprimen a los pueblos indígenas.

Sandra nos comentó que para ella estas campañas del Inguat y el actuar del Estado con las mujeres indígenas, tiene origen en un racismo estructural, donde se hace uso y explotación consciente de la imagen de las mujeres mayas para atraer a turistas y tener ganancias: “prácticamente es nuestra cultura la que se vende (…) Hay un exterminio de las culturas originarias; de cierta forma se busca deshacerse de la cultura de los pueblos, desvalorizando el trabajo de las mujeres y empobreciéndolas, haciendo creer a todos que sólo nacimos para servir”.

Mientras tanto, en la Sexta de lo Contencioso Administrativo, Angelina Aspuac y el abogado Juan Castro, expusieron las razones por las cuales se considera que la campaña “Guatemala Corazón del Mundo Maya”, está folklorizando la cultura maya y utilizándola para lucrar. 

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El Inguat ha invertido Q35 millones en campañas publicitarias, según denuncian las mujeres tejedoras. Ellas  consideran que los ingresos tributarios de este instituto de turismo se podrían utilizar para impulsar políticas que protejan e incentiven el arte textil de las mujeres indígenas.

Castro comentó que ningún representante del Inguat llegó a la vista pública, pero que tanto el Ministerio Público como la Comisión Contra la Discriminación y el Racismo (CODISRA), decidió apoyar el amparo de las mujeres indígenas, solicitando a la sala dictar una sentencia a su favor. Esta podría ser emitida en los próximos días, según lo establece la ley.

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