Carlos Caal Rax, víctima de la criminalización de la organización comunitaria en las Verapaces

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Créditos: UVOC.
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por Rony Morales

Carlos Caal Rax es maya  q´eqchi´. Él y su familia viven en la comunidad Nuevo Seamay en el municipio de Senahú, región del Valle del Polochic, Alta Verapaz. Actualmente es tesorero de la junta directiva de la Uvoc.

Fue detenido arbitrariamente en el municipio de Senahú. Acusado por los terratenientes, Benjamín Ponce y Héctor Alfredo Muñoz Payeras. Su detención ocurrió el 13 de marzo de 2019, aproximadamente a las 8 de la noche. Es acusado de usurpación agravada, con una orden de captura que fue extendida en 2013 y ejecutada en 2015, por parte de miembros de la Policía Nacional Civil del municipio.

En 2017 Caal fue elegido por su comunidad y la Uvoc como representante del Comité de Tierra de las dos comunidades que habitan Nuevo Seamay en la Finca Canguachá. Esta finca tiene una extensión de 14 caballerías.

Caal divide su tiempo entre ser agricultor, padre de familia y militante de la organización campesina en pos de los derechos humanos de miles de personas en el Valle del Polochic.

Tiene una mirada profunda y  piel orgullosa y oscura. Lleva en su sangre el carisma de ser autoridad comunitaria. En él confían muchas familias, y forma parte del Consejo “Corazón” de la Uvoc.

A Carlos Caal lo detuvieron en un puesto de registro que tenía la PNC en Senahú, mientras regresaba a su casa después de una jornada de trabajo. Las detenciones, criminalización y judicialización por medio de la figura penal de “usurpación agravada” son consecuencia de las acusaciones que hacen los terratenientes locales.

Al recordar el origen de su familia, Carlos me explica que él y sus hermanos son la cuarta generación de pobladores q´eqchi´ que han habitado ese territorio, y que sus padres, abuelos y bisabuelos, nacieron, crecieron y trabajaron en esas tierras que para él son sagradas, los cerros y los valles de Tezulutlán, porque ahí dejaron el “ch’up” (ombligo) sus abuelos.

Para este líder comunitario, cuidar de la tierra, de los suyos y prestar un servicio comunitario, ha tenido serios costos: la preocupación constante de perder la vida, además de la criminalización y persecución de finqueros y empresarios, cosa que se ha vuelto costumbre hacia él y varios líderes comunitarios del país.

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